-Esto no puede continuar así María Camila, eres la mayor, no puede ser que esta sea la quinta niñera que renuncia en menos de un año-
-No queremos una extraña en casa papá, yo puedo cuidar a mis hermanos-
-Eso no está en discusión, sabes que tengo que trabajar, habla con tus hermanos de inmediato-
-Desde que se murió mamá has cambiado mucho, sabes te necesitamos en casa, mamá ya no esta y nos duele comprende esto no te duele solo a ti-
-María Camila no te vayas así, hija, escúchame-
Laura no entiendo porque tenias dejarnos solos justo en el momento en que mas te necesitamos.
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Capítulo 23: Una bienvenida para Lucrecia
Luciana
La llegada de esa mujer me resultó incómoda desde el primer momento. La forma en que me miró y su tono arrogante me dejaron claro que no traía buenas intenciones. Intenté disimular mi inquietud, pero creo que Emiliano lo notó.
—¡Elena! ¡Elena, ven acá! ¿Es que no escuchas que te estoy llamando? —se oyeron los gritos desde el primer piso.
Bajé las escaleras con rapidez, y como lo imaginaba… era ella.
—Disculpe, señora, estaba en la cocina preparando la cena —respondió Elena, algo temerosa.
—Cada día sirves para menos cosas —replicó Lucrecia con desdén—. Necesito que desempaques mis maletas y que prepares mi platillo favorito. Quiero una deliciosa cena de bienvenida.
—¿Todo está bien, Elena? —pregunté al acercarme.
—No te metas —me interrumpió Lucrecia, clavando su mirada en mí—. Tú también eres parte del servicio, aunque andes de ofrecida con Emi.
Elena me miró nerviosa, pero yo sonreí con calma.
—Elena, vuelve a la cocina, enseguida te acompaño —le dije, sin apartar la mirada de Lucrecia.
—Quizás yo no tenga ningún derecho, pero tú tampoco. Deberías respetar a las personas que trabajan en esta casa —añadí con firmeza.
—Te das aires de señora siendo una simple arrastrada —respondió sujetándome con fuerza del brazo—. Pero tu reinado va a durar muy poco.
—¿Qué sucede aquí? —se escuchó la voz de Camila al entrar.
—¡Cami, querida! Qué gusto verte —dijo Lucrecia fingiendo dulzura—. Solo conversaba con tu niñera.
—Luciana no es la niñera —corrigió Camila con seguridad—. Es la novia de mi papá. ¿Qué haces aquí?
—Llegué esta mañana. Quise venir a verlos, desde que murió tu madre sé que han estado muy tristes y solos —respondió con fingida compasión.
—No te hubieses molestado, sabes que no eres bienvenida —replicó Camila.
—No seas malagradecida. Mejor ve a preparar a tus hermanos, hoy tendremos una cena especial en familia —dijo antes de subir a su habitación.
Camila se giró hacia mí, preocupada.
—¿Estás bien, Lucí? ¿Te lastimó?
—No, aunque no entiendo por qué habla con tanto odio —respondí con un suspiro.
—Siempre ha querido ocupar el lugar de mamá —dijo Camila con tristeza—. Pero hoy vas a demostrar quién es la nueva señora de esta casa. Vamos, te ayudaré a que te veas como una reina.
Y así lo hicimos. Después de organizar a los niños, subimos a mi nueva habitación. Camila escogió un vestido precioso, me peinó y maquilló. Cuando me vi al espejo, no pude creerlo… jamás me había sentido tan hermosa.
Camila salió para alistarse, y minutos después, Emiliano entró en la habitación.
—¿Amor, puedo pasar? —preguntó desde el vestidor.
—Sí, pasa.
Se quedó mudo al verme. Se acercó despacio y me besó.
—Estás preciosa… demasiado preciosa —susurró.
—Camila me ayudó —respondí tímida.
—¿Y qué celebramos hoy?
—Nada en especial. Lucrecia quiso una cena de bienvenida, y Cami pensó que debía verme elegante —le conté.
—Lucrecia… no sé cuánto tiempo podré soportarla aquí. Aunque, si me dejas, podría quitarte ese vestido y olvidarnos de la cena —dijo, tomándome de la cintura con una sonrisa traviesa.
—No, señor. Los niños nos esperan —le respondí entre risas, apartándome de él.
Minutos después, bajé a buscar a Sol, que se había quedado dormida. Emiliano y los gemelos ya estaban en el comedor junto a Camila y… la inevitable Lucrecia.
—Sol, mi amor, despierta.
—Pareces una princesa, Lucí. Estás muy bonita —me dijo con una sonrisa soñolienta.
—Gracias, amor. Vamos, nos esperan abajo.
Cuando bajamos, todos se quedaron mirándome. Emiliano se levantó enseguida y me tomó de la mano. El gesto bastó para borrar la sonrisa fingida de Lucrecia.
Elena empezó a servir la cena: mariscos, ostras, pulpo… platos que apenas conocía. Los niños los miraban con el mismo desconcierto que yo.
—¿Qué pasa, Luciana? ¿Acaso no sabes cómo comer esto? —preguntó Lucrecia con sarcasmo.
—La verdad no —respondí con calma—. No suelo comer este tipo de platillos.
—Era de esperarse. Se nota a lo lejos que eres una muerta de hambre sin modales ni clase —replicó con una sonrisa maliciosa.
Emiliano se levantó furioso.
—Lucrecia, te pido amablemente que te disculpes con mi futura esposa.
—No te enojes, Emi. Solo dije la verdad… pero está bien, discúlpame, Luciana —dijo, fingiendo arrepentimiento—. Aunque unas clases de etiqueta no te vendrían mal.
—Yo tengo una idea mejor —interrumpió Sol, muy seria—. Compremos pizza y hamburguesas. Esos animales se ven feos.
Todos reímos.
—Me parece una excelente idea —dijo Camila—. Esos gustos tuyos, Lucrecia, son demasiado exclusivos.
Emiliano sonrió.
—¿Qué dicen, chicos? ¿Pizza y hamburguesas?
—¡Síííí! —gritaron los niños emocionados.
—Entonces pónganse los abrigos. Vamos a comer al centro comercial —dijo Emiliano.
—¿Piensas dejarme sola, Emiliano? —preguntó Lucrecia indignada.
—Sí, querida Lucrecia. Disfruta tu cena… y bienvenida. Espero que no planees quedarte demasiado tiempo —dijo antes de subir las escaleras, tomándome de la mano.
Muchas gracias por leer.
He estado muy ocupada con mi trabajo y mis estudios, tambien estuve enferma un tiempo, pero estaré actualizando lo más seguido que me sea posible.
Quién será ese hombre misterioso ??? 🤔