En un mundo donde la bruma cubría los valles y las montañas se alzaban como gigantes dormidos, la Edad Media se desplegaba en un tapiz de misterio y magia. Caballeros con armaduras relucientes y doncellas con vestidos de seda se movían entre sombras y luces, mientras seres mágicos acechaban en los rincones más oscuros.
Dragones con escamas que brillaban como el oro y ojos que ardían como el fuego, volaban por los cielos, dejando tras de sí estelas de humo y leyendas de terror.
En este mundo de magia y maravilla, una heroína emerge para enfrentar el mal y salvar el reino. Una joven con un corazón valiente y un espíritu indomable, que se embarca en una épica aventura para descubrir sus propios poderes.
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Cantanos
— La princesa Adaria— un soldado me anunció haciendo que las mesas repletas de caballeros y lord que comían y bebían vino se pusieran de pie para recibirme. Me sentí intimidada por la cantidad de ojos puestos en mi nunca había visto tantos caballeros juntos sin que hallan peleas entre ellos.
Camine por un largo pasillo formados por mesas a cada lado mío hacia el final de la habitación donde se encontraba una larga mesa que cubría todo el fondo en el centro de la mesa estaba mi padre a su derecha mi hermano Remiró, seguido por Tirón y Félix los tres mayores a su izquierda estaba mi madre junto a ella había una silla libre que era la mía y mis dos hermanos pequeños Salàs y Perseo
Al llegar a la mesa hice una reverencia a mi padre el cual solo me sonrió sus mejillas estaban rojas y su mirada algo perdida al parecer el vino ya había hecho efecto sin duda mi madre lo habrá emborrachado para no notará mi ausencia sin esperar mucho rodee la mesa y tome mi lugar los caballeros en la habitación volvieron a sentarse y las charlas y risas volvieron a retomar llenando el lugar con sonidos estridentes
— Te ves exquisita, hija mía, sin duda tu madre tiene buen gusto para los vestidos, ¿no lo crees?— Mi madre susurró a mi oído haciendo que me sonriera. Asentí sin hablar, y comencé a comer algo de perdiz. No tenía mucha hambre, pero le di gusto a mi madre: ese era su plato favorito.
Mi padre se puso de pie, golpeando su mano sobre la dura mesa, causando que todo el mundo le prestara atención. Aclarará su garganta y su discurso comenzó
— Gracias a todos por venir a mí y responder a mi llamado, disfrutad la cena que os preparé y mañana comenzaremos la travesía hacia las tierras blancas y darle comienzo a los tres días de celebración del onomástico de mi primogénito y futuro rey de la ciudad de oro — vitoreó, aplausos y gritos de guerra sonaban por todos lados mi padre levantó sus manos para calmar a los hombres
—Quiero también agradecerle a mí, amada esposa, por darme uno de los anuncios más esperados de todos: el bebé en su vientre es una niña— nuevamente los hombres volvieron a hacer sus festejos aplaudiendo y golpeando sus pechos y mesas con sus puños y vasos.
Mi padre tomó la mano de mi madre y le dio un tierno beso para luego besarle los labios, a lo que hizo que corriera la vista y cubriera los ojos de mi hermano, quien tenía en la mirada una clara expresión de que pronto vomitaría.
— Coman y bebas que hoy es de celebración — mi padre tomó su vaso y, junto a mis hermanos, se unió a los hombres frente a nosotros.
— Madre, ¿cómo sabes que es una niña?—le pregunté a mi madre, quien reía al ver a su esposo jugar a las luchas con sus amigos.
—Lo soñé así como lo he soñado con ustedes, algún día lo entenderás hija mía tu madre desciende de una larga descendencia de brujas y hechiceras algunas mujeres en mi familia aún practican la hechicería otras como yo por miedo a ser quemadas en la hoguera simplemente dividimos nuestro poder entre nuestros hijos tus ojos son la prueba de que hay poder en ti hija mía solo hay que esperar a que se manifieste— acaricio su vientre con una sonrisa en el rostro
Me volví a acomodar en mi silla y seguí comiendo hasta que unos ojos amarillos me observaban desde un rincón oscuro de la habitación un hombre sentado en una mesa con un jarrón de su mano derecha y su mano izquierda sujetaba la espada en su cintura me observaba con una sonrisa de lado dibujada en su rostro era sexi debo admitir su cabello negro como la noche caía a cada lado de su rostro sus vestimentas de cuero oscuro hacían resaltar sus grandes músculos
Mi garganta estaba seca y mis manos sudaban un cosquilleo comenzaba a crecer dentro de mí algo me decía que debía salir corriendo de ahí, pero estar bajo su mirada me dejaba inmóvil en mi sitio incapaz de apartar la mirada no fue hasta que mi hermanito me tomó del brazo que pude despegar mis ojos de ese bello caballero
—Adaria estoy cansado ¿puedes llevarme a la cama?— Perseo hablaba sin poder abrir los ojos mi madre asintió y tomé al pequeño en mis brazos y le entendí la mano a Salàs para que venga conmigo rodeamos la mesa y salimos del gran salón subir las escaleras con Perseo fue una gran lucha el pequeño luego de unos momentos pesaba más de lo que parecía
—Permítame princesa yo la ayudaré con el pequeño— un caballero del comedor estaba ahora junto a mí no pude evitar levantar la cabeza más halla de lo que podía él era verdaderamente alto junto a mi yo parecía una simple hormiga pequeña él tomó a Perseo en sus brazos y subió las escaleras con él en brazos mientras Salàs seguía a mi lado aferrado a mi mano.
Al llegar a la cima de la escalera, tomé el control de la caminata, siendo yo quien guio hasta la habitación de los pequeños, ayudé al caballero a acostar a Perseo. Ya los dos en la cama nos disponíamos a salir cuando perseo habló medio dormido.
—Cántanos Adaria— me reí, pero la leyenda del hijo de la Luna ellos amaban esa canción arropé a ambos pequeños les di un tierno beso a cada uno en la frente me acerqué a las cortinas y las abrí dejando entrar la luz de la luna en toda la habitación me volteé y ambos tenían sus miradas sobre mí me dio mucha ternura ver qué mis dos hermanos más pequeños este creciendo tan rápido acercándome hasta los pies de ambas camas inicie mi canto llenando la habitación de mi voz llevándome conmigo todo el silencio abrumador.