Marta trabaja en un rincón oscuro de la oficina, porque no quiere ser vista. Pero el Presidente Joel del Castillo decide sacarla a la luz, como su mujer.
El es un playboy y ella un ratón de biblioteca. Ninguno de los dos cree en el amor, pero por cuestiones prácticas el necesita esposa y ella... ella no necesita nada de él, ¡pero no consigue quitárselo de encima!
Y así, entre tiras y aflojas, se pasan la vida. Es de suponer que es la clásica historia en la que terminarán juntos pero... ¿y si no?
NovelToon tiene autorización de Coke del Castillo para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Recordando
Capítulo 24
Marta se enteró por Leo de todo lo sucedido. Lo lamentó sinceramente por la familia. También por su novio y su amigo Dani pues sabe bien que le tenían mucho aprecio al fallecido.
Cuando colgó el teléfono se quedó pensando en Joel y en todo lo que pasó entre ellos. Tenía algunos bonitos recuerdos con él aparte de lo que pasó después y que la hizo despreciarlo. Ahora todo el rencor había desaparecido de su corazón y se compadeció del hombre, ahora huérfano de padre. Con un suspiro recordó una tarde de las tantas que habían pasado en el invernadero de las rosas, cultivando dos nuevas variedades que le habían llegado desde Inglaterra.
Ambos compartían ese mismo amor por las flores y cuando estaban en aquel espacio casi parecía que tenían una dimensión aparte para los dos. Trabajaban en silencio y total armonía en los rosales, controlando el drenaje del sustrato, vigilando que ninguno estuviera afectado por alguna plaga, y sobre todo cuidando de que todo el recinto tuviera los techos abiertos durante las horas más soleadas, pues cada planta debía recibir no menos de cinco horas de exposición directa a la luz, para garantizar su mayor esplendor y belleza.
Al principio cuando fue a vivir a casa de él, no quería estar allí, se sentía incómoda y hasta como si fuera una prisionera. Luego cuando ya pudo salir con más normalidad y sin que la acosaban constantemente, se quedó en parte para seguir con el teatro de forma creíble tal y como le dijo Joel, en parte porque allí estaba más cuidada por todo el personal del servicio, al que llegó a conocer hasta por nombre. Los chicos de la seguridad, los que se ocupaban del jardín, la cocina y demás. Y ni qué decir de la señora Thompsom, el ama de llaves, un auténtico personaje que al principio se hacía cruces al verla y al final la cuidaba como si fuera una madre.
Eran las cosas que más extrañaba ella. La gente de la casa, el invernadero y esos ratos con Joel. Hubo un tiempo en el que pensó que entre ellos estaban naciendo sentimientos más allá de la amistad. Por eso le dolió tanto lo que sucedió luego, no solo por el escarnio público, sino porque en el fondo algo en su corazón se quebró.
En fin. Así es la vida, sí. No se arrepentía de nada en absoluto pues todo eso le había servido para cambiar grandemente, no solo a nivel personal sino también a todos los niveles. Todo en su vida era perfecto a día de hoy.
Sonreía mirando el cielo y dejando que el sol le costara la cara.
—Que suerte vivir aquí —musitó.
......................
El accidente fue orquestado por Jenna. Leo no podía dar crédito a lo que leía. Su equipo le había enviado todo. La confesión del hombre al que encontraron herido en un hospital y no pudo escapar. El impacto había sido terrible también para él, aunque no le importaba morir, según dijo. Lo había hecho por dinero para su familia que estaba en la miseria y le habían pagado muy bien. Entregó lo que tenía cuando lo amenazaron con hacer daño a su mujer y sus hijos.
Contó como lo habían contactado y quien lo había hecho, pues para curarse en salud fue acumulando pruebas. Así es como supieron que aquella maldita quería librarse de sus suegros quizás con intención de hacerse la dueña y señora de todo lo que Joel tendría como el heredero principal. Leo se tapó la cara. En ese momento podría matar a esa mujer.
La mencionada se encontraba haciendo el paripé en el funeral de David del Castillo, agarrada al brazo de su marido y fingiendo un dolor y unas lágrimas que no sentía en absoluto. Joel no estaba en capacidad de oponerse a nada y aunque sabía que ella era la última persona a la que su padre hubiera querido ver allí, a su mujer legalmente aún y realmente le estaba sirviendo de apoyo en esos momentos. Sus hermanos tampoco estaban contentos y la miraban con odio pues no se creían su teatro, aun estando envueltos en su pena.
Elena Moreno, no despertaba y no pudieron esperar más para el entierro. Al salir de allí, todos se dirigieron a la mansión. Joel no quería dejar a los chicos solos en esos momentos, y su mujer no lo dejaba solo a él a pesar de que le pidió que se marchara a la casa de ellos. Se negó con la excusa de que en esos momentos debía estar para ellos y tuvo que ceder pues todos miraban a la pareja atentos.
Cuando entraron en la mansión, el silencio era fúnebre. Ni siquiera el servicio emitía un sonido mientras trabajaban pues sus empleadores eran muy queridos por ellos y estaban tan tristes por la pérdida como cualquiera de los hijos. Jenna entró y empezó a dar órdenes y disposiciones y los chicos la miraron espantados. Luego miraron a su hermano esperando una reacción que detuviera las ínfulas de esa tipa, pero Joel ni se enteró. Estaba acostumbrado a las maneras de Jenna en su propia casa y ya no luchaba con ella por eso.
—Deja de dar órdenes. Esta no es tu casa! —le espetó Lola. Su hermanita estaba al borde de un colapso. ¿No solo cargaba con el dolor de su pena por perder a su papaíto, sino que además tenía que calarse a esta tipeja en su casa?. No lo iba a permitir y si su hermano el calzonazos no decía nada, ella lo haría.