Tras el entierro de su hermano mayor, Kate busca cumplir su sueño de ser doctora en una sociedad que la desafía por ser mujer. En su camino se cruza con Keith, quien busca respuestas sobre el hermano de Kate. A medida que crece la atracción entre ellos, deberán enfrentar los obstáculos de un pasado que los une de manera inesperada desafiando su futuro juntos.
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REENCUENTRO (parte 2)
Con determinación en el corazón, me aventuro sola por los senderos y rincones que habíamos explorado durante la tarde. Camino entre las sombras de los pasillos antiguos, deteniéndome de vez en cuando para revisar minuciosamente en cada lugar donde había estado. El tiempo pasaba lentamente mientras persisto en mi misión y lo mucho que significa para mí. Después de un rato de búsqueda intensa, y con la respiración agitada, mis ojos captaron un destello bajo una banca en uno de los pasillos. Me apresuro hacia allí y, con un suspiro de alivio, encontré la pluma reposando en el suelo.
En mi camino de regreso a los dormitorios, consciente de que el toque de queda ya había sido dado. Avancé por los pasillos oscuros y silenciosos, con precaución para no ser vista por los guardias que patrullaban la zona. Sin embargo, justo cuando estaba cerca, un sonido inesperado resonó desde el área de prácticas de medicina. En su momento, di por sentado que no era problema mío y que algún guardia se encargaría de ello hasta que volví a escuchar el sonido. No le di importancia y caminé hacia la puerta de los dormitorios, de pronto unos guardias salieron de allí haciéndome retroceder y me escondí de prisa detrás del muro hasta que oí voces de otros guardias que provenían detrás de mí. Sin dudarlo, corrí para esconderme en el área de prácticas donde se escuchó el ruido, ya que mi temor a ser descubierta fuera de la hora era más grande que un simple sonido.
Me escondí detrás de la puerta y por una pequeña rejilla, vi como los guardias pasaban, miraban a varias direcciones buscando alguna anomalía y luego se retiraron. Suspire aliviada y cuando estuve lista para salir, antes de que pudiera abrir la puerta, una mano súbitamente me tapó la boca, causándome un sobresalto instantáneo. Un escalofrío recorrió mi espalda mientras mi corazón latía con fuerza. No era momento para entrar en pánico y actué instintivamente. Luché con ferocidad en la oscuridad contra mi oponente desconocido, lanzándole puñetazos y patadas en un intento desesperado por liberarme. Sin embargo, mi oponente demostró una habilidad superior a la mía y esquivó mis ataques con destreza. Logré zafarme cuando se descuidó y comencé a atacarlo directamente, a pesar de esto él no me devolvía los golpes y se limitó a defenderse y contenerme.
—Shhh, tranquila, soy yo —susurró una voz familiar.
No quise escucharlo y finalmente, utilizando una técnica hábil, él logró neutralizarme, sujetando mis brazos con firmeza y manteniéndome inmovilizada. Con la respiración agitada y el corazón latiendo con fuerza, me detuve. Al girar mi cabeza con cautela, me encontré con unos ojos dorado verdoso penetrantes y poco
después, la luz tenue de la luna que ingresó por la ventana reveló el rostro de Keith frente a mí.
—¡Tú! —exclamé.
—Shhh.
Me sonrió y se apartó.
—Lo siento, no quería asustarte. —se sentó en el suelo— ¿Qué haces aquí, Kate?
—Eso es lo que yo debería pregun…
Noté en mi falda un rastro de sangre que no era la mía. Sin dudarlo, le pregunté qué le había sucedido y traté de acercarme para verificar su estado. Sin embargo, Keith se negó rotundamente, instándome a que me alejara.
—No, no necesitas ver esto. Solo vete y déjame en paz. —me respondió con firmeza, pero su voz revelaba un tono de dolor y debilidad.
No estaba dispuesta a abandonar a alguien en necesidad y mucho menos herido y puede que yo lo haya lastimado más en el breve enfrentamiento. Ignorando su negatividad, me acerqué y le ofrecí apoyo para ponerse de pie.
—Deja de hacerte el duro, quieres. Ahora entiendo por qué te metiste aquí y a estas horas, planeabas curarte solo. —regañé— Permíteme ayudarte, por favor. —insistí.
Keith vaciló por un momento antes de aceptar mi ayuda. Luego se apoyó en mí y logró incorporarse lentamente del suelo, aunque claramente estaba luchando contra el dolor.
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Keith me dijo que ingresáramos al sexto salón de prácticas, porque siempre estaba abierto en caso de cualquier emergencia para cualquiera. Así lo hice y una vez dentro, encendí una lámpara de vela para iluminar el lugar y lo coloqué cerca de nosotros para poder examinar la herida con mayor claridad.
El uniforme de Keith era de estilo militar con colores que destacaban en la penumbra del salón. Su saco con detalles dorados, pantalón y botas eran color negro a diferencia de la camisa de manga larga de un tono rojizo como la sangre, en conjunto otorgaban un aspecto distintivo y serio digno de ellos. Observé con discreción su físico mientras lo ayudaba a desvestirse para tratar la herida. A pesar de la seriedad de la situación, no pude evitar notar la impresionante musculatura y la apariencia atlética que revelaba su figura. Sus manos, hábiles y fuertes, mostraban evidencia de fuerza y destreza. Cada músculo de su cuerpo estaba definido y tonificado, lo que denotaba años de entrenamiento y disciplina. Su piel estaba marcada por cicatrices pasadas, algunas más antiguas que otras, que hablaban de un pasado lleno de luchas y desafíos.
Al revisar la herida en su pecho, cerca del corazón, era un corte un poco profundo. Busqué en las vitrinas del salón los suministros médicos necesarios para tratar la herida que no dejaba de sangrar. Encontré vendajes limpios, ungüentos y otros instrumentos básicos que podría necesitar. Sin perder tiempo, comencé a limpiar y desinfectar la herida con cuidado, asegurándome de minimizar el dolor de Keith en el proceso, ya que ya le estaba dando fiebre y su respiración era muy agitada. Para que no perdiera el conocimiento, empecé a charlar con él.
—Estuve tratando de regresar a los dormitorios sin ser vista. —confesé— No pensé que nos volveríamos a encontrar en una situación así…
Keith me miró, entreabriendo los ojos lentamente.
—¿Qué hacías a estas horas? Acaso no escuchaste que hay toque… —hizo un quejido cuando le aplique un polvo sobre la herida— hay toque de queda para los estudiantes. —regaña.
—Uhjum. Lo sé, lo sé.
Keith, observó mi uniforme.
—En tu primer día ya rompes las reglas…
Negué con la cabeza.
—Nadie me vio así que… n-no rompí las reglas —me quede en silencio sonrojándome y Keith rió, pero el dolor hizo que se detuviera.
—Dime Kate, ¿qué hacías?
Le hice tomar a Keith un tónico para la fiebre antes de responder. El sabor era horrible, no encontré Sulvian para neutralizar el sabor así que él debía soportarlo, sin embargo, Keith no se quejó al ingerirlo.
—Perdí algo y cuando lo encontré ya era muy tarde.
—¿Y por qué entraste…? —se dio cuenta— Ah, escuchaste el ruido que hice.
—Sí. Había guardias que se acercaban y tuve que esconderme aquí.
—No debiste entrar, podría haberte pasado al…
—Si no lo hubiera hecho, te hubieras muerto desangrado. —interrumpí, con voz firme pero preocupada.
—…
Terminé de vendar su herida y ajusté su camisa. Keith inclinó la cabeza hacia mí, apoyándose en mi hombro. Sentí el peso de su cuerpo contra el mío y noté cómo su respiración se hacía más pesada.
—Déjame estar así un momento… —dijo en un susurro, como si encontrar alivio en mi cercanía fuera la única forma de calmar su dolor.
—¿Duele mucho? —pregunté, intentando suavizar mi preocupación.
No respondió de inmediato, pero su respiración seguía siendo irregular y entrecortada. Después de un rato en silencio, me miró con cansancio.
—¿Por qué no me preguntas qué me pasó o quién me hizo esto? —preguntó.
—Aunque te pregunte por ello, estoy segura de que no me lo dirás. —respondí, con una mueca de frustración y preocupación.
Keith me miró con una mezcla de tristeza y cansancio, su cabeza aun descansando sobre mi hombro.
—Mmm. —confirmó.