Gabriel Patel y Xavier Hudson son como hermanos desde siempre y cuando ambos hicieron una familia quisieron que sus hijos siguieran la misma línea.
Pero quizás esa no era una muy buena idea.
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Tres
Hola a todos- saludó Xavier al encontrarse en la discoteca con una pequeña parte de la plantilla de la empresa Patel y sus ojos rodaron hasta Leicy que como los demás respondió el saludo, pero sin detenerse a mirarle a la cara al hombre.
Y es que en realidad Leicy no podía mirarlo, lo vio venir hacia ellos y ya con eso tenía para sudar en ciertos sitios de su cuerpo, o quizás aquella humedad no era sudor, no lo sabía, lo que sí sabía era que aunque el jefe fuera un engreído e impresentable la chica no podía negar que tenía de todo en los lugares adecuados y por demás bien puesto.
El hombre venía vestido elegante pero informal como era su gusto, traía una camisa blanca con las mangas dobladas hasta debajo de los codos con los dos primeros botones abiertos para dejar ver su ancho y bien depilado pecho y traía colgando de su cuello una fina cadena dorada que terminaba en una medalla de las que se le regalan a los niños por su bautizo, lo que lo hacía ver tierno pero a la vez apetecible.
Tenerlo así frente a ella ya era motivo suficiente para que la chica le hiciera más de un reclamo a Dios por gastar tan buen material en alguien con tanta estulticia.
Los tragos y los bailes no se hicieron esperar en el pasar de la noche y venían siempre acompañados por los chistes y las risas de unos cuantos jóvenes que aunque no eran amigos íntimos se llevaban lo suficientemente bien como para pasar una noche divertida.
A Xavier le estaba gustando aquel ambiente, era la primera vez que compartía con un grupo que no ostentaba su mismo nivel adquisitivo y no era por prejuicio, si no porque nunca se había dado la invitación, y no podía negar que se sentía muy bien entre ellos.
Ahora estaba sentado riendo con cuatro de los chicos que habían venido, Elsa, que era la que lo había invitado ya había desaparecido con alguien que conoció allí mismo y Leicy, que era la causa por la que él había venido bailaba en la pista con algunos otros compañeros.
- Creo que mañana no podré mover los pies.- la escuchó llegar a la mesa y la vio tomar asiento sudada pero feliz.
- Pues sabes algo, es tu turno para quedarte cuidando nuestros tragos mientras bailamos ahora nosotros,- le dijo una de las chicas y todos se levantaron con apuro dejando a la peliroja sola con el causante de todas sus blasfemias.
- ¿Por qué siempre le sonríes a todos menos a mi?- habló él después de unos minutos de silencio en la mesa.
Ella levantó la vista y se dio cuenta de que el hombre no la miraba, su atención estaba en el trago de whisky que tomaba y en el hielo que flotaba dentro de este.
- Perdón señor Hudson, pero creo que tiene una mala perspectiva de la situación, como usted mismo dijo yo le sonrío a todos, aquí el que siempre me mira con cara de perro amarrado al sol y sin agua es usted.
- ¿Es así como me ves? - a él le causó gracia la metáfora y ella hizo un gesto con los hombros.
- Más o menos- le contestó.
- ¿Crees que podamos empezar a conocernos?- ella volvió a mirarlo y ahora chocó con sus ojos.
- Mejor cómprese un Lamborghini señor Hudson y déjeme a mi tranquila, le saldrá un poco más caro, pero estoy segura de que le dará más satisfacción cuando lo exhiba delante de sus amigos.
- Yo no soy el imbécil que te he mostrado en estos días, te lo aseguro.
Él trató de disculparse y la chica se quedó observándolo sin decir nada.
- Te juro que no sé lo que me pasa contigo, pero yo no soy así, nunca he irrespetado a una mujer o he intentado que haga algo condicionándola, te pido que me perdones.
- Está bien, creo que puedo olvidarlo.
Le dijo intentando quitar presión al asunto y lo vio sonreír, al final ella se había desquitado bien, todavía le ardía la mano después de la bofetada que le dio unos días antes por intentar besarla.
- ¿Podemos empezar de cero entonces?- ella asintió y él volvió a sonreír- ¿Quieres ir a bailar conmigo?
- Me toca custodiar los tragos ¿recuerda?- le dijo en broma.
- Pues te acompaño en tu guardia y después bailamos, y mientras podemos hablar un poco, quiero borrar la imagen vergonzosa que dejé en ti.
Ella le devolvió la sonrisa de hacía un momento, al parecer la noche además de liberar estrés, iba a servir para limar asperezas.
Unos tragos más tarde y las risas y las palabras iban a mejor entre aquellos dos, para cuando les tocó volver a bailar ya no sabían muy bien lo que hacían o donde estaban y para colmo la canción que se escuchaba cuando salieron juntos a la pista no era de las más tranquilas, y los cuerpos se rozaban uno con el otro haciendo que saltaran chispas entre ellos.
Aquella noche, sin saber siquiera como salió de la discoteca, Leicy tuvo lo que creyó un sueño erótico bastante real con el que por ese tiempo era su jefe, el mejor sueño que había tenido hasta el momento, le parecía tan real lo que hacía en aquella cama que hasta sintió un verdadero dolor cuando en la ensoñación que tenía supuestamente perdió su virginidad.
Y los orgasmos que tuvo, uf esos fueron los mejores que ha tenido, ni dándose placer ella misma en la vida real, que era todo lo que conocía de sexo los iba a poder superar jamás, no sabía que tenían aquellos tragos que tomó pero no había dudas de que la hicieron sentir que estaba en el tercer cielo y que hasta allí la había llevado un angel disfrazado de hombre.
Y él no se quedaba atrás, no sabía a ciencia cierta quien era la mujer con la que estaba ni como había llegado con ella a aquella habitación de hotel, pero si sabía que estaba disfrutando como nunca lo había hecho antes, era como si aquel cuerpo le estuviera dando todo lo que estuvo necesitando, y así continuó hasta que cayó rendido sobre ella, hasta que ninguno de los dos pudo más.
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Gracias a todas las que ya están acompañándome en esta nueva novela, espero que les guste y que no odien tanto a estos personajes.
me quedo sin palabras
excelente la novela
un ejemplo para las mujeres
saber que pueden reconstruirse siempre. solo es querer hacerlo y tener amor propio
cada quien en su lugar
felicitaciones a la autora