"En esta cautivadora novela, se teje una trama intrigante cuando un acaudalado hombre de negocios se une en matrimonio con una caprichosa heredera. De esta unión nace Helena, un personaje que emerge como el catalizador de una venganza destinada a desentrañar secretos, deslealtades y dolores ocultos. Con giros inesperados y personajes complejos, la historia nos sumerge en un viaje emocional donde el resentimiento de Helena se convierte en un hilo conductor que revela la complejidad de las relaciones familiares y los intrincados laberintos del poder."
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Capítulo veinticuatro
Los tres ingresaron a la casa, Helena fue en busca de agua.
—Está muy linda tu pulsera, dijo Rosse que había ido detrás a la cocina.
— Me la dio Gio, la hizo él dijo Helena algo nerviosa.
— Pues está muy bonita, y Gio es muy guapo dijo Rosse.
Helena la miró en silencio y sonrió con timidez — Me voy a dormir, buenas noches Rosse dijo besándola.
Rosse fue detrás de ella, Helena saludaba a su padre que estaba en la sala, sentado en el sofá bebiendo un trago.
— ¿Qué te ha dicho ?, pregunto Maximus.
— Nada, ¿ porque lo preguntas?.
— Vamos no te hagas, si no los hubiera interrumpido seguramente la hubiera besado.
— No seas exagerado, estaba ahí y vi lo que paso, solo le estaba atando la pulsera dijo Rosse.
—¡Y después la hubiera besado!, exclamó Maximus con total vehemencia. A partir de mañana no bajará a la playa sola.
— ¡Estás celoso!, es tan tierno dijo Rosse.
— No estoy celoso, no seas ridícula. Es una niña y él se puede aprovechar de ella dijo Maximus.
— Es una adolescente, y estás muerto de celos, el temor de todo hombre mujeriego es tener una hija mujer, seguramente te hubiera gustado más un varón que se colgara tantas cabelleras como tú.
— No soy un mujeriego dijo Maximus muy serio.
— Tuviste más de cinco mujeres, eres un mujeriego, asúmelo dijo Rosse riéndose.
— No estamos hablando de mí, estamos hablando de mi hija y ese joven es más grande que ella.
— Celoso y posesivo, menudo suegro serás.
— No soy así y no seré suegro de nadie.
Rosse comenzó a reírse — Te daré un consejo, serénate por si no lo has notado Helena es muy hermosa, pero aún no ha madurado, imagina en unos cinco años harán cola en la puerta para invitarla a salir.
— No es gracioso, dijo él con el ceño fruncido.
— Lo sé, es un hecho aún tiene cuerpo de niña, imagina cuando madure dijo Rosse riéndose mientras sé ponia de pie.
— No me estoy riendo dijo Maximus mientras veía a Rosse subir la escalera.
— Lo sé Kyrie Athanasiou, dijo Rosse riéndose serían unos años movidos.
Maximus se puso de pie y se sirvió otro trago, mientras miraba una foto que se habían tomado con Eleonora y Helena en Atenas.¿Por qué no podía quedarse así chiquita?
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A la mañana siguiente Maximus paso por la habitación de Eleonora, había pedido que sus cosas se guardarán ahí, ingreso a la habitación y busco en el vestidor las joyas que habían pertenecido a Eleonora, tomó las cosas y bajó al comedor.
Helena se encontraba con Rosse, — Buenos días, papá.
— Buenos días Koukla mou dijo él. Quiero darte esto, dijo poniendo los estuches arriba de la mesa, Helena abrió los estuches — Eran de tu madre, tu ya estás más grande y cuidarás de ellos.
Helena miró las joyas, había de todo pendientes, gargantillas, pulseras ...
— Parece que le gustaban mucho dijo Helena.
— Sí y a mí me gustaba regalárselas. Esta se la di cuando me dijo que estaba embarazada de ti.
— Gracias papá las voy a cuidar mucho. Te quería preguntar en unos días será mi cumpleaños y yo quería saber si podemos festejarlo en la playa y si puedo invitar a Iones.
— Sí festejaremos como todos los años, no sabía que querías algo diferente.
— Una celebración con muchos empresarios,y millonarios que me triplican la edad tiene tanto atractivo como un tiburón dijo Helena.
—Entiendo, creo podría hacer algunas modificaciones generalmente lo hacemos en la terraza y jardín. Lo haremos en el jardín y lo extenderé hasta la playa. ¿Solo invitarás a Iones?.
— En realidad la idea era invitar al grupo de amigos que estaban ayer en la playa dijo Helena.
— Mientras tengan tu edad no hay problema dale los nombres a Minos, así los dejan entrar.
Helena miró a Rosse, buscando apoyo, pero Rosse solo sonrió.
— Tengo que llamar a Italia , para confirmar unos asuntos dijo Maximus poniéndose de pie llevandose su cafe.
— Dale los nombres a Minos y luego lo resolvemos, con la cantidad de personas que habrá no lo notará de inmediato dijo Rosse.
— Gracias Rosse, dijo Helena poniéndose de pie.
Helena fue a buscar a Hipólita, preparo su lista de invitados y se la entrego a Minos luego guardo las joyas de su madre.
Eran tan lindas, como su mamá. Helena se miró en el espejo no se parecía mucho a su madre, ella se acordaba de su madre aunque los recuerdos eran algo bagos, tenia que ver mucho con que su padrevy Rosse le hablaban de ella y le mostraban las fotografías.
Helena salió de su habitación y fue a la habitación que era de su madre, sabía que su papá había hecho guardar todo ahí, ella ingresó y se dirigió al vestidor, hasta su vestido de novia estaba ahí, Helena miraba los vestidos. Era extraño, pero cuando veía las fotos del matrimonio de sus padres no veía a una pareja enamorada.
También era cierto que en muchas se la veía triste. ¿Qué le hubiera dicho su madre de Gio?.
Estaba sentada en el vestidor cuando la puerta se abrió, era su padre.
— ¿ Qué haces aquí?, pregunto Maximus al verla sentada en el piso del vestidor.
— Pensaba dijo ella. ¿Papá puedo tomar un vestido de para ponerme el día de mi cumpleaños?.
— Pero tu tía Serafina te compró uno y según me dijeron es muy bonito.
— No me gusta, dijo Helena.
— Toma lo que quieras dijo Maximus sonriéndole. — Iré a ducharme.
Helena se puso a revolver el armario, había sacado dos vestidos cuando al sacar un tercero se dio cuenta de que estaba trabado con algo se encontraba atrapado en uno de los cajones, ella comenzó a tirar, pero no consiguió destrabarlo.
Comenzó a sacar los cajones cuando atrás de todo encontró un cuaderno.
Helena lo tomó al abrirlo vio que era una especie de diario de su madre.
Helena se lo llevó a su habitación junto con los vestidos.
Esa noche Maximus, saldría a cenar con un nuevo proveedor y uno de sus socios lo que significaba que volaría a Atenas y regresaría a la mañana siguiente. Maximus se despidió de su hija, ella se dirigió hacia el showroom vería una película con Rosse.
Maximus se giró al llegar a la puerta y volvió a acercarse a Roose.
–¿Te he dicho ya hoy cuánto te amo? Rosse sonrió cuando sus labios rozaron los suyos. –Una o dos veces –murmuró contra su boca.
Helena, que había vuelto a entrar al ver que Rosse no iba, puso los ojos en blanco.
–¡Otra vez no! Se supone que son los adultos responsables aquí. ¡Suban a una habitación! dijo Helena con total vehemencia yéndose.
Maximus sonrió — Las veré mañana, no la descuides no quiero salga a la playa de noche ...
saludos