Que harías, si la persona que piensas para llevar a cabo tu plan de ser madre de casualidad descubres que es tu esposo que no conocías, no sabías de su existencia, pero tus padres si, ya era muy tarde para arrepentirme de lo hice..
Alana Walker es una mujer hermosa arquitecta, que tiene un sueño, pero eso implica a otra persona de por medio que no tiene, un dia conoce a el hombre que ella piensa que puede ayudarla....
Bastian Miller es un hombre muy ambicioso y controlador, le gusta que las cosas se hagan a su manera pero su vida dará un giro cuando conozca a....
si quieres saber que pasa con estos dos personajes descúbrelo en EL DESEO DE UNA NOCHE DESESPERADA.
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capitulo 24
A la mañana siguiente, Bastian vino, pero no solo estaba acompañado, por sus cosas a la casa.
Yo estaba empacando mis cosa y de las niñas. No iba a esperar a que atraparan a ninguna Julieta. Me vale un caracol ella. Bastian vino con una chica muy bonita, Yo ni le presté atención. Cuando él vio mis maletas, me preguntó:
— ¿Para dónde vas? — y me miró con superioridad. Yo le dije:
— Me voy a mi casa y luego hasta donde la vida nos lleve. Porque si no te quedó claro, tengo dos hijas que necesitan de mí. Pero como yo sé que nunca quisiste a las bebés, quiero decirte algo antes de que te vayas y ya no sepamos más de ti. Te agradezco por cumplir mi deseo desesperado de ser madre. Yo sé que tú nunca me amaste como yo en algún momento lo hice — ví en la mirada de Bastian un aire de tristeza, mi voz ya estába cortada y siento un nudo en la garganta, me la aclaro y pienso lo que voy a decir pero el no vale la pena. Prosigo:
— Bueno, no les quito más tiempo. Yo sé que estas palabras se las llevará el viento. Pero por mi paz mental, tenía que hacerlo. Que la vida te trate bonito y tus objetivos sean cumplidos — mis lágrimas no aguantaron más. Las limpié rápido y él respondió:
— Ya terminaste Necesito irme. Mi vuelo sale temprano Cuida mucho de las niñas y discúlpame por esto— y ahora porque las disculpas
Él se fue y yo quedé como tonta llorando en casa. Terminé de hacer las maletas. Mañana salía a estados unidos. Mi padre venía por mí. El camión con las cosas para enviar a dónde la vida me va a llevar llegaba muy temprano.
El día lo pasamos las niñas y yo jugando. Llevé a las bebés a pasear un rato por el centro comercial. Se me hizo de noche. Las nenas estaban dormidas. Pedí un taxi y lo estaba esperando en la entrada. Llegó y se me dificultaba subir las cosas al maletero.
Traté de subir lo que pude. Cuando en eso, un chico de rasgos físicos asiáticos me dice:
— Disculpe, ¿la puedo ayudar en algo? — Cuando volteo a verlo más detalladamente, por los mil y un dioses del universo, este hombre como para devorarlo.
— Sí, claro. Gracias, muy amable — mis mejillas estaban muy rojas. Traté de ocultarlo, pero no pude. Porque se dio cuenta. Y la gota que derramó el vaso, me sonrió.
Me presenté. Mucho gusto, mi nombre es Alana Walker - estiré mi mano en señal de saludo. Él hizo lo mismo. "Hola, un placer, mi nombre es Sung Jung". "Un placer, Sung Jung". "El placer es mío, preciosa. Tienes unas hermosas bebés. Disculpa que sea tan atrevido, pero sé que el taxi te está esperando. ¿Cuándo puedo volver a verte?"
No puedo creerlo. Tiene una sonrisa y unos ojos de infarto, pero es triste que no pueda volver a verlo.
—Disculpa, pero mañana vuelo a Estados Unidos y luego a otro rumbo—.
—Qué triste, Pero toma mi número Cuando puedas, escríbeme. A lo mejor por esos rumbos me las pueda encontrar— Cerró la puerta del auto. Corazón, cálmate. No te puedes enamorar de una persona que conociste hace media hora. Alana, vuelve a la tierra. Deja de volar. Esa persona solo quería ligar.
Llegamos a casa. Bajé las cosas primero, llevé a las niñas y luego poco a poco lo que compré. Llevé a las niñas al cuarto. Aún seguían dormidas. Guardé todas las cosas. En eso se cae un papel que veo muy extraño. Lo levanto y es lo que me dio el chico del centro comercial. ¿Será que le escribo? Mis manos me picaban, pero no. ¿Y si es un depravado? Mejor me quedo tranquilita. Mis bebés son más importantes para mí como para exponerlas.
A la mañana siguiente, mi padre llegaba a las 9 en su jet privado. Ya estaba lista. Me despedí de todo el lugar. Lloré, pero sentía un alivio.
Mi padre llegó. Subimos todo al auto. No les conté, pero me iré lejos. Sé que esta decisión es por mi bien y de las bebés, pero ¿a dónde voy? Nadie me conoce. Me iré a Corea. Sé que son culturas muy, pero muy distintas. Creo que allá estarémos mejor. Mi vuelo sale mañana.
Mis cosas y las de las niñas fueron enviadas a un apartamento hermoso que compré con unas vistas sensacionales. Bueno, eso decía el folleto.
Llegamos a casa. Mi madre nos recibe y me pregunta:
—Mi amor, ¿estás segura de que te quieres ir?—
—Sí, mamá. Bastian destrozó mi corazón y mis sentimientos. Debo ir a un lugar donde nadie me conozca. Prometo que te llamaré todos los días y verás a las niñas. Además, sé que está muy lejos, pero puedes ir a verme cuando quieras—. Mi madre estaba llorando.
—Mami, no llores— La abrazo muy fuerte.
Fuimos a la sala donde se encontraba mi papá jugando con las mellizas. Mi amiga jamás volvió a llamarme después de que la llamé hace dos días para decirle lo de Bastian y me contestó de mala gana. Es lamentable, pero bueno, llegó la hora de cenar. Las mellizas ya dormían y mañana tendríamos que madrugar para viajar. Esto será un reto porque estaré sola con dos bebés que demandan mucho.
Compré muchos audífonos y dulces. Escribí una nota para que así las personas no les molestaran mis bebés, ya que suelen ser un tanto ruidosos. La nota dice: "Hola, señor viajero. Somos Bonnie y Addison, tenemos 6 meses y medio. Si quieres llevar un viaje tranquilo, pero si en algún momento llego a molestar, ponte estos audífonos. Mi mamá tratará de lidiar con todo. Este será nuestro primer viaje largo".
Había llegado la hora de irnos al aeropuerto. Mis padres y hermano me acompañaron a tomar el vuelo. Una aeromosa me indicó que yo sería la última en abordar. Esperamos y al entrar, este avión era de lujo. Tenía butacas amplias y le dije a la muchacha: "Disculpa, pero ¿podrías repartir esto? Es para que mis hijas no molesten a los pasajeros". Cuando ella los repartió, las personas me vieron y en sus rostros una sonrisa de agradecimiento.
Algunos se pusieron los audífonos, otros solo los guardaron. Cuando en eso veo unos ojos familiares que me brindan una sonrisa. Y sí, como pensé, el destino me jugó. Era Sung Jung, el chico del centro comercial. Lo saludé con mi mano y me di la vuelta.
En el avión tenían una especie de cunitas desplegables donde las puse a ellas. Bonnie estaba tranquila, pero de un momento a otro, Addison empezó a llorar. Traté de calmarla y nada. Cuando alguien me tocó el hombro y dijo:
—Hola, ¿será que puedo ayudarte?—, cuando me giré, era Sung Jung que otra vez venía a mi rescate.
les presento a Sung Jung