Mila, hija de uno de los hombres más poderosos de Suecia, hará todo para evitar los planes de su padre, imponiendo los de ella.
Para evitar un gran problema con su futuro, se meterá en uno peor, todo por ser tan rebelde, ¿será que de esa locura surgirá el amor?
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Capitulo 24
Mila.
He dormido todo el día, apenas me levanté a desayunar, es que Elías está molesto, lo entiendo, es que debí decirle lo que teníamos planeado, a lo mejor Horacio estaba celebrando con su novia, estaba muy guapo.
Tal vez lo reprendió por haberle dicho mentiras.
No puedo ni escuchar música que rabia me da eso, a lo mejor la mentira de anoche se convierta en una realidad si no me dan un poco de libertad.
Me pongo a pensar en que lo único que he querido es libertad y precisamente es lo que me condena.
Recordar ese beso me pone caliente, no es como que no me haya besado alguna vez, lo he hecho muchas veces, recuerdan que fingía ser una zorra delante de mis amigas en EEUU, para que mi padre también lo creyera.
Es que debía hacer bien mi trabajo, así que me tocó besar a varios chicos.
Pero eso es que el beso de Horacio fue tan diferente, tan rico, tan divino.
El sonido de la puerta me saca de mis pensamientos—¿Quién es?
—¿Estás vestida, puedo entrar?—oh por Dios es Horacio, el corazón se me acelera de inmediato, ¿qué hago?
—No, pero igual puedes entrar—Ay que estúpida porque dije eso.
—Mentira entra—él abre la puerta con cuidado, mete primero el cuerpo y luego la cabeza, me da un poco de risa.
—¡Viniste!—Siento como emoción.
—Lo prometido es deuda—sonríe—además por lo que hiciste anoche, debía compensarte—Ah es eso, solo pagarme lo que hice.
—Gracias por tomarte la molestia de venir, supongo que pensaste lo que te dije anoche.
—Más de lo que crees—sonríe.
—¿Entonces?—digo emocionada.
—Primero quiero probar tu comida.
—Ah, ok será en la cena si no estás muy apurado.
—Para nada tengo todo el día.
—¿Podemos empezar mientras llega la hora?
Ruda los ojos—ponte una ropa acorde para empezar a enseñarte defensa personal.
—¡Siiii!—qué emoción, o sea que si quería enseñarme, no le da miedo que todo lo que me enseñe lo emplee en su contra.
—No supongas que no he reflexionado en eso, sé que a lo mejor esté haciendo mal, pero me arriesgaré— se encoge de hombros, es tan hermoso.
—Bueno, sales un momento para cambiarme— señaló lo que tengo puesto.
Me coloco un short muy corto, el mismo lo compro, por algo lo hizo, un top negro, mis zapatos de deporte, recojo mi cabello en una cola alta y estoy lista, me siento lista, tengo que salir de aquí, y enamorar a Horacio es la mejor forma.
Salgo de la habitación y bajo a la cocina le pregunto a Sonia dónde está y me dice que está hablando con Elías.
Soy tan odiosa que me dirijo hasta donde están los dos, los busco hasta que los consigo.
—Buenas, ¿interrumpo?—les digo para que se den cuenta de que estoy aquí.
Ambos dirigen su mirada hacia donde estoy.
Me miran de los pies a la cabeza.
—Mila, ¿por qué te vistes así?—Horacio me habla mientras que Elías solo se mantiene en silencio.
—Es lo más adecuado para lo que vamos a hacer, además tú mismo me lo compraste.
—Tienes razón, disculpa, no deberías vestirte así, aquí hay muchos hombres.
—Entonces no me compres este tipo de ropa—me cruzo de brazos.
No entiendo a Horacio, me trae una ropa que después no quiere que use, no tiene sentido, Elías solo me mira fijamente, me tiene nerviosa, siento que su mirada me desnuda, o por lo menos es lo que siento capaz y me estoy equivocando.
—Vamos a la parte de atrás, allá nadie podrá verte.
—Cualquiera diría que me tienes aquí encerrada para que nadie me vea—lo digo con sarcasmo, pero, en cambio, me mira como si quisiera matarme—¿Qué dije?—Me encojo de hombros, mientras voy detrás de él.
—Aquí estará bien—se quita la franela, y ¡wow! 😍 Qué divino cuerpo tiene este hombre, creo que moje el piso, ahora no sé si sea por las babas de mi boca o las de abajo.
—Mila, aquí—Truena los dedos.
Sacudo la cabeza para ubicarme en el tiempo y el espacio.
—Dime que debo hacer, por favor cero distractores.
—¡Perdón!—me mira sin comprender.
—Lo siento solo pensaba en voz alta.
Se ha quitado los zapatos y solo tiene un pantalón de Chándal color negro.
—Vamos a comenzar con algunas cosas, lo básico.
Me da la espalda y tiene unas nalgas bien redondas, hasta me dieron ganas de apretarlas se ven duras.
—Mila estoy esperando—me dice de nuevo cuando me ve en las nebulosas.
—Lo siento es que considero que no dormí bien anoche—siento las mejillas ardiendo.
—Entonces dejemos para otro día, hubieras comenzado por ahí.
—No, no te preocupes, vamos.
—Ok comencemos por hacer calentamientos, no queremos que se te desgarre un músculo.
—Bien, entendí.
Comienza a hacer una serie de ejercicios que la verdad no sé qué tienen que ver con defensa personal.
Media hora y estoy tirada sobre el pasto sin oxígeno en los pulmones.
—Eres muy floja Mila, debes correr a diario para que tengas resistencia en las piernas.
—Yo corro siempre—respondo como puedo, me siento deshidratada.
Ya le dije a Sonia que te trajera un jugo de limón—me dice y luego se sienta a mi lado.
Gracias y bendiciones