Alpha

Antoine volvió con su grupo, solo quedaron 7 guardias comunes, Margueritte e Immanuel, quedaron al frente de Luna Negra, la búsqueda del heredero de Víctor inició, muchos testigos dijeron que él jamás habría abandonado a su manada. La búsqueda se identificó, lo más probable es que el chico jamás haya salido de la manada.

Por otra parte, Antoine le habló a su amada Rebecca del hecho de adoptar a la cachorra, a lo que su mujer agradeció dándole muchos besos que él disfrutó. Irina sintió mucha alegría, jamás había tenido cariño materno real, sus tías por más que quisieron, debían estar al pendiente de sus propias cachorras, ella debía cuidarse sola. Ellas eran sus hermanas, sus primas y mejores amigas, pero el calor del abrazo de su madre, siempre fue un sueño lejano.

Rebecca Dumont, representaba en este corto tiempo, ese cariño que se le fue negado desde que nació.

- Mi pequeña niña, en cuanto lleguemos a Lune de Sang, te pondremos en la escuela. - la mujer amaba poder cuidar chicos y chicas.

- Yo... yo... jamás he ido... a la escuela. - su rostro estaba rojo de la vergüenza.

Rebecca comprendió la situación, la abrazó para darle calidez.

- No te preocupes linda, yo solucionaré eso.

Partieron 3 días después de Mondgarthen, el viaje a Francia tenía en expectativa a Irina. Todo eran tan nuevo, tan hermoso, justo ahora comenzaba a ver tonos de hermosos colores en el mundo exterior, el de ella siempre fue gris.

Selene y Ben quedaron trabajando en la colaboración que tendrían con Luna Negra, era importante que las manadas mantuvieran unidad y equilibrio, los lobos representan a la naturaleza misma, al igual que las hadas, ellos conservan el equilibrio de los bosques, así como los hijos del mar, cuidan a su reino.

Luego de varias horas, llegaron a París, los ojos de la cachorra brillaban de emoción. Observó desde el helicóptero donde recién abordaron para ir hacia Lune de Sang, a la magnífica torre Eiffel.

Una lágrima de felicidad bañó su mejilla, Becca tenía su mano sujeta, de algún modo se identificaba con ella, también estuvo privada de muchas cosas, hasta que apareció su alfa gruñón que le mostró un mundo lleno de miles de cosas sorprendentes.

Llegaron a la manada, fueron directo a la mansión, donde se encontraban Amelie, Armand, Renè, Corina y Charles. Ellos querían saber como había ido todo con las manadas alpinas.

Mamá, papá, - Armand los abrazó efusivamente - ¿cómo les fue?

- Todo fue bien, por fin pudimos comprobar que Víctor era una vergüenza para nuestra especie. - habló Antoine.

- Hola mis niños, ¿cómo están todos? - habló Rebecca a todos los presentes - Esta cachorra es Irina, ella será su nueva hermana. - la emoción de la mayor era notoria.

Irina estaba bastante cohibida, sobre todo por el rubio frente a ella, jamás había visto a un lobo tan hermoso como él. Pero ella era solo una insignificante cachorra beta, que vivió toda la vida encerrada en una habitación donde solo había una claraboya para ver la luz del día o la de la diosa Luna.

Rebecca quien siempre es perspicaz, notó los ojitos brillantes de la chica. No era alta, debido a la mala alimentación, pero era sin duda, una linda criatura. En lo particular, nunca le había caído bien la profesora de la que su nieto vivía enamorado, para ella, esa loba solo tenía al chico para sacar provecho.

El rubio la miraba curioso, nunca había visto a una loba tan pequeña, en su manada las lobas eran altas y con un cuerpo voluptuoso, en cambio la cachorra frente a él, si acaso alcanzaba los 160 cms.

- Vamos mi niña, te mostraré tu nueva habitación. - le dijo Becca, rodeando sus hombros con su brazo.

Humana y loba se fueron escaleras arriba.

- Bien papá, ¿nos puedes explicar que fue todo eso?

- Tu madre se ha encariñado con la cachorra, sabes que cuando toma una decisión, nadie puede persuadirla de lo contrario, - suspiró resignado - así que ahora tenemos una hija adolescente, también tendré que poner en cintura a su mate en un futuro.

Diciendo esto, el alfa se fue por donde hace un momento se marcharon, su luna e Irina.