Como hermano del antiguo rey, no había heredado ni siquiera una cualidad mágica. No obstante, su nivel de inteligencia lo llevó a ser asignado como el capitán del escuadrón de espías encargado de recopilar información contra un emperador enemigo. Esperando que aquella misión fuera su retirada, jamás pensó que le terminaría quitando la virginidad a una joven mujer. Así mismo se sorprendió al saber por parte del rey, que habían pedido su mano en matrimonio. Resultando que su futura esposa sería aquella chica de 20 años que desvirgó e hija del emperador enemigo.
“¿Es qué acaso no podré retirarme tranquilo” pensó con pesar.
“Esposo, ¡Me gusta que seas mayor! ¡Quiero ser tuya para siempre!” expresó su prometida.
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CAPÍTULO 24
Al ver que su estrategia había funcionado, sonrió aún con mayor fuerza al observar como ella había olvidado un segundo su tristeza. Sabía muy bien que su camino estaba marcado, ya que no podía jubilarse de manera tranquila, asumiría su deber con Abril e intentaría ayudarla. Aun cuando al final le rompiera el corazón al no darle realmente los hijos que tanto quería.
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La reina Erin, molesta por lo sucedido con su esposo, se encerró en su consultorio llena de ira. Tanto era así que, aunque la extraña mujer del espejo estaba presente, había durado mucho tiempo destruyendo todas las cosas en su interior.
—¿Ahora qué hago?—preguntó observando el desastre—dentro de poco volveremos a la capital, no podré estar más tiempo con Elwin.
—Si dejas de comportarte como loca y escucharas mis palabras—le reclamó la misteriosa mujer vendada—tal vez pudieras aplacar la ira en tu corazón.
Con cuidado, le pasó un pequeño frasco a través del espejo, el cual tomó con mucho recelo. Si bien hasta ahora ella era la única que se pudiera considerar su aliada, seguía siendo una desconocida.
—¿Qué es esto?—preguntó observando el frasco oscuro en su mano.
—Una droga para dormir—le respondió la mujer—haz que Elwin la tome y mientras duerme hazlo tuyo, de modo que su semilla quede dentro tuyo.
—¿Violar a Elwin?—tembló ante tal idea—yo quiero que sea mío, pero...
—Querida, los hombres no pueden ser violados—respondió la mujer—solo las mujeres pueden serlo; sin embargo, a ellos les gusta cuando una mujer toma la iniciativa. Cuando el despierte, estará dichoso de estar con una mujer tan hermosa como tú.
—Si, es cierto—se autoconvenció tomando con más fuerza el frasco—no es una violación si lo hace una mujer.
—Así es, cariño—sonrió con malicia la mujer—si haces bien las cosas, en tu vientre tendrás el hijo que tanto has querido con Elwin y yo te ayudaré a liberate de Somnus.
—¿Y la basura horrenda de Abril?—le preguntó aun más ansiosa—no quiero que esa mujer se acerque a Elwin, ¡El es mío!
—Siempre y cuando hagas tuyo a Elwin—respondió de nuevo—también te liberarás de ella.
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Elwin, quién deseaba obtener alguna prueba en el consultorio de Erin, esperó en la noche para poder infiltrarse en aquel lugar.
Si bien no era tan difícil con su experiencia, se sorprendió que el consultorio estuviera sin llave. Entrando con sumo cuidado e iluminando con un pequeño encendedor, observó como todo el lugar estaba hecho un desastre.
Sin embargo, cuando estuvo por entrar a la oficina de Erin, se dio cuenta de que unas extrañas cadenas rojizas salieron del espejo y comenzaron a amordazarlo.
Intentando quitárselas de encima, se dio cuenta de que aquellas cadenas emitían chispas de energía oscura, que de alguna manera estaban contrarrestando el cristal mágico en su interior.
Fue en dicho forcejeo que sintió un pinchazo en su cuello que de inmediato lo tumbó en el piso. Viendo como su visión se colocaba cada vez más y más borrosa, observó como una mujer se acercaba hasta él y se colocaba encima de ella.
—¿Su majestad?—preguntó reconociendola.
—Shh—respondió besando su frente—mi amor, estarás bien.
—No—habló mientras seguía forcejeando—¡Suélteme!
Al ver el rechazo que este tenía para con ella, dándole la mirada de asco que de verdad debería darle a Abril, Erin dejó de desnudarse y procedió a morder su pecho tan fuerte que le sacó sangre, provocando que por todo el batallón subterráneo se escuchara el grito de Elwin.
Alarmados ante la situación, varios soldados se dirigieron al la médica; sin embargo, al estar cerca, tuvieron que detenerse a causa de un frío aterrador.
—Un...un—dijo uno de los soldados—¡Un monstruo!
Señalando con terror a una de las oscuras esquinas del pasillo, vio como una figura humanoide se deslizaba en las paredes como si fuera una araña.
Abril, quién había sido despertada por el grito de Elwin, comenzó a convulsionar pese a tener la fiebre controlada, a tal punto que varios de sus huesos se quebraron y sus ojos quedaron completamente blancos.
—¿Cómo se atreve?—preguntó saltando al techo—¡¿Cómo se atreve a tocarlo?!
Con una velocidad sobre humana, corrió por las paredes y el techo hasta llegar al consultorio de la reina Erin y con un grito aterrador hizo que las ondas derrumbaran la puerta.
Fue así como vio a Erin desnuda, encima de un inconsciente y ensangrentado Elwin. La oscuridad en el interior de Abril se desbordó aún más y el lado dulce e inocente de la princesa ilegítima ya no dominaba aquel demacrado cuerpo.
—Perra—exclamó con ira.
Provocando que el cuerpo de Erin levitara, la alejó de Elwin mientras esta descendía del techo. Sin notar que aquellas extrañas cadenas desaparecían por medio del espejo, increpó con enojo a la reina.
—No, no puedes matar...—habló entre jadeos mientras sentía como una fuerza la dejaba sin aire—en mi vientre está el hijo de Elwin, ¿matarás a un inocente?
Abril de inmediato bajó la mirada, la cual se había tornado completamente oscura como la noche, para confirmar que, en efecto, en el vientre de la reina estaba la semilla de Elwin.
—Maldita—dijo apunto de matarla.
No obstante, sin verlo venir, las cadenas que habían retrocedido otra vez volvieron y tomándola por sus extremidades la introdujeron a la fuerza en el interior del espejo.
Seguido de eso, antes de cerrar el portal, su madre, quién también se había despertado producto del grito, ingresó tras el cuerpo de su hija.
—¡Erin!—gritó Somnus.
Si bien su corazón le gritaba ayudar a la mujer que amaba, el olor a sangre lo detuvo, encontrándose con una terrible escena: con tal de conseguir lo que quería, Erin había ultrajado a Elwin hasta el punto de morderlo hasta dejar expuesta su viva carne.
—Tio...—caminó tambaleándose—¿Tío?
Recordando aquel día en que perdió a sus padres el corazón de Somnus volvería a llorar sangre por tercera vez en su vida. La culpabilidad comenzó a atormentarlo: primero había perdido a su hijo y ahora su tío.