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Dos Dimensiones

Dos Dimensiones

Status: Terminada
Genre:Completas / Malentendidos / Elección equivocada / Traiciones y engaños / Dejar escapar al amor / Juego del gato y el ratón / Amor-odio
Popularitas:3k
Nilai: 5
nombre de autor: Miguel Antonio Alba La O.

La juventud es la etapa de nuestros mayores miedos, pero también de nuestros más escandalosos amores.
¡Ven y acompañame en esta historia donde la religión y el amor hacen estragos!

NovelToon tiene autorización de Miguel Antonio Alba La O. para publicar essa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Preparativos de fiesta

La madre de Diana era la delegada del aula y como su cargo lo exige tenía que sumergirse en los preparativos de la fiesta para el grupo de su hija.

Los muchachos estaban muy emocionados. Ya habían cuadrado lo del local, lo que les faltaba eran los regalos de los profesores y los caracteres secundarios del asunto.

Uno de ellos era el tema de qué tipo de fiesta sería. Inmediatamente todas las chicas soltaron temas románticos, los varones se fueron a los temas más ordinarios y prácticos.

La algarabía formada en el grupo era tremenda.

A pesar de que no era un día de clases, la madre de Diana los había citado para darle a conocer el progreso de las cosas y decidir por fin el tipo de fiesta.

Diana levantó la mano. Todos callaron de repente esperando que ella hablara. Menos Elizabeth que a pesar de no refutar le dirigió una mirada agria.

-Creo que debería ser una fiesta de disfraces. Sé que es mucho pedir, pero así todos los profesores se sorprenderán de ver a sus alumnos de otra forma. Claro está que si no tenéis disfraces podemos elegir otra opción.

La joven se vio sorprendida por un centenar de manos levantadas que daban a conocer que si tenían lo necesario para su idea.

-¡Que emocionante confundirse entre la gente! – Dijo una chica – Les avisaremos a los demás grupos y así si uno carece de disfraz se lo conseguiremos.

-Diana, ¿no vamos a invitar a gentes de grados superiores? Tengo un novio que está en doce grado – dijo otra chica llamada Erika

Diana miró a su madre y notó como ella daba la señal de aprobación con la cabeza. Era un día para divertirse. Cada muchacho de las aulas afiliadas a la fiesta podría invitar a un alumno de grado superior.

Hasta ahora estaban afiliados a su celebración los tres primeros décimos.

Los grupos restantes ya tenían fiesta propia.

Daniela de repente tomó a Diana por una mano y la sacó fuera del aula.

-¡No voy a ir a esa fiesta! – Dijo Daniela en voz baja – tengo un mal presentimiento

-¡Daniela debes ser un poco más optimista! – Se carcajeó Diana – no vas de pasaje a un estreno de cine de terror.

Daniela estaba asustada. Conocía todo de las fiestas. Cuando había estado en una casi obligada en octavo grado, por poco baila con un tipo alcoholizado que por error la confundió con otra persona.

-Diana se prudente, ¡quieres una fiesta normal! – Susurró más bajo ella – no des ideas locas.

Gabriel las interrumpió de repente. Miró a Diana pero esta viró el rostro para otra parte huyendo del contacto visual. El chico ahogó su dolor para no dar un alarido como perro apaleado. No iba a perder la oportunidad de la fiesta. Utilizaría el terreno para que de una vez por todas Diana se convenciera.

Diana observaba a Gabriel de reojo. Si pensaba que iba a utilizar la fiesta a su favor iba de listo. Si convencía a Daniela la utilizaría como escudo aunque sonara un poco cruel.

Ella era su amiga.

Naomi también lo era, pero hallaba en la primera cierta confianza que no había tenido con nadie. En realidad tal vez era porque se parecían.

¡Muchos se preguntarían en qué!

Daniela sufría el dolor en su propio yo interior. Aunque utilizara a los demás como escudos en ocasiones y no tanto como ella sabía defenderse sola a la perfección.

Así de fácil. Además desde la primera vez a pesar de ser fría y distante, Diana supo que Daniela escondía a una persona hermosa por dentro. Su intuición no fallaba nunca, ni desde antes cuando no era cristiana.

-Daniela por favor debes ir – protestó Diana – me aburriré sin ti en esa fiesta. No te va a comer nadie mujer, solo vas a divertirte un rato.

Daniela observó a Diana haciendo pucheros y no pudo reprimir una sonrisa.

-Lo haré por ti vale – contestó ella – pero sigo teniendo un mal presentimiento.

-¡Eres la mejor amiga del mundo! – Diana se abrazó fuertemente a ella – Nunca olvidaré este favor.

Gabriel que por lo visto lo habían obviado, crujía los dientes ante tanta indiferencia. No lo podía soportar más. El día veintidós…

¡El día veintidós se rompía la güira!

Se escuchó una voz desde el aula. Era la delegada que pedía ayuda ante tanta ideas de regalos.

Diana entró con su madre. Pero Daniela y Gabriel se quedaron mirándose fijamente. Como si se quisieran decir algo desde hace mucho tiempo. Fue él quien rompió el hielo:

-¿Me odias hermanita? – preguntó Gabriel en voz baja y cruzándose de brazos – ¿Odias en lo que me he convertido por culpa de este amor?

Daniela le acuchilló con una sonrisa cruel y despectiva antes de referirle las palabras que quería decirle.

-¿Amor?... ¿¡Dónde!? – Ironizó Daniela mirando a su alrededor – ¿Eres consciente de la palabra sagrada que acabas de pronunciar?

Gabriel iba a responderle pero la Princesa de Hielo ya había tomado el cetro de mando. Ahora debía esperar dolorosos cuchillos e inyecciones de la más pura verdad.

-En un momento de mi vida me salvaste y te lo agradezco. Pero este no es el niño tierno que conocí hace cinco años – lo acusó con el dedo índice – Hace exactamente esos cinco años que los conozco a los dos. Elizabeth te conoce más, pero estoy segura que está horrorizada tanto como yo lo estoy ahora.

Gabriel se sacudió el dolor que le provocaban sus palabras y se atrevió a contestarle. Su boca se abrió antes de corregirse.

-Si no me apoyas ahora, ¡entonces de verdad creo que debería haberte dejado sola hace cinco años atrás!

Daniela se conmocionó y aguantó un suspiro.

Le dolió lo que escuchó. Le dolió que su hermanito se perdiera en la vanidad de su propia juventud e inexperiencia. Ella también era inexperta pero se aferraba de Dios como un marinero se aferra al cielo y a las estrellas para guiarse cuando no ve el camino.

Ella por primera vez lloraba ante la traición de alguien que amaba de verdad. Amaba a Gabriel como su hermano. Lo eran por fe y por lazos de amistad. Pero los ingratos deben aprender por el fuego lo que es la gratitud.

Lentamente pasó por su lado. Le puso una mano en el hombro y le recitó lo que para Dios era el verdadero amor.

-El amor es sufrido, es benigno, es misericordioso, no es jactancioso ni orgulloso, no se goza de la injusticia más se goza de la verdad, todo lo puede, todo lo espera, todo lo calla, todo lo soporta –

Daniela le dedicó una sonrisa antes de continuar:

-Estas son mis últimas palabras de hermana para ti. Un día las entenderás y entonces cuando ese día llegué, estaré con los brazos abiertos para volver a recibirte como amigo.

Gabriel quiso retractarse pero ya la herida estaba hecha.

-¡Nadie puede recoger lo que no brinda Gabriel! Tú me acabas de demostrar que estás recogiendo lo que brindaste. Pues si me ayudaste con un interés entonces… - volteó su rostro a otra parte para no mirarle

-¡No Daniela! – Dijo él avergonzado – yo solo quería herirte por que tú siempre…

-¡Calla de una buena vez! – El grito de Daniela se escuchó por todos los alrededores - ¡No te atrevas a no tomar la consecuencia de tus actos!

Gabriel enmudeció con tal potencia de voz. Toda su autoridad salió de una sola vez y le dejó congelado.

-¡No quiero tus patéticas excusas!

Dicho esto, Daniela con lágrimas en los ojos se despedía de todos sus compañeros. Al salir por la puerta del aula se topó de nuevo con Gabriel que por todos los medios buscaba disculparse. Sé secó los ojos llorosos para evitar parecer vulnerable.

-¡Aparta de una buena vez! – dijo ella con los ojos azules profundos. Ya no eran como el color del cielo. Más bien refulgían como un zafiro brillante y pulido.

-Daniela por favor… yo no… - balbuceó Gabriel con las manos sudorosas – sabes que nunca…

Ella con una fuerza no habitual lo desplazó de donde estaba

-Te dije que todo ha terminado hasta que entiendas el concepto que te deletreé con tanta calma – su habla calmada indicaba letalidad – No volverá a suceder. Si quieres buscarlo otra vez está en la Biblia. Un libro que un cristiano como tú debe aprender a escudriñar.

Elizabeth, Diana y todos estaban absortos ante el cambio repentino de humor de Daniela. Habían escuchado el grito pero no supieron que algo había pasado hasta que Daniela entró al aula hecha una furia.

Asombrosamente, la Princesa de Hielo no era de las que se enojaban tanto como para que su mirada reflejara altos grados de repulsión.

¡Pero ahora!

Por primera vez Gabriel notaba el matiz de la emoción de la ira en su amiga. Ya no era su hermana se lo había dejado claro. Todo por unas palabras que no debió haber dicho.

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