Elliot, un omega puro y dominante, se disfraza de un chico feo y humilde para convertirse en sirviente (Asistente personal) de Cassian Lancaster, un alfa dominante y heredero de un imperio empresarial. Lo que comienza como un acto de protección hacia él mismo se complica cuando surge una atracción inesperada entre ellos. Cassian, intrigado por su misterioso sirviente, no sospecha que tras su apariencia se oculta alguien completamente diferente. Ambos terminan enamorándose sin darse cuenta. ¿Qué pasará si Cassian descubre la verdad sobre Elliot?
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📌 BL/Omegaverse (ChicoxChico)
📌Embarazo Masculino
📌 Ocultamiento de Identidad
📌 Omega ¿débil? x Alfa fuerte
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Capítulo 18
Tal como Cassian sospechaba, su padre no tardó en movilizar a sus guardaespaldas para buscarlo. Su instinto protector hacia su hijo no tenía límites, y la sola idea de que pudiera estar en peligro lo enfurecía.
Afortunadamente, antes de que la noche cayera por completo, lograron encontrar a Cassian. Sin embargo, el omega que estaba con él fue separado de inmediato, quedando bajo la responsabilidad de la escuela.
Demian estaba muy enojado.
—No te enojes, papá. Fue mi culpa por no ser cuidadoso —dijo, intentando calmar a Demian para evitar que cancelara el campamento de verano.
Demian frunció el ceño, analizando a su hijo con una mirada severa. Pero al ver que Cassian estaba ileso, aunque algo sucio y despeinado, terminó cediendo. A regañadientes, permitió que el campamento continuara, pero solo por un día más.
Cassian supo que tenía poco tiempo. Apenas amaneció, salió en busca del omega que había estado con él la noche anterior. Desde el principio, habían acordado no decirse sus nombres. Era un secreto entre ellos, una promesa silenciosa de que solo se conocerían por lo que eran en ese momento: dos niños perdidos bajo el cielo estrellado.
Cuando lo encontró, Cassian notó que el omega aún tenía los ojos hinchados por haber llorado. Pero al verlo, una pequeña sonrisa iluminó su rostro.
—¡Hagamos una cápsula del tiempo! —propuso Cassian, con mucho entusiasmo.
El omega parpadeó con curiosidad.
—¿Cápsula del tiempo?
—Sí. Escribiremos nuestros deseos en una carta, las guardaremos en un frasco y las enterraremos bajo un árbol que marcaremos con una señal.
El omega pareció pensarlo por un momento, pero luego asintió con emoción. Juntos, escribieron sus cartas, cada uno plasmando sus sueños y promesas en un pedazo de papel. Cuando terminaron, enterraron el frasco en la base de un árbol con un corte en la corteza, una señal de que algún día regresarían.
Antes de despedirse, Cassian extendió su mano y entrelazó su meñique con el del omega.
—Dentro de diez años, volveremos aquí y abriremos nuestras cartas —dijo con emoción.
El omega lo miró con los ojos brillantes, como si ese simple gesto significara el mundo entero para él.
Sin embargo, después del campamento, Cassian comenzó a arrepentirse de haber hecho aquella promesa sin pensar. La incertidumbre lo carcomía. Quería saber quién era el omega con el que había compartido aquella aventura.
Movido por la intriga, comenzó a investigar las listas de los estudiantes que asistieron al campamento, pero no encontró ningún registro que coincidiera con el niño de su recuerdo.
La razón era simple: el omega no estaba en la lista porque había asistido en lugar de su primo.
Fue entonces cuando Cassian recordó el colgante que el omega llevaba aquella noche. Un pequeño emblema dorado que había captado su atención en la penumbra del bosque.
Con esa pista, investigó su significado y descubrió que pertenecía a la familia Vancroft, un linaje de la alta sociedad con una historia antigua y prestigiosa.
Su curiosidad se intensificó. Continuó investigando sobre la familia, convencido de que encontraría a su omega misterioso entre ellos. Pero cuando finalmente halló información sobre el único hijo registrado de los Vancroft, se llevó una decepción.
No era él.
Cassian se sintió frustrado. Buscó en archivos antiguos, registros de eventos sociales, cualquier indicio de que el omega pudiera haber pertenecido a esa familia, pero no encontró nada.
Con el tiempo, decidió rendirse. Pensó que, tarde o temprano, lo olvidaría. Pero cada año, cuando la fecha acordada se acercaba, Cassian no podía evitar contar los días.
Esperaba, en el fondo de su corazón, que aquel omega tampoco hubiera olvidado su promesa.
Fue así como surgió el extraño rumor de que Cassian tenía un novio que había muerto y cuyo espíritu lo acechaba.
Pero la realidad era muy diferente.
Por eso, cuando vio a Elliot con aquel mismo colgante, todos los recuerdos volvieron a él como una tormenta imparable.
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—¿No es este el emblema de la familia Vancroft? —murmuró, fijando su mirada en el omega que dormía en la biblioteca.
Sin pensarlo dos veces, lo tomó en brazos y lo llevó hasta el sofá. Elliot se removió inquieto, pero su agotamiento era evidente.
Cassian frunció el ceño. Había algo extraño en él. Su ropa estaba sucia, su piel era mucho más negra de lo que recordaba.
—¿Por qué estás tan sucio?
Tomó un pañuelo de su bolsillo e intentó limpiar su rostro con suavidad. Cuando apartó el trozo de tela, notó que sus dedos habían quedado manchados de negro.
—¿Qué te ha pasado?
Las dudas comenzaron a llenar su mente. Esa misma noche, decidió buscar a su padre para confirmar sus sospechas.
La verdad que descubrió lo dejó impactado.
Elliot no solo estaba escondiéndose. Había huido, escapando de algo mucho peor.
Cassian empezó a sospechar que el omega tenía amnesia, porque no parecía reconocerlo en absoluto.
En la mansión había muchas fotos de Cassian desde niño hasta la actualidad. Si Elliot realmente era el mismo omega con el que pasó aquella noche en el bosque, entonces… ¿por qué no lo recordaba?
Cassian esperó pacientemente, buscando cualquier indicio de reconocimiento en Elliot. Incluso comenzó a provocarlo, a acercarse más de lo necesario.
Pero Elliot no mostró ninguna reacción.
No era que no lo recordara.
Solo estaba demasiado asustado.
Decidió llevarlo a la universidad para enfrentarlo con Julian, con la esperanza de que aquello lo hiciera reaccionar.
Sin embargo, la respuesta de Elliot fue inesperada.
No mostró signos de reconocer a Cassian. Su miedo no venía del pasado que compartían, sino del presente que intentaba olvidar.
Cassian lo entendió en el momento en que vio el pánico en sus ojos.
Elliot no buscaba recordar. Solo quería sobrevivir.
Las preguntas en la mente de Cassian se multiplicaron.
¿Cuál era la verdadera relación de Elliot con la familia Vancroft? ¿Por qué su madre le dejó aquel colgante? ¿Por qué Julian lo mantenía atrapado, sin permitirle escapar?
Y lo más importante… ¿qué le había sucedido para perder la memoria?
Cassian estaba decidido a descubrir la verdad.
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Fin del flashback....
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El silencio de la habitación se rompió con una voz suave.
—No tengas miedo, siempre estaré contigo —dijo Cassian, fijando su mirada en los ojos temblorosos de Elliot.
El omega tragó saliva, sintiendo un nudo en el pecho.
—¿Por qué el joven amo es tan amable conmigo?
Cassian sonrió de lado.
—¿Quieres saber la respuesta?
Tomó un vaso con el laxante y se lo bebió de un trago sin inmutarse.
—Pues… no te lo diré.
Elliot lo miró con confusión, sin saber si debía sentirse aliviado o aún más inquieto.
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