Sofía y Erick se conocieron cuando ella tenía seis años y él veinte. Ese mismo día la niña declaró que sería la novia de Erick en el futuro.
La confesión de la niña fue algo inocente, pero nadie imaginó que con el paso de los años aquella inocente declaración de la pequeña se volvería una realidad.
¿Podrá Erick aceptar los sentimientos de Sofia? ¿O se verá atrapado en el dilema de sus propios sentimientos?
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Volver a la realidad
La luz del amanecer se filtraba por las cortinas del departamento de Erick, despertándolo lentamente. Sus primeros pensamientos no fueron para su trabajo ni para el ajetreo que lo esperaba en Zúrich, sino para ella: Abigail.
Se levantó con una sonrisa perezosa, reviviendo mentalmente la noche anterior. La velada no había sido lo que él esperaba, ya que la muchacha no se sorprendió por nada que él dijera o hiciera, aún así la conexión entre ellos era innegable, pero había algo en Abigail que lo inquietaba. Su porte, su forma de hablar y, sobre todo, la chispa en sus ojos… todo le resultaba muy familiar, aunque no sabía exactamente por qué.
—¿Por qué no puedo sacarte de mi mente? —murmuró mientras se dirigía al baño.
Mientras se preparaba para un nuevo día de trabajo, trató de racionalizar su atracción por ella. Desde el primer momento en que la vio en la exposición, supo que era especial. No solo por su belleza, sino por la forma en que se movía entre la gente con seguridad y gracia. Sin embargo, algo más lo atraía de ella, algo que no podía identificar. Era sin duda una mujer preciosa, y sus labios le resultaron tan dulces como adictivos.
De pronto, un nombre diferente cruzó su mente: Sofia. Hacía días que no pensaba en ella, pero ahora su recuerdo surgía como un eco lejano. —"¿Cómo estará? ¿Habrá cambiado mucho?"— supuso.
La idea le picó la curiosidad, así que tomó su móvil y marcó el número de Leonardo, el único amigo en común que sabía que aún estaba en contacto con ella.
— Hola, Leo, soy Erick.
—Erick, qué sorpresa. Hace tiempo que no sé de ti.
Erick no perdió tiempo en cortesías.
—¿Sabes algo de Sofia?
Del otro lado de la línea, Leonardo guardó silencio por un momento antes de responder.
—Ella está muy bien, Erick. Muy bien— le respondió.
—¿Dónde está ahora?
—No estoy seguro, pero la última vez que hablamos me comentó que pronto regresaría a casa.
Las palabras de Leonardo no decían mucho, pero bastaron para tranquilizar a Erick.
— "Ella está bien. Eso es lo importante— pensó, aunque no podía evitar preguntarse por qué su mente había ido hacia ella justo ahora.
Luego de hablar un poco más con su amigo y prometerle que pronto los visitaría se despidió de él.
Mientras tanto, en el aeropuerto de Zúrich, Sofia e Ian esperaban para abordar su vuelo de regreso a Londres. La exposición había sido un éxito, pero la última noche había traído consigo un torbellino de emociones que Sofia aún no terminaba de procesar.
—¿Cómo estuvo la cena con Erick? —preguntó Ian, intentando sonar casual, aunque la tensión era evidente en su tono.
Ella se encogió de hombros y esbozó una sonrisa.
—Interesante. Estuvo... bien— dijo.
Ian arqueó una ceja, sabiendo que ella estaba evitando los detalles.
—Oye, bonita. No me vengas con respuestas vagas. ¿Qué pasó realmente?
Ella suspiró, sabiendo que no tenía sentido ocultarle nada. Ian siempre había sido su confidente, su roca en los momentos difíciles.
—Hablamos de muchas cosas, nada demasiado profundo, pero fue agradable. Y… bueno, cuando me dejó en la puerta del hotel...me besó.
La última frase la dijo rápidamente, como si quisiera deshacerse de las palabras antes de que Ian pudiera reaccionar.
Él se quedó en silencio, procesando lo que acababa de escuchar.
—¿Te besó? —repitió, con una mezcla de incredulidad y enojo.
—Sí. Y fue… inesperado. Pero también... —hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas— Fue algo que siempre había imaginado.
Ian no pudo evitar recordar el brillo en los ojos de su amiga cuando, años atrás, le dijo que pensaba confesarle a Erick sus sentimientos. Ese mismo brillo estaba presente ahora, y eso lo preocupaba profundamente.
—"No voy a permitir que te lastime otra vez"— pensó, apretando los puños con fuerza.
—¿Qué piensas hacer ahora? —preguntó finalmente, intentando mantener la calma.
Sofia sonrió levemente.
—Nada. La exposición terminó, y hoy regresamos a Londres. Erick es parte del pasado, Ian.
Pero Ian no estaba tan seguro.
—¿Y si él no lo ve así? ¿Y si intenta buscarte?
Ella lo miró con seriedad.
—No puede buscarme si no sabe quién soy realmente. Para él, soy Abigail, nada más.
Aunque sus palabras tenían lógica, Ian no podía sacudirse la sensación de que esta historia estaba lejos de terminar.
El joven se quedó pensativo, y mientras su amiga hablaba de sus planes él estaba absolutamente ajeno a lo que decía. Cuando Sofia notó esa distancia le llamó la atención.
—¿En que piensas?— le preguntó.
— En nada— dijo, pero como él tampoco podía esconder nada ella insistió.
—¿Estáspensando en Camille?— le preguntó y asumió que era así— No te preocupes, pronto se resolverá todo eso y volverán a estar juntos— agregó y él simplemente asintió.
En el avión, Sofia intentó relajarse mientras miraba por la ventana. Londres la esperaba con sus calles grises y el bullicio familiar de su vida cotidiana, pero su mente seguía atrapada en los momentos de la noche anterior.
—"¿Qué estoy haciendo? ¿Por qué me afecta tanto ese beso?"— pensó, sintiendo una mezcla de culpa y emoción.
Por otro lado, Ian la observaba de reojo, preocupado por lo que estaba pasando por su cabeza. Había prometido estar a su lado y apoyarla siempre, pero esta vez sentía que no era suficiente. Erick podía llegar a lastimar a Sofia mucho más que antes, y eso lo hacía sentir impotente.
Cuando finalmente aterrizaron, ambos sabían que el capítulo de Zúrich había terminado, pero sus efectos perdurarían mucho más tiempo del que estaban dispuestos a admitir.
Al llegar a la casa que compartían en Londres cada uno fue a su habitación y ambos decidieron descansar, al día siguiente comenzaron con su rutina habitual.
En Zúrich, una semana después de que Sofia partiera...Erick seguía reflexionando sobre lo acontecido durante esa semana, mientras caminaba por su habitación no podía dejar de pensar en Abigail y en Sofia.
— "¿Por qué te siento tan cerca y tan lejana al mismo tiempo?"— pensó, recordando él beso compartido con Abigail.
Finalmente, tomó una decisión.
—Voy a Londres —dijo en voz alta, como si necesitara oírlo para convencerse a sí mismo.
No sabía qué buscaba exactamente, pero algo dentro de él le decía que tenía que encontrarla de nuevo. Con el corazón dividido entre el pasado y el presente, se preparó para seguir adelante, sin imaginar que ambos mundos estaban más entrelazados de lo que jamás podría haber imaginado.