Elliot, un omega puro y dominante, se disfraza de un chico feo y humilde para convertirse en sirviente (Asistente personal) de Cassian Lancaster, un alfa dominante y heredero de un imperio empresarial. Lo que comienza como un acto de protección hacia él mismo se complica cuando surge una atracción inesperada entre ellos. Cassian, intrigado por su misterioso sirviente, no sospecha que tras su apariencia se oculta alguien completamente diferente. Ambos terminan enamorándose sin darse cuenta. ¿Qué pasará si Cassian descubre la verdad sobre Elliot?
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📌 BL/Omegaverse (ChicoxChico)
📌Embarazo Masculino
📌 Ocultamiento de Identidad
📌 Omega ¿débil? x Alfa fuerte
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Capítulo 3
—No es que no se haya bañado, joven maestro —intentó explicarle la señora Rosa a Cassian —. Su nombre es Elliot. Tiene la misma edad que usted… y su sangre es negra.
—¿Negra? —murmuró Cassian, frunciendo el ceño con incredulidad.
—Por favor, acepte a Elliot como su nuevo sirviente personal, joven maestro. En esta mansión ya no quedan más candidatos —pidió la señora Rosa con seriedad.
Cassian exhaló con frustración. No tenía paciencia para lidiar con sirvientes incompetentes, pero tampoco quería complicarle las cosas a Rosa, así que, a regañadientes, aceptó.
—Está bien —dijo con desinterés.
—Gracias, joven maestro —respondió la señora Rosa, dándole una palmada en el hombro a Elliot como diciéndole que trabajara bien.
Elliot no dijo nada, solo asintió en silencio, sintiendo la mirada del alfa sobre él.
La señora Rosa se retiró, dejándolos solos en la enorme biblioteca.
—¿Hay algo que el joven maestro necesite? —se atrevió a preguntar Elliot, manteniendo la cabeza baja.
Cassian volvió a centrarse en su lectura, hojeando un grueso libro de negocios.
—Vaya, parece que sabes hablar —comentó con un deje de burla.
Elliot apretó los labios, incómodo.
—Entonces me quedaré callado.
Cassian arqueó una ceja.
—Siéntate. Esa es tu primera tarea.
Elliot obedeció de inmediato y se sentó en una silla cerca de él, atento a cualquier instrucción. Sin embargo, el agotamiento lo venció. No había comido ni dormido bien en días y, antes de darse cuenta, terminó quedándose dormido, su cuerpo incapaz de resistir más.
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Pasaron varias horas. Cuando Elliot despertó, sintió algo mullido bajo su cuerpo. Parpadeó varias veces, confundido. Ya no estaba en la silla de antes, sino en un sofá de la biblioteca.
—¿Joven maestro…? —llamó en voz baja, pero Cassian ya no estaba.
El pánico se apoderó de él.
—¿Me habré metido en problemas por dormirme? ¿Me despedirá?—
Asustado, decidió buscar a la señora Rosa para explicarle lo sucedido, pero la mansión era demasiado grande y terminó perdiéndose en los interminables pasillos.
—¿Cómo regreso a la zona de los sirvientes? —murmuró para sí mismo, sintiéndose como si estuviera en un laberinto.
Mientras tanto, la señora Rosa, al notar su ausencia, revisó las cámaras de seguridad para localizarlo.
—Elliot… —suspiró la mujer al encontrarlo. Había terminado en un pasillo poco transitado, cerca del almacén.
Cuando Elliot la vio, corrió hacia ella.
—Señora… creo que cometí un error. ¡Seguramente el joven maestro me despedirá!
—¿Quién te dijo eso? El joven maestro no ha dicho nada —respondió Rosa con calma—. Vamos, regresa a tu habitación. Debes prepararte para la cena.
Elliot asintió y comenzó a alejarse.
En la familia Lancaster, era tradición que todos los miembros se reunieran a cenar.
—¿Se supone que debo alimentarlo? —murmuró Elliot, aún sin entender completamente su papel como asistente personal.
"De todas formas, debo disculparme por haberme quedado dormido", pensó Elliot, decidido a no rendirse.
En su habitación, encontró un uniforme de sirviente y algunas prendas de recambio. Se cambió, agradecido por la ayuda de Rosa, y prometió hacer su mejor esfuerzo.
Cuando llegó la hora de la cena, Elliot recibió su primera tarea: ir a buscar al joven maestro.
Otro sirviente lo guió hasta la habitación de Cassian.
—Toca la puerta y anúnciate —le indicó el compañero.
—Gracias —respondió Elliot con un leve asentimiento.
Tomó aire y golpeó la puerta.
—Joven maestro, soy yo…
—Entra.
La voz de Cassian resonó desde el interior, grave y autoritaria.
Elliot abrió la puerta con cautela.
La habitación era amplia y lujosa, con un diseño europeo clásico que le recordaba a los palacios de la realeza que había visto en la televisión.
Cassian estaba aplicándose perfume tras haber salido de la ducha y cambiado de ropa.
Elliot recordó lo sucedido en la biblioteca y bajó la cabeza.
—Perdóneme, prometo que no volveré a quedarme dormido —dijo con humildad.
Cassian lo observó con indiferencia.
—No importa. Aunque te pedí que te sentaras, terminaste durmiéndote —comentó sin darle demasiada importancia.
El Alfa se acercó y se detuvo justo frente a él, su aroma impregnando el aire.
Elliot tragó saliva, sintiéndose algo intimidado por la presencia dominante de Cassian.
—Lo siento mucho, joven maestro. Por favor, no me despida.
Cassian lo miró fijamente.
—No tengo intención de despedirte porque tienes una cualidad especial.
Elliot alzó la vista con sorpresa.
—¿Una cualidad…?
Cassian se inclinó levemente hacia él, sus ojos oscuros brillando con un atisbo de diversión.
—Tu única cualidad es que eres feo, omega.
Elliot parpadeó, confundido.
—¿Ah? ¿Eso es un cumplido o un insulto, joven maestro? — Dijo mientras ladeaba la cabeza.
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