Ethan ya lo había perdido casi todo: sus pacientes, su reputación y la fe en la gente. Todo por una acusación que jura era mentira. Cuando aceptaron mantenerlo en la clínica bajo una condición —tratar a un paciente que nadie más quería—, tragó su orgullo y aceptó. El nombre en el expediente: Kael Drummond.
Luchador profesional. Incontrolable. Violento. Y con el hombro izquierdo casi inutilizable.
Kael no confía en nadie. Creció quebrando a otros antes de que lo quebraran a él. Su cuerpo es su arma, y ahora le está fallando. Lo último que quiere es un terapeuta metiéndose en sus límites.
Pero entre sesiones forzadas, provocaciones silenciosas y cicatrices que no son solo óseas, Ethan y Kael se enfrentan… y se reconocen. El dolor es todo lo que conocen. Quizás también sea donde empiecen a sentir algo que nunca habían tenido: cariño.
NovelToon tiene autorización de Moxonligh para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 18
[ Lunes, 10h | Gimnasio privado de entrenamiento]
Kael volvió a entrenar.
No para probarle nada a nadie, sino para probarse a sí mismo que el cuerpo aún obedece cuando el corazón está firme.
El ring era el mismo, pero él no. Ahora, cada movimiento venía con más control. Con más presencia. Con más verdad.
Ethan lo observaba desde el borde, anotando tiempos, pausas, respiración.
—Estás más suelto que la semana pasada —comentó Ethan, sonriendo.
—Eres tú. Traes paz.
Kael salió del ring, sudado, respirando pesado.
—Estoy pensando en marcar la lucha de regreso para dentro de dos meses. Será en São Paulo.
—Apoyo total. Pero con una condición.
—Habla.
—Seguimos enteros hasta allá. Sin esconder. Sin quebrar.
—Hecho.
[Noche | Cena con Laura, la periodista del documental]
Fueron a cenar con Laura, la periodista que grabó el video.
—El documental alcanzó dos millones de vistas —dijo ella—. Tienen gente animándolos. Y marcas curiosas. Pequeñas, pero reales.
—¿Y el lado podrido? —preguntó Kael.
—También aumentó. Amenazas, mensajes absurdos… Pero hasta eso está sirviendo para mostrar cuánto ustedes expusieron un problema mayor.
Kael bebió un sorbo de vino.
—Gracias por todo.
—Yo solo grabé. Quienes tuvieron coraje fueron ustedes.
—Sí. Solo que ahora… —comenzó Ethan.
—Ahora ustedes tienen algo que nadie consigue fabricar: verdad.
[Martes, madrugada | La filtración]
Ethan se despertó con el sonido de las notificaciones disparándose.
Kael estaba al lado, durmiendo.
Tomó el celular. Un mensaje de voz de Carla, su excolega de la clínica.
"Ethan, no sé cómo decirte esto. Pero alguien filtró tu prontuario interno con comentarios del director. Hay capturas de pantalla circulando. Montaron un informe falso para justificar tu despido como ‘conducta inadecuada con diversos pacientes’. Está en grupos de médicos, se está viralizando. Y hay más: hay fragmentos del documental cortados fuera de contexto... y están intentando usarlos contra Kael también."
Ethan se quedó paralizado.
Abrió el navegador. Ahí estaba.
“Ethan Soler: exfuncionario de la Clínica Vitta, acusado de transgresiones éticas desde 2023.”
Fragmentos cortados: Kael diciendo “Él me tocaba”, y Ethan diciendo “Eso fue lo más intenso que ya viví”, completamente fuera de contexto.
Kael se despertó, vio su expresión.
—¿Qué pasó?
Ethan le mostró el celular.
Kael leyó. Silencio absoluto.
—¿Quién hizo esto?
—Solo alguien con acceso a la grabación original.
Kael miró alrededor. El nombre vino con gusto amargo.
—¿Laura?
[Confrontación con Laura | Tarde del mismo día]
Kael golpeó la puerta de su oficina con Ethan justo detrás. No pidieron permiso.
—¿Están locos? —dijo ella, asustada.
—¿Tú filtraste fragmentos cortados de nuestro video? ¿Y el prontuario de él?
—Kael... juro que no fui yo. Yo no filtré nada. Pero...
—¿Pero qué?
Ella vaciló. Después habló:
—Le pasé una copia del bruto a un productor interesado en comprar la historia de ustedes para un documental mayor. Él dijo que necesitaba ver el material. Yo no sabía que...
Ethan cerró los ojos. Kael se quedó inmóvil.
—Vendiste nuestro dolor —dijo Ethan, sin levantar la voz—. Y ahora hay gente esparciendo que yo soy un predador y que él es un enfermo emocional manipulado.
—Pensé que estaba ayudándolos a alcanzar a más gente…
—Pensaste en visibilidad. En proyección. No pensaste en nosotros —cortó Kael—. El mundo ya nos estaba atacando. Ahora echaste gasolina al fuego.
[En el auto | El silencio más pesado de todos]
De vuelta al auto, Ethan estaba pálido.
—Van a usar esto para cancelar todo.
Kael no respondió. Solo conducía.
—¿Kael?
Él estacionó el auto bruscamente. Golpeó las dos manos en el volante.
—Es siempre así. Empezamos a respirar… y alguien sofoca.
—Pero aún estamos juntos.
—¿Por cuánto tiempo, Ethan? ¿Hasta cuándo vas a conseguir sostener las consecuencias por mi causa?
Ethan lo miró. Serio. Dolorido.
—Yo no estoy aquí por causa. Estoy aquí por ti.
Kael lo encaró.
—¿Y si un día todo esto te cuesta hasta tu paz?
—Entonces tú me vas a ayudar a reconstruir. Como yo estoy intentando hacer contigo.
Silencio. Esta vez, de alivio.
Kael extendió la mano. Ethan la sujetó.
—¿Vamos hasta el final?
—Hasta donde aguantar. Y cuando no aguantar… descansamos en el hombro uno del otro.