Luca pierde la cordura en un viaje de trabajo por California, al cruzarse en su vida con una joven mujer.
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Capitulo 24
Zhavia
Los siguientes tres días me los pase con Luca, él venía a casa y se quedaba a dormir y luego íbamos al hotel donde de hospedaba y así. Arturo claramente se enteró pero no me juzgó, por el contrario me hizo varios chistes, por como empezó todo. Fabrizio por otro lado, solía verme algo dudoso cuando me lo cruzaba en el hotel, como si con la mirada quisiera averiguar mis intenciones. Jamás hablamos, no hubo oportunidad, pero sé, lo leí en sus ojos, que él desaprobaba esa relación que tenía con Luca. Al final, gracias a mi consejo de ceder en algo, Luca pudo llegar a un acuerdo con la gente del proyecto y firmaron el bendito contrato de una buena vez. Parecía que Luca estuvo una vida entera en San Francisco pero solo fueron tres semanas, en las que la mitad de esos días no le dimos descanso a los resortes de mi cama y de la suya. Siempre supe desde el principio, que lo nuestro era eso, sexo. Era una atracción física y nada más. Si bien, no tengo nada en contra de Luca, nuestras diferencias son enormes, jamás hubiese funcionado algo más que eso, por lo cual no espero mucho de él una vez que se vaya.
Él me pidió que lo vaya a despedir pero se me hizo muy raro, por lo cual estuvimos juntos la noche anterior en mi casa y luego partió rumbo a su hotel, donde ya tenia todo listo para ir a Los Ángeles, y de allí irse a su país. Quise regresarle el teléfono, pero no lo quiso de ninguna manera, para él era la única forma de estar en contacto, incluso insistió en comprarme una computadora pero negocié que me quedaba con el celular si no me regalaba nada más, y aquí me quedé con el teléfono. Las primeras dos semanas hablábamos a cada rato, nos mandábamos menajes todo el día, todo el tiempo, sobre todo; el clima, lo que estábamos haciendo, que íbamos a comer, algo de sexting, fotos, un poco de esto y algo de aquello. También hubo llamadas y videollamadas, con el correr del tiempo todo ésto se fue espaciando, lo que era todos los días paso a ser día por medio, luego cada dos o tres y luego una o dos veces a la semana, hasta que en tres meses simplemente dejamos de mantener el contacto. Mentiría si dijera que no me dolió un poco al principio, pero no como algo romántico, sino más bien como perder un amigo. Creo que jamás sentí algo romántico por él, algo como un enamoramiento, claro que me gustaba es un hombre muy guapo y de buen cuerpo, pero luego no teníamos mucho más que ver y compartir. Una vez que él dejo de mostrar interés, yo dejé de insistir, no escribí más, ni intenté llamar, ni siquiera miraba su contacto para ver su foto, nada.
A los dos meses de que Luca se fue, empecé a verme con un chico, alguien a quien ya conocía, era un amigo de Arturo, siempre hablamos y tuvimos la mejor pero jamás lo miré con otros ojos, hasta una noche de fiesta en casa. Lo que me dijo Luca aquella vez que tuvimos sexo en su habitación en el hotel me dejó pensando, siempre tenía eso, sexo, jamás hacía el amor, al menos no desde que corte con mi primer novio. No es que lo haga con cualquiera, solo lo hago con quién me gusta y porque quiero, jamás por presión u obligación, pero de todas formas tenía ganas de enamorarme, de tener a alguien que me trate bien, alguien con quién compartir, no lo sé, quería una relación supongo, algo de estabilidad. Y en eso entro él, Dave.
Dave
Dave es un gran chico, empezamos a vernos cada tanto, salíamos a lugares con amigos en común. Él toca en una banda de punk, solía invitarme, iba siempre con Arturo y una cosa llevo a la otra y terminamos en algo así como una relación. Íbamos muy bien, compartíamos mucho y no solo era el sexo, también solíamos acostarnos y solo ver películas, no hacer absolutamente otra cosa que eso, compartir. Y debo aceptar que eso me llenaba mucho más el alma que cualquier otra cosa. Él era súper tierno y detallista conmigo, no había forma de no sentirme querida, pero como lo bueno no dura para siempre tuve una recaída, y una muy fea. Empezó como algo pequeño, tomaba pequeñas dosis de cocaína, cuando quise acordaré ya era más seguido y luego mi perdición, la heroína, fue lo primero que consumí, incluso antes que la marihuana. Una vez que mi padre estaba libre, yo estaba viviendo con él, me había escapado de un hogar de acogida dónde nos golpeaban mucho, no tenía familia ni a donde caerme muerta y probé yendo a la casa de mi abuelo paterno, para mi sorpresa allí estaba mi padre. Él siempre estaba drogado, trataba de disimular frente a mi pero me daba cuenta de eso, de su estado. En una de esas veces que él se drogó cayó desmayado en su habitación dejando sus cosas sobre la mesa del comedor. Lo había visto varias veces inyectándose, siempre intentaba hacerlo escondido de mi, en el baño o en su habitación, pero aveces cuando estaba muy volado simplemente lo hacía, esté yo ahí o no, es así como aprendí como debía hacerlo. Quise probar, solo por eso, no sé porqué. No pude dejar eso desde aquel día. Lo hacía a escondidas de él, con lo que le sobraba, o le robaba de lo que compraba, él estaba tan drogado siempre que ni se enteraba de la situación. Él aún cree que empecé a drogarme por estar en las calles, jamás supo que fue por él, por verlo y por las drogas que dejaba en todas partes en la casa, enterarse de eso le rompería el corazón, un corazón que tiene roto hace rato, primero por mi madre y luego por la muerte de mi abuelo. Él jamás pudo ayudarme a rehabilitarme, pero siempre me dijo que podía ir a su casa, que ahí estaba mi hogar, que él siempre me iba a esperar con los brazos abiertos no importaba qué. Y así hacía, siempre corría a él, a sus brazos, a aquellos brazos lastimados de tantas jeringas, que ya no podían más, pero que eran los únicos que abrigaban mi infancia fría y carente de amor. Hasta que cayó preso, y servicios infantiles me llevo, y luego cada que me escapaba de los hogares e iba a su casa, era el primer lugar al que me iban a a buscar, así que ya tampoco tuve ése hogar, mi hogar, con mi padre. Y solo me quedó la calle, con Arturo, hasta que terminamos con su abuela. De todo eso me quedo una adicción bastante fuerte a la heroína, que suelo evitar fumando marihuana, pero está vez fue más fuerte. Me tocó una visita sorpresa de mi oficial de libertad condicional, y obviamente me fue mal. Y aquí estoy otra vez, en un centro de menores, algo así como un reformatorio. Mi padre sigue preso, el único que vino a visitarme fue Arturo, Dave vino algunas veces pero me dí cuenta de que merece algo mejor y corte todo. No se merece esto, me dolió hacerlo pero él está para algo más, yo no le llegó ni a los talones, y con dolor lo deje partir. Aveces viene los días de visita pero no lo recibo. Muchas noches aquí en mi pequeña habitación con literas que comparto con más chicas, recuerdo a Luca, han pasado más de seis meses desde que dejamos de hablarnos, no supe más de él. Lo recuerdo con cariño, y sé que debe estar mejor que yo, cualquiera debe estar mejor que yo en este momento.