Dilata reencarna en su primera vida, con recuerdos de la segunda. Hará de todo para poder tener una mejor vida y ser feliz junto a su hijo.
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Día tranquilo.
Han sido unos días tranquilos en el palacio, hemos paseado por los jardines y jugado.
En unos días estaré haciendo las reformas en el castillo con la ayuda de Raina, nos hemos hecho más cercanas en este tiempo y está muy interesada en mi poder.
He pensado si puedo ayudarla con los acontecimientos que se vienen para ella, no me quiero involucrar directamente para no ser descubierta pero no puedo dejar que nada le pase, es una buena persona.
–¿Te gusta este juguete bebé?
Meneo el sonajero en mi mano y Elliot lo sigue con la mirada riendo, levanta los brazos tratando de sostenerlo. Se lo doy y contento lo mueve con energía.
–Mami ¿Te gusta?
Drystan me muestra un dibujo en el que estuvo trabajando todo el tiempo que estuvimos en el jardín, hace poco le regale un libro para colorear con unos cuantos lápices. Se mostró muy entusiasmado cuando se lo di y desde ese día no lo ha soltado.
–Es hermoso cariño.
Es un dibujo coloreado típico de un niño pequeño con líneas corriendo por todas partes. A mi parecer los niños de este mundo suelen ser más inteligentes que los del mio, por ejemplo mi hijo de tres años no llevo mucho tiempo enseñándole a pintar, siguen siendo líneas y manchas pero ya casi no se sale de los márgenes del dibujo. Tal vez sea por todo lo que hemos vivido.
–Ese es un dibujo muy lindo.
Una voz ronca y baja suena a nuestras espaldas, Drystan de inmediato se tensa y toma mi mano fuertemente.
Me pongo de pie y hago una reverencia.
–Saludos a su alteza el Archiduque.
–Saludos señorita Dupeyrón, pero no necesita tanta formalidad, solo llámame Raymond.
–No puedo hacer eso su alteza.
–Yo se lo estoy pidiendo.
–Está bien… Raymond.
Muestra una pequeña sonrisa en su frío rostro y se ve aún más guapo de lo que ya es.
–¿Ellos son sus hijos?
–Sí, él es Drystan –sujeto su hombro para que se pare enfrente mío –Saluda cariño.
Nervioso Drystan hace una reverencia imperfecta, le he estado enseñando pero aún no le sale muy bien.
–Es un niño muy educado.
Raymond trata de acariciar su cabello pero Drystan se hace a un lado.
–Es un niño un poco tímido.
Es la primera excusa que se me ocurre, mi niño le tiene miedo a las personas que se ven como el Archiduque, serio o malhumorado, con Ángel y Dante no es igual ya que ellos son chicos jóvenes, alegres.
–No es problema –Se agacha a la altura de Drystan –¿Te gustan los dulces?
De su chaqueta saca un dulce con una envoltura colorida, Drystan lo mira con curiosidad para luego voltear a verme.
–Puedes tomarlo cariño.
Con timidez alza la mano hasta alcanzar el dulce, Raymond aprovecha para acariciar su cabeza con cuidado, Drystan alza la cabeza y le sonríe con suavidad.
–Gracias.
–No hay de que.
Tomó a Elliot en brazos porque comenzaba a inquietarse.
–Tranquilo cariño.
–¿Él como se llama?
–Él es Elliot, tiene pocos meses de nacido.
–¿También es hijo de su esposo?
–No, a Elliot lo encontré en el camino a mi hogar en el pueblo en el que vivo actualmente.
–Es una pena que la gente abandone bebés tan pequeños y vulnerables.
–Sí, fue una suerte que decidiera salir ese día y lo pudiera encontrar.
Ambos miramos al bebé en mis brazos, Elliot mira a Raymond y le sonríe, alza su pequeña mano en su dirección.
–Es un niño muy lindo.
–Es adorable.
Alza su mano para tomar la de Elliot haciendo que este apreté su dedo con fuerza.
–Será un guerrero fuerte cuando sea grande.
–Eso espero –miro la mesa que se encuentra detrás mío –¿Quisiera sentarse?
–Sería un placer.
Tomamos asiento y comenzamos a comer, me doy cuenta que el Archiduque degusta más que nada la fruta y no me puedo resistir a preguntar.
–¿Le gusta la fruta?
–Me encanta, en mi hogar tengo muchos árboles frutales.
–Eso es maravilloso, al llegar al imperio yo también planté frutas en mi hogar –no se si hacer esta pregunta pero es algo que me nace hacer –¿Le gustaría visitar mi hogar y conocer mi cultivo?
Se muestra sorprendido con mi pregunta, desvía la mirada mientras juguetea con una manzana.
–Perdón, no lo pensé mucho al preguntar.
–No es eso, solo me sorprendió.
–Oh.
–Pero sería un honor para mí aceptar su invitación.
Continuamos conversando hasta que llega una sirvienta mencionando que el rey solicita la presencia del Archiduque.
••••••••
–¿Dónde van?
Me doy la vuelta para ver a Raymond acercarse a nosotros.
–Drystan quiere dar una vuelta por el mercado.
–Los acompaño, yo también voy al mercado.
–Es un honor su alteza.
Caminamos juntos hasta la entrada del castillo donde nos esperan los carruajes.
–Dante, no será necesario que nos acompañes, puedes tener la tarde libre.
–De acuerdo mi señora.
–No estoy muy seguro de cómo podremos meter ese aparato en el carruaje.
Raymond señala el coche en el que va Elliot.
–No se preocupe, esto se desarma de manera fácil.
Drystan suelta el coche para que yo pueda desarmarlo, es un coche de madera que cree basado en mis recuerdos de los de mi mundo, por lo tanto tiene casi las mismas formas de desarmarse. Presiono dos botones que tiene a cada lado y se convierte en una silla con Elliot aún en el, empujó hacia abajo la parte inferior hasta que quedó como una mochila.
–Eso es muy ingenioso.
–Gracias.
Nos ayuda a subir al carruaje, nos acomodamos y comenzamos el viaje.
En carruaje son 30 minutos de camino al mercado, los cuales pasamos en total silencio.
Al llegar de nuevo nos ayuda a bajar, armo de vuelta el cochecito colocando a Elliot en el.
Caminamos por las concurridas calles del mercado en silencio viendo los puestos artesanales, Drystas señala un puesto de manzanas caramelizadas por lo que nos acercamos a comprar una para él. Mi hijo se ve contento con su manzana.
Continuamos caminando hasta que veo un puesto en donde venden sombreros, gorras y diademas.
–Está boina te queda fantástica cariño.
Colocó la boina color burdeos en su cabeza y se ve deslumbrante. Compré unos cuantos gorros también.
Caminamos hasta que el silencio se me hizo insoportable.
–¿Tiene esposa, su majestad?
–No la tengo.
–¿Y una prometida?
–Tampoco ¿Porque el interés?
–Solo tenía curiosidad del porque un hombre tan guapo como usted está soltero.
Abro los ojos sorprendida por lo que acabo de decir, siento mis mejillas calentarse mientras miro hacia otro lado.
–¿Cree que soy guapo?
–Bueno… sí.
–Usted también es una mujer muy guapa.
–Gracias.
Estuvimos en silencio unos minutos más hasta que él volvió a hablar.
–Estuve comprometido hace un tiempo, mi prometida no conocía mi identidad hasta que la encontré engañándome unos meses antes de la boda, me vio en una fiesta en el palacio y decía arrepentirse de lo que había hecho.
–Es terrible, no entiendo como una mujer podría engañar a un hombre como usted, tendría que ser tonta.
Nuevamente me sorprendo por lo dicho, no se porque cuando estoy en presencia de este hombre es muy fácil para mi hablar.
Escucho una leve risa venir de mi lado derecho, cuando volteo el Archiduque tiene una sonrisa en su hermosa cara.
Llegamos cerca de la entrada al bosque cuando veo a un cachorro de lobo ladrar y dar vueltas por todas partes.
Extrañada me acercó para tratar de calmarlo.
–Tranquilo bonito.
no se arrepiente solo es su marido el dilema debería acabar con esa farsa ya que tiene apoyo así no va sola no le hará nada y este Raymond de todo por ella ya que puede ser que pronto haya bebe a bordo