Herencia Silente

La emperatriz comento el estado actual del condado.

"¿Me puedo comunicar después con usted?".

Pregunto Henrick, el emperador aún tenía la esfera de video.

"Por supuesto".

Respondió la emperatriz acercándose.

La comunicación se terminó por el emperador.

La emperatriz frunció el ceño hacia su esposo y el solo se quedó en silencio pensativo.

El en orfanato Andrés miró a Johan que suspiraba pesado y dijo.

"Acompañaré a Henrick".

Ryan que miraba a todos regreso su mirada a su padre, la emperatriz había dado más pistas de lo que creía.

Se sentía como un pequeño costal de papas, pero no quería quedarse atrás.

Se acercó a su padre y lo jalo.

"Vamos".

Henrick sintió el jalón de su mano y miró a su hijo.

"Si".

Salieron del orfanato para dirigirse hacia el pueblo central del condado Ik.

Johan Vicen se quedó en el orfanato en lo que se comunicaba con su gente por otra piedra de comunicación.

Andrés Ix hizo una vez más un círculo de teletransportación en las afueras del orfanato.

"Si no hay nada en donde dice la emperatriz, será mejor que hagamos una búsqueda por todo el estado".

Elena se dirigió al duque.

Nunca lo había visto de esa forma, se estaba preocupando por la mentalidad d duque.

Henrick no dijo nada como si no creyera que esta situación le pasaría a él.

Todos subieron al círculo y se dirigieron al nuevo destino.

En el condado Ik o lo que quedaba del condado.

El condado Ik era famoso.

Pero el último sobreviviente murio siendo acorralado por una secta que intentaban conseguir el poder de los demonios.

Desde el ahí el sitio quedó abandonado.

Llegó al sitio que la emperatriz había dicho

Un edificio grande de almenos cuatro pisos.

Todos mantuvieron su distancia.

Desde lejos miraron el lugar.

Un comerciante de joyas.

Tal como había dicho la emperatriz, habían joyas exhibidas en el aparador.

Esperaron a que hubiera algo para saber si este es el lugar designado, pero Elena que tenía en sus manos sus zapatos de tacón se los puso.

Se acomodo su ropa que seguía siendo la que uso en el juicio.

"Iré".

Los hombres miraron como Elena se entro en la tienda.

Henrick quería decir algo, pero se abstuvo.

Al entrar era una sala donde había en exhibiciones muchas joyas.

No pudo evitar preguntar, ¿Cómo la emperatriz sabía de este lugar?.

"Bienvenida, señorita".

"Podemos mostrarle lo que le guste".

Elena asintió mirando al hombre.

Pero no era su objetivo solo comprar.

Empezó a mirar el local y decir.

"¿Solo esto hay?".

"Fácilmente puedo decir que esto no es de primera calidad".

El comerciante se quedó mirándola.

Al verla detenidamente la mujer está vestida de forma muy formal y elegante.

Fácilmente dio por hecho que era una noble.

Elena seguía mirando las cosas hasta que dijo.

"Necesito un collar de oro blanco con un colgante de diamante ¿Amarillo o dorado?".

"He olvidado el evento de mi prima la marquesa Vicen, así que tengo que buscar un regalo apropiado y digno de ella".

Elena dijo lo primero que se ocurrió, el comerciante se quedó en shock al escuchar a la marquesa Vicen.

"¿Tienes algo bueno?".

Elena sonreía esperando a ser atendida.

Su misión era hacer un reconocimiento del lugar y ver si hay un tipo con la descripción que se tenía.

"Permítame llamar al dueño".

El comerciante se movió rápidamente para ir a otra habitación.

Elena asintió como estuviera aún mirando el producto que tenía en el local.

Al momento después un hombre con el cabello dorado y los ojos de color miel como la emperatriz había mencionado estaba frente a ella.

"Saludos, señorita".

"Me ha dicho que busca algo precioso y unico".

Elena asintió.

El dueño se acercó con una cajita y abrió para mostrar un collar de oro blanco con incrustaciones de diamantes amarillos.

Incluso los aretes del mismo estilo estaba.

Elena los observó detenidamente.

"¿Le agradan?".

Elena examinó la obra que había las joyas.

"Son hermosos".

El trabajo era delicado y único.

No había visto artesanos que hicieran un trabajo como ese.

"Bien, me los llevo".

"Espero que el señor...".

Elena quedó en silencio para que le hombre sonriera y dijera.

"Michell Piast es mi nombre, soy el dueño de esta joyería ".

El hombre respondió, Elena tenía sonrisa comercial como si hubiera logrado su propósito.

"Espero que el señor siga haciendo diseños únicos como estos, le hablaré bien de esta joyería a mi prima cuando le entregué el collar".

"En cuanto a mi, me gustaría uno con incrustaciones de diamantes rojas, ¿Tendrá alguna?".

El diamante rojo era raro.

"Ese si consiguiera el diamante valdría una fortuna, señorita".

El comerciante dijo y Elena asintió.

"Si, si no cree que pueda hacerlo entonces no hay mucho que pueda hacer".

Elena saco su dinero de bolsillo.

La cantidad de dinero que había en su bolsa dimensional eran todos los meses de trabajo durante ochos años en Sak, casi no compraba cosas y el duque le solía dar todo lo que necesitaba sin gastar de su dinero.

El señor dueño de la tienda Michell Piast asintió mientras veía las monedas de oro caer en el mostrador.

"Puedo hacerlo".

Miró a Elena.

"Puede venir el fin de semana y le prometo que le daré una obra".

Elena asintió feliz.

"¿En serio?".

Emocionada dijo, el hombre no había dejado la oportunidad de oro.

"De acuerdo, vendré el sábado y espero que no me desanime".

"Si me gusta incluso le diré a mi primo el duque Like Manik que este lugar sera el mejor lugar para comprarle el regalo de aniversario de la duquesa".

El propietario sonrió.

La belleza de Elena hacia que cualquiera que la viera emocionada se sonrojara.

"Bien, entonces vendré el sábado".

Elena tomo la cajita y la guardo para después marcharse.

Cuando llegó hasta el otro extremo de la calle y caminando más, encontró al duque Sak.

"Es como dijo su majestad, el dueño tiene el cabello dorado y sus ojos color miel".

"Habían tres vendedores pero uno me atendió".

"No hay más".

"Le pedí un collar, tienen habilidades con el diseño de joyas".

Henrick la miró queriendo decir algo pero antes de hacerlo Elena continuo.

"Bueno, así pude saber su nombre Michell Piast".

Con eso tenían como seguir al tipo.