La Villana de la historia Irina Ordóñez nos cuenta lo que la llevo a ese puesto. También veremos el nacimiento de una nueva villana. Espero y disfruten de la novela.
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¿Querés ser mi mujer?
Cuando Alfredo vuelve le digo que ya no estoy dispuesta a seguir viéndolo.
Lo noto confundido. Pero él ya lo sospechaba así que sin más me dice que podemos divertirnos siempre que a mí me parezca que él está dispuesto a seguir complaciéndome cuando yo lo crea necesario.
La verdad no tengo nada de que quejarme a pesar de todo lo que he hecho el cielo ha puesto a muy buenos hombres en mi camino.
Después de una relajada charla quedamos como amigos. Ya que nuestros hijos se llevan muy bien y no queríamos arruinar su bonita amistad con nuestras estupideces egoístas.
Solo un mes después Armando volvió y comenzamos a salir formalmente.
Recuerdo a la perfección cuando recibí la llamada y lo fui a buscar al aeropuerto.
Él ya me esperaba con un enorme ramo de rosas rojas y un cartel que decía. "Quieres ser mi mujer".
No pude evitar que las lágrimas cayeran. Todo comenzó como un simple juego, pero justo en ese momento me di cuenta de que estaba enamorada de Armando.
Corrí a sus brazos y con un beso lleno de pasión le di mi respuesta. Esa misma noche se lo presenté formalmente a los niños como mi pareja y ver que estaban felices por las noticias me dejó sumamente tranquila.
Luego de compartir en familia nos fuimos a un agradable lugar y tuvimos relaciones.
Ninguno de los dos podía ya resistir la atracción y ganas que nos teníamos.
Para mi sorpresa Armando tenía una increíble herramienta y la sabía usar hábilmente.
En cuestión de segundos ya me tenía a su completa disposición.
Aunque su técnica no se comparaba con la de Alfredo me satisfacía al máximo.
Éramos como animales en celo. Esa noche lo hicimos asta el amanecer casi sin descansar en lo absoluto.
Queríamos descargar todo lo que llevábamos dentro. Todo este deseo que sentíamos el uno por el otro y que habíamos estado reprimiendo.
Luego de eso todos los días, cuatro veces al día lo tenía a mi entera disposición.
Es que más que amor lo de nosotros era puro deseo y lujuria. Cuando me tenía entre sus brazos yo no podía dejar de sentirme la mujer más increíble de todas. Así que lo deseaba siempre dentro de mí.
Ver a mis hijos felices junto a Armando me daba sin dudas el placer más grande.
Se notaba que él los quería sinceramente ya que más que cosas materiales les brindaba tiempo.
Tiempo para jugar y compartir con ellos lo que me hacía solo quererlo aún más.
Aunque no eran sus hijos él los trataba como tal. Los ayudaba con sus deberes, los invitaba a salir y compartían de agradables charlas que siempre terminaban en carcajadas.
Fueron las mejores tres semanas, hasta que un día esa maldita Barbie volvió a aparecer frente a nosotros, pero no venía sola. Traía en su vientre al supuesto hijo de Armando.
Yo nunca me consideré ambiciosa en lo material.
Cree mi propia fortuna con mis propias manos y no necesitaba de un hombre para estar bien financieramente.
Pero era todo lo contrario cuando se trataba del amor.