La Reina Sucia

Dulcinea se acerca y le dice.

—¡Te lo dije!—susurrando.

—¿De qué hablas?, dulcinea.

—De la Reina, y su brujería.

—Si, creo que tenías razón, escuché que estos baños son muy eficaces, creo que cuando pase la guerra lo haré para seducir a mi marido nuevamente.

—Es buena idea, pero… y ¿qué tal si yo uso un poco de eso que preparaste a la Reina.

—Creo que alcanzará para ti también, ¿A quien quieres enamorar, picarona?

—ja,ja,ja ese no es asunto tuyo, solo déjame de eso, para más tarde bañarme, además huele muy delicioso.

—Si de eso no hay duda, está bien.

—Pero asegúrate de saber cómo lo aplica la Reina.

La mujer solo asintió y Dulcinea se fue.Al cabo de un rato ya estaba todo preparado y la cocinera le dice a Dulcinea.

—La Reina se bañó y luego se aplicó toda esta agua con las hierbas y se lo dejó en el cuerpo, dijo que se quedaría así hasta que el Rey volviera no se bañaría.

—Entonces yo también lo haré, para que se enamore de mi también, no me importaría ser su amante—Dijo orgullosa.

Dulcinea se fue, se bañó y luego colocó el agua con las plantas en su cuerpo mientras hablaba para sí misma.

—Ahora tendrás competencia, Reina sucia, yo soy más mujer que tú, tengo mejores pechos, grandes como al Rey le gustan, con este baño te conquistare mi majestad Verchi—mientras aplicaba el agua y las plantas por todo su cuerpo.

Alba estuvo cuidando a su padre toda la noche, por la mañana lo veía con mejor semblante, curó sus heridas y le dió de comer.

—Mi princesa suci, te has convertido en toda una Reina y no en cualquier Reina en una valiente, guerrera, protectora y admirada, todo lo que tu madre y yo quisimos que fueras.

—Padre, descansa aún debes recuperarte—acariciando su rostro.

—Lo haré pero es que no puedo sacar de mi mente la imagen de mi suci, dominando esa espada mejor que cualquier guerrero, hija estoy muy orgulloso, ahora me puedo morir en paz.

Alba sonreía y dejaba correr algunas lágrimas por sus mejillas.

—aun no es momemto de morir. Y yo estaré siempre agradecida con ustedes, los amo amarére eternamente, me dieron todo y más, me enseñaron el amor, la empatía, humildad a soñar y ser fuerte—aferrada a las manos de Amadeo las besaba y apretaba— y bendigo estás manos que me enseñaron a trabajar y dominar la espada.

— Debes luchar y vengar la muerte de tu madre, esa maldita mujer la encerró y torturó hasta que mi amada esposa no aguantó más, un joven me escondió en una cueva y trato de salvarla pero no pudo, luego el me saco y emprendimos el viaje para este Reino.

—Eso lo haré padre, por ahora debemos pelear una guerra que nunca quisimos, una guerra estúpida dónde está muriendo mucha gente, una guerra por el orgullo, avaricia y narcisismo de una sola persona.

—Estás más que preparada y se que van a ganar.

Una vez que Alba terminó con su padre bajó hacia la cocina, ahora ella verifica los alimentos antes de distribuirlos.

Estaban todas las mujeres reunidas cuando entró la Reina ellas murmuraban y esto le pareció de mala educación a la Reina.

—¿Qué es lo que murmuran?.

—Su majestad, es que hay un problema con Dulcinea y ya no encontramos como ayudarla.

—¿Qué sucede?—interrogó Alba, aún sabiendo de qué se trataba.

—Es que Dulcinea, no sé cómo decirle, es que ella.

—Huele horrible su majestad—se expresó una cocinera—es repugnante, ella se ha ido a bañar cinco veces y aún así huele mal, yo no la tolero y por eso no la quiero aquí en la cocina.

Las demás mujeres sentían pena por Dulcinea, pero cierto todo lo que había dicho su compañera.

Alba tuvo que aguantar las ganas de reír, tomó un poco de té para disimular y luego habló.

—Traiganla, para que me explique qué le ocurre.

Las doncellas salieron corriendo y en cuestión de minutos estaba frente a ella una Dulcinea muy mal encarada, se veía que se sentía muy incómoda. Alba colocó sus dedos en forma de pinza en su nariz y le comenzó a hablar.

—¿Qué es lo que te ocurre?, debes bañarte, hueles muy mal.

La Dulcinea avergonzada le responde.

—Su majestad me he bañado cinco veces, y ya no se me quita este olor.

—¿Y por qué hueles tan mal?.

—Su majestad, es que quería probar uno de sus baños de hierba y anoche olía muy bien, por eso lo apliqué.

—Pobre Dulcinea, ven siéntate come un poco de esto y vas a ver qué mejoras—ofreciendo una ensalada.

Ella lo comió confiada y desesperada por el mal olor, ya se lo quería quitar de encima. Comió toda la ensalada y le agradeció a la Reina.

Pasaron unos minutos, la Reina se quedó en la cocina, hasta que Dulcinea.Comenzó a sentirse mal, estaba mareada, un agudo dolor abdominal iba en ascenso, sudaba frío y estaba más pálida que un papel

—¿Qué ocurre, Dulcinea, te sientes mal?, sientes dolor, mareos, náuseas— Dijo Alba—tienes razón, eso es desagradable. Te vas a descompensar, a sentir mucha debilidad, sentir un dolor agudo en tu estómago por varios días, aunque no es mortal está planta en pocas cantidades, pero si es muy desagradable.

Dulcinea no podía ni siquiera mantenerse de pie, pero escuchaba y entendía todo.

—Así se sintió el Rey, en plena guerra y tú saboteando todo. Llévenla a su habitación y cuidenla, por la noche ya estará bien, denle esto de tomar.

Las doncellas se miraron entre sí por qué el olor que emitía era nauseabundo, pero ahí si la Reina no podía hacer más.

—¡Ah! Lo siento, pero con el olor si no puedo hacer nada, eso sí tardará semanas en quitarse.

Las cocineras y Martha reían a carcajadas, y cuando sacaron a Dulcinea de allí, Alba se unió a las carcajadas. Fue un momento de travesura para reír un poco.