El Surgir Del Sol — La Única Emperatriz

En el lugar donde todos estaban. Arjona se encontraba realmente devastado, pues jamás creyo el ser la causa de que Euridice se pusiera de esa forma. El resto intentaba ignorar el problema, pero Exar no hizo eso.

Se levanto de su lugar y camino hasta sentarse a lado de Arjona, quien solamente miro a otro lado.

— Ella, entendera en algún momento. Igual que tú.— Le dijo Exar solo mirando a otro lado.

— No hables como si nos conocieras... No sabes nada.— Dijo Arjona.

— No necesito saber para entender.— Le dijo Exar mientras miraba al cielo para después darle una palmada en el hombro a Arjona. — Debes entender que para ella, todo esto aun es muy difícil. Esta bien que quieras protegerla, pero debes entenderla. Tanto tú como ella se están enfrentando a cambios muy fuertes, no es fácil aceptarlos en tan poco tiempo.— Dijo él.

— Solamente quiero protegerla... Ella jamas debió de pasar por esto en primer lugar.— Dijo Arjona.

— Haces bien en protegerla, esta bien que eso quieras. Pero, los debió pasar o el jamás... No existen. Y debes entender que el cambio está pasando y si no se acoplan a los cambios, solo habrá más sufrimiento.— Dijo Exar mostrándole una sonrisa. Arjona le miro de reojo y rodó los ojos.

— Crei que había dejado a mi hermano Degel atrás...— Dijo Arjona mirando a otro lado.

— Ja ja ja!. Bueno, ya vez que no. En fin, piensa con la cabeza y no con los músculos.— Le dijo Exar en tono de broma, poniéndose de pie y caminando hacia el sendero. Arjona sonrio un poco y se quedó sentando mirando hacia el cielo, divago en su mente y tuvo un recuerdo que apreciaba en el fondo de su corazón...

...

4 AÑOS ANTES...

...

Hacia cuatro años, el palacio Imperial fue por primera vez atacado por mercenarios enviados por un imperio enemigo para matar a la princesa. Pues para pedir la paz, el imperio enemigo pidió la mano de Euridice como ofrenda; quien tenia solo 15 años. Sin embargo el Emperador Sauce se negó, motivo por el cual quisieron venganza.

Fue durante una noche, que Euridice se encontraba durmiendo en su habitación plácidamente. Arjona se encontraba por los jardines del palacio comiendo unos bocadillos que había tomado de la cocina. Para no ser descubierto estaba entre los arbustos mientras miraba al cielo estrellado, fue allí que logro escuchar a un grupo de hombres cerca suyo.

— Nadie sospecho, parece ser que no tienen idea de lo que paso.— Dijo uno de ellos.

— Jaja! La princesa esta en la habitación al suroeste del tercer piso en el edificio principal. Todos están dormidos asi que nadie sospechara de que fuimos nosotros.— Dijo otro de ellos.

— Hay que entrar ya, rápidamente.. la matamos y salimos antes de que salga el sol.— Dijo otro.

Los hombres se fueron y Arjona se levanto de inmediato mirando hacia donde iban. Justo al edificio donde se encontraba la habitación de Euridice, sabía que no llegaría antes que ellos asi que el también corrió hacia el edificio. Mientras ellos entraron por una puerta, el comenzó a trepar usando los alfeizares de las ventanas.

Con sus 21 años, ya había destacado por ser un guerrero habil y poderoso que aspiraba a unirse al ejército imperial. Con su cuerpo bien trabajado logró subir hasta la ventana de la habitación de Euridice, la abrió y entró corriendo hasta la cama

— Princesa, princesa despierté.— Le dijo Arjona moviendola.

— Mmh... ¿Arjona?... ¿Que pasa?.— Pregunto ella frotando sus ojos.

— No hay tiempo, venga conmigo.— Le dijo él cargandola en sus brazos.

— Oye... Bajame. ¿Estás loco?.— Preguntó ella un poco molesta, en ese momento la puerta se abrio, a la habitación entraron esos cuatro hombres que sacaron sus espadas y se pusieron a la defensiva.

— Entregue a la princesa y le perdonaremos la vida.— Le dijo uno de ellos. Euridice se noto nerviosa, se aferro a Arjona y el solamente cubrio sus ojos con una de sus manos.

— Sigan soñando... — Dijo Arjona con una sonrisa bajando a Euridice y poniéndola detrás de el.

— Estás desarmado muchacho, que crees que puedes hacer contra nosotros?.— Preguntó otro de esos hombres burlándose.

— Arjona... — Dijo Euridice sujetándose de su brazo.

— Princesa... ve a tu cuarto de baño... — Le dijo él mirandola y mostrandole una sonrisa. — Ahora.— Dijo al soltarse de su agarre. Euridice no hizo más que obedecer, dio varios pasos atrás y corrio hasta la puerta de su cuarto de baño, entro y se encerró alli. Arjona trono sus dedos y despues comenzo la pelea...

Euridice desde su cuarto de baño, se notaba muy nerviosa. Comenzo a escuchar los gritos de pelea, el sonido de espadas cortar cosas, cosas romperse y golpes poderosos.

Pasando unos minutos el silencio fue lo único que quedó, Euridice temblo temiendo lo peor. Se levantó y fue hasta la puerta misma que abrió pero de inmediato fue cerrada.

— No abras la puerta.. — Dijo Arjona apoyándose sobre esta.

— Arjona?. ¿Estás herido?. Déjame verte!.— Dijo Euridice preocupada.

— Hay mucha sangre y eso da asco no?.— Dijo dejando una pequeña abertura entre la puerta para asomar su cabeza y hacerle una mueca de asco, sacandole la lengua. Euridice fruncio el ceño y de inmediato termino por golpear la puerta.

— Idiota déjame salir!.— Le dijo ella. Poco después llegaron a la habitación Leonard y Edmund acompañados por guardias imperiales.

— ¿Que paso?!— Pregunto Leonard mirando alrededor buscando a Euridice.

— ¿Euridice? ¿Donde esta!?— Pregunto Edmund.

— Aah... No pienso dejarla salir hasta que limpien eso...— Dijo Arjona señalando a los hombres muertos y los rastros de sangre por doquier.

— Está... ¿Bien?.— Preguntó Leonard.

— Seh. Pero no quiero verla vómitar.— Dijo Arjona. Ambos principes sonrieron y de inmediato Edmund salió de la habitación llamando a una criada.

— Limpien todo!— Grito Edmund ordenando...

Al la mañana siguiente. Sauce se encontraba sobre su trono; estando a su lado Euridice y frente a ambos Arjona, alrededor más personas que presenciarian lo que estaba por pasar; de entre estas personas, los dos principes e incluso el Rey de Outro Degel.

— Arjona de Outro, durante muchos años has demostrado eficacia en proteger y velar por la seguridad de mi querida hija. Durante la noche de ayer, demostraste que eras capaz de arriesgar tu vida contra enemigos armados aún sin tu portar un arma.— Dijo Sauce haciendo una seña, pronto dos guardias imperiales llegaron juntos, sujetando en manos una lanza; la lanza de Eolo que Arjona portaba. — Es por esto que quiero otorgarte esta arma, la lanza de Eolo que portaras con honor. Pero antes de eso... Quiero ofrecerte un último honor.— Dijo él señalando a su hija. — Quiero que te conviertas en el guardián del tesoro de este palacio, el guardián de mi hija Euridice.— Dijo él.

Euridice le miro con sorpresa, mientras que Arjona solo sonrio y termino por hacer una reverencia.

— Aunque usted no me lo pidiera, yo iba a ser guardián por siempre.— Dijo Arjona. Euridice escucho sus palabras y mostrando una sonrisa agacho la cabeza un poco apenada.

— De ser así, Arjona de Outro... Te nombro la Bestia del Viento, guardián de la princesa Euridice Crudele.— Dijo Sauce de pie, entregando el mismo el arma que Arjona comenzaría a portar.

— Yo, Arjona de Outro... Velare por su seguridad, protegeré su vida, su corazón y su alma... Hasta mi ultimo aliento.— Dijo Arjona tomando la lanza...

...