Mi Maestro No Solo Es Mi Maestro

Emma miró a Mateo con determinación, rehusándose a ceder ante la desesperación que reflejaba su amigo.

"Mateo, sé que esto es difícil, pero tienes que mantenerte firme. Aceptar la propuesta del profesor Castillo solo te traerá más problemas a largo plazo."

Mateo la miró con angustia. "Pero, ¿y si es la única manera de poder seguir estudiando? No puedo perder todo lo que he trabajado tan duro por conseguir."

Emma le tomó las manos, apretándolas con suavidad. "Entiendo tu preocupación, Mateo. Pero esa oferta es inaceptable, sin importar lo desesperada que sea tu situación. Tienes que encontrar otra solución."

Mateo se sentía atrapado, sin saber qué hacer. "¿Qué otra solución hay, Emma? Mis ahorros no alcanzan y la beca no cubre todos mis gastos. ¿Cómo voy a poder pagar la universidad?"

Emma lo miró con determinación. "Vamos a explorar otras opciones, Mateo. Estoy segura de que hay alternativas que no impliquen comprometer tus principios."

Mateo suspiró profundamente, sintiéndose derrotado. "Pero, ¿cuáles? Ya fui a Ayuda Financiera y no hay nada más que puedan hacer por mí."

Emma lo miró con una expresión pensativa. "¿Qué tal si buscas un trabajo de medio tiempo? Eso podría ayudarte a cubrir algunos de tus gastos."

Mateo negó con la cabeza. "Ya lo intenté, Emma. Pero con mis horarios de clases, es casi imposible encontrar algo que me dé el tiempo suficiente."

Emma se mordió el labio, pensando en otras alternativas. "¿Qué tal si buscas una beca o una ayuda económica adicional? Tal vez haya otras opciones que no hayas explorado aún."

Mateo la miró con escepticismo. "He revisado todas las becas y ayudas disponibles, Emma. Nada parece ser suficiente para cubrir la diferencia."

Emma lo miró con determinación. "Entonces tendrás que ser más creativo, Mateo. Tienes que encontrar una solución que no implique aceptar la propuesta del profesor Castillo."

Mateo la miró con frustración. "¿Pero qué más puedo hacer, Emma? ¡Ya he agotado todas las opciones!"

Emma lo detuvo con un gesto de la mano. "Espera, Mateo. Antes de que te des por vencido, ¿qué tal si hablamos con el decano? Tal vez él pueda ofrecer alguna alternativa o ayudarte a conseguir una extensión de tu beca."

Mateo la miró con incertidumbre. "¿Hablar con el decano? ¿Crees que eso pueda funcionar?"

Emma asintió con determinación. "Tenemos que intentarlo, Mateo. No puedes rendirte tan fácilmente. Eres un estudiante brillante y talentoso, y sé que mereces tener la oportunidad de terminar tus estudios."

Mateo la miró con duda. "Pero, ¿y si el decano no puede hacer nada? ¿Y si no hay otra opción más que aceptar la propuesta del profesor Castillo?"

Emma lo tomó de las manos, mirándolo con firmeza. "Escúchame, Mateo. No puedes ceder ante esa oferta, sin importar lo desesperada que sea tu situación. Tu integridad y tus principios son más importantes que cualquier cosa."

Mateo se sentía abrumado, pero la determinación de Emma lo hacía sentir un poco más esperanzado. "De acuerdo, Emma. Vamos a hablar con el decano. Pero, ¿y si no funciona?"

Emma le dedicó una sonrisa alentadora. "Si no funciona, buscaremos otra alternativa. Pero no voy a dejar que te rindas, Mateo. Vamos a luchar por tu sueño, cueste lo que cueste."

Mateo asintió, sintiendo cómo la determinación de Emma le daba fuerzas. "Está bien, vamos a hacerlo. Gracias, Emma. No sé qué haría sin ti."

Emma lo abrazó con cariño. "Siempre estaré aquí para ti, Mateo. Ahora, vamos a hablar con el decano y a encontrar una solución."

Juntos, se dirigieron a la oficina del decano, Mateo sintiendo cómo los nervios lo invadían. ¿Qué pasaría si el decano no podía ayudarlo? ¿Tendría que aceptar, a regañadientes, la propuesta del profesor Castillo?

Pero, en ese momento, la determinación de Emma lo mantenía firme. No podía rendirse, no después de haber luchado tanto por llegar hasta donde estaba. Tenía que agotar todas las opciones antes de tomar una decisión tan drástica.

Cuando llegaron a la oficina del decano, Mateo tomó una profunda respiración y llamó a la puerta. Unos segundos después, una voz amable los invitó a pasar.

"Buenos días, señor Fernández, señorita. ¿En qué puedo ayudarles?" preguntó el decano, con una expresión serena.

Mateo tragó saliva, sintiéndose repentinamente tímido. "Buenos días, señor. Verá, he tenido un problema con la beca y necesito su ayuda."

El decano lo miró con atención. "Entiendo. Por favor, cuénteme más sobre su situación."

Mateo le explicó detalladamente lo que había sucedido con la reducción de su beca y la dificultad que estaba enfrentando para cubrir los gastos de la universidad.

El decano lo escuchó con atención, asintiendo de vez en cuando. Cuando Mateo terminó, el decano se reclinó en su silla, pensativo.

"Entiendo su preocupación, señor Fernández. Lamentablemente, los recortes presupuestarios han afectado a muchos estudiantes como usted. Pero déjeme ver qué puedo hacer."

El decano revisó algunos documentos en su computadora, frunciendo el ceño ocasionalmente. Finalmente, levantó la mirada y les dedicó una sonrisa.

"Bien, creo que tengo una solución para usted. ¿Qué le parece si le otorgamos una beca de emergencia para cubrir la diferencia por este semestre?"

Mateo lo miró con asombro. "¿Una beca de emergencia? ¿En serio? Eso sería... increíble."

El decano asintió. "Así es. Entendemos la situación difícil por la que está pasando y queremos asegurarnos de que pueda continuar con sus estudios sin problemas."

Emma le dedicó una mirada llena de orgullo a Mateo. "¡Eso es fantástico, señor! Mateo se lo agradece muchísimo."

Mateo asintió, sintiéndose abrumado por la emoción. "Sí, muchas gracias, señor. No sé cómo podré agradecerle esto."

El decano les dedicó una sonrisa cálida. "No tiene que agradecerlo, señor Fernández. Estamos aquí para apoyar a nuestros estudiantes talentosos como usted.