Richard Ford, el Ceo de Industrias Ford, es un hombre acostumbrado a tener el control, nadie le dice que no, pero todo cambió cuando aquella pelirroja de ojos azules se atravesó en su camino robando una de sus pertenencia y aunque la ha buscado por cielo y tierra para castigar su insolencia, su paradero es todo un enigma. Lo que desconoce Richard, es que será ella quien toque a su puerta en busca de un empleo, luego de eso podrá recuperar el sueño, o tal vez esta vez le roben algo más valioso... su corazón.
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Es un juramento.
Mis manos bajan a sus piernas y se deslizan en forma ascendente tirando en el proceso de la playera que cubre su cuerpo, ella levanta ambos brazos permitiendo que me deshaga de la prenda, la tomo entre mis brazos y la llevo a la cama donde la deposito con cuidado.
— No imaginas cuanto he soñado esto. — Le digo cuando la desprendo de la única prenda que cubre su cuerpo y es mi bóxer, me quedo de pie un momento frente a ella detallando su piel expuesta sobre mi cama, esa que ha sido testigo de las noches en que la he soñado sudoroso, su cabello rojo esparcido sobre mis sábanas y sus ojos que suplican por mí. Tiro de la playera que traigo puesta y me deshago de ella, hago lo mismo con mi pantalón quedando solo en bóxer, beso minuciosamente cada parte de su cuerpo, necesito saber si solo la he idealizado, si es frustración por no haberla poseído antes o si realmente estoy jodido por esta mujer.
...Pov Chanel....
Debo admitir que ni yo misma sabía lo frustrada que me encontraba por el hecho de que Richard me procurase con tanta delicadeza cuando en realidad lo único que quiero es que me tome entre sus brazos y me haga suya.
El escrutinio de sus ojos sobre mi piel, lejos de causarme vergüenza genera una sensación de éxtasis por la forma en que me mira. Toma uno de mis pies y besa mi tobillo, su mirada no se aparta de la mía, la oscuridad en sus ojos y sus pupilas dilatadas son un presagio de lo que se avecina, entre besos y pequeños mordiscos sube por mi pantorrilla, al llegar a mis muslos internos se alterna para atenderlos a ambos dejando besos húmedos a su paso; al sentir su aliento cerca de mi zona V mi cuerpo se estremece.
— ¿Qué... qué haces? — Me atrevo a preguntar aún sabiendo la respuesta. — Él me mira y sonríe de lado y sin mediar palabra su boca se cuela entre mis piernas para que su lengua se abra paso entre mis pliegues y poder jugar con mi parte más sensible. — Ohh Ri... Richard... — Mi espalda se arquea y sus manos se aferran a mis caderas para obligarme a mantener la posición en que me necesita, su ágil lengua se mueve de arriba abajo una y otra vez, para luego entrar en mí mientras con su dedo pulgar no deja de masajear aquel montículo que sin duda alguna es el interruptor que enciende el placer, nunca había experimentado tantas sensaciones juntas y a las que hoy puedo ponerles nombre y apellido, mis manos que antes se aferraban a las sábanas blancas ahora lo hacen en su cabello en señal de exigencia, quiero más, necesito más, él lo entiende y no se detiene ni por un segundo, al contrario, cada vez se hace más hambriento y sediento de mí y es algo que deja en claro con cada arremetida, su lengua sale de mí y da un ligero, pero alucinante mordisco en uno de mis labios.
— Voy a usar mis dedos, ¿recuerdas como se siente? — Saboreo mis labios mientras asiento con la cabeza apoyándome en mis codos, para ver mejor cada uno de sus movimientos.
— Ahhh... — No puedo evitar gemir al sentir la invasión de sus dos dedos entrando simultáneamente, su vista está centrada en lo que hace, su entrecejo levemente fruncido, su lengua paseándose entre sus labios y el rítmico movimiento de sus dedos en mi interior hace que el cauce de la pasió* que habita en mi interior se desborde en una oleada de máximo éxtasis llevándome al clímax. Él me mira y sonríe haciendo alarde de su hazaña, mientras tanto mis codos dejan de sostenerme para permitir que mi cuerpo se relaje y sienta una a una las sensaciones póstumas al momento tan intenso que acabo de vivir. Cierro mis ojos recuperando el aliento.
— ¿No creerás que va a suceder lo de anoche? — Abro los ojos al escuchar su voz grave y varonil para encontrarme con su cuerpo totalmente expuesto. Mis ojos se abren de manera sorpresiva al ver su miembro palpitante, y he de admitir que si sus dedos lograban asustarme ¿Qué puedo esperar de algo de tal dimensión? Aclaro mi garganta.
— ¿Estás bien? No tengas miedo. — Me dice al ver mi expresión.
— Puedo con eso. — Me atrevo a decir tratando de ser valiente. Él sonríe mientras niega con la cabeza.
— Lo sé, eres una mujer de armas tomar. Ven aquí. — Hago lo que me pide y me siento en el borde de la cama. — Quiero que sepas que jamás haré algo que te dañe, créeme lo vas a disfrutar.
— No lo dudo. — sonrío nerviosa, él se inclina y hace que me incorpore quedando de pie frente a él y procede a besarme, sus besos son suaves y logra que me relaje, mientras me besa frota su miembro contra mi abdomen bajo, una de sus manos acaricia mi rostro mientras la otra toma la mía y la guía hacia su duro miembro haciendo que lo agarre, luego me guía haciendo movimientos ascendentes y descendentes.
— ¿Te gusta tocarlo?
— Me gusta. — Es lo más sincero que he dicho, no puedo negarlo.
— Dime que no mueres porque esté dentro de ti y me detendré en este preciso momento, pero si haces lo contrario y me dices que quieres sentirlo, no tengas dudas, te llevaré al cielo.
— ¿Es una promesa?
— Es un juramento.
— Llévame a conocer el cielo, muero por sentir las nubes entre tus brazos. — Me levanta con sus fuertes brazos y mis piernas reaccionan enredándose en su cintura, su miembro roza mi entrada, pero él no ejerce presión, me lleva a la cama donde apoya una de sus rodillas aún sosteniéndome para terminar acostado sobre mi cuerpo, sus besos hacen un recorrido que va desde mi boca, pasando por mi mentón, cuello, hasta llegar al valle de mi pecho.
— Eres perfecta. — Dice en medio de estos para luego volver a mi boca. Su lengua juega con la mía y es una dulce tortura, una de sus manos viaja a mi entrepierna. — Tu cuerpo me dice que estás lista ¿Te sientes lista? — Sus penetrantes ojos clavan su mirada en la mía.
— Estoy lista, no sabes cuánto lo deseo. — Él besa mi frente tiernamente, toma mis manos y las coloca por encima de mi cabeza, con una de las suyas se posiciona en mi entrada y luego entrelaza sus dedos con los míos...
Nota Autora:
Nos leemos mañana, comenten, ¡amo hacer estas escenas! 🔥 🔥 🔥
Y por supuesto, cuento con sus votos. 😊