1ra parte de "Solo soy un detective"
Alexis Mefhisto, nombrado como el mayor criminal del planeta se encuentra en los últimos instantes de su existencia. Rodeado de la fuerza del país y parado en la alcoba de un gran edificio, su final está más que claro. Sin algún lugar a donde escapar, decide acabar su historia de la mejor manera y, a la vista de todo mundo, salta del gran edificio abrazando el vacío. Pero, para su suerte, algo raro pasa: ¡No muere, sino que es transportado a otro mundo!
En un lugar dónde él nunca existió ¿Qué podría hacer el que alguna vez fue el maestro del crimen?
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Arco 1, Cap 22 - Mañana tranquila
Otro día en la agencia, el reloj marca las 7:22 am y Fimbulvetr, el pequeño hombre albino, apenas va llegando al Departamento de Agentes Especiales con una resaca increíble. La noche pasada bebió hasta asquearse con Donnaiolo. La cabeza le da vueltas, tiene ganas de vomitar y su cuerpo le pesa más de lo normal.
—Guh... mi cabecita, mi cuerpecito, todo me duele. No volveré a beber en lo que me queda de vida —se soba ligeramente en un intento estúpido para aliviar su dolor—, bueno, aunque lo diga, lo volveré hacer, de eso estoy seguro.
El pequeño Agente apenas y puede dar unos pasos. Su semblante solo muestra una cara de asco, mareo y mucho sufrimiento.
—Podría reportarme enfermo y faltar al trabajo, pero si lo hago, estoy totalmente seguro que Chrono me colgaría de la ventana, o me amarrará a mi silla a revisar montañas de documentos nuevamente —de solo pensarlo, un escalofrío helado recorre todo su pequeño cuerpo—. Me dan escalofríos de solo imaginarlo, más vale que entre ahora.
Después de sufrir por todo el pasillo de la Agencia, el agente por fin llega al Departamento de Agentes Especiales, donde le esperaba un posible regaño de Chrono por llegar tan tarde. Con pocas ganas, abre la puerta y se encuentra con su compañero de copas, Donnaiolo, en la misma condición que él y con la cara pegada al escritorio. Para colmo, tiene un bote a su lado, dejando más claro su situación.
—Llegas 26 minutos tarde, aunque, a decir verdad, es lo más temprano que has llegado a trabajar —dice Chrono con una voz neutra.
El Agente se encuentra en su escritorio como siempre, revisando unos documentos.
—Oh vamos, estarías en la misma condición si nos habrías acompañado ayer a beber y divertirnos —responde el albino, que apenas va entrando mientras se soba la cabeza con una clara expresión de malestar.
—Viendo en la condición en la que se encuentran, estoy seguro de que ayer apenas y sabían hablar, así que hice bien en negarme —contesta el Agente sin despegar su mirada de sus documentos.
El pelirrojo delira desde su escritorio.
—Aahhh... Mi cabeza da vueltas como feria, apenas recuerdo que pasó ayer, aauuuch...
—¡Eso les pasa por beber sin moderación! Para la próxima, tengan un poco de amor por si mismos... —exclama Janneth, que se encontraba en el escritorio a la derecha de Donnaiolo, también revisando unos papeles.
—No levantes tanto la voz, ten piedad con este pobre hombre, tus gritos retumban hasta lo más profundo de mi cabeza —le da una arcada que casi le hace vomitar—. aaaaaaahhhhh... siento que me muero.
—Aaaahhh... a todo esto, ¿Aún no llegan Ale, Aileen, Gensei, Bearly y Petya? Ale se fue cuando apenas se estaba poniendo bueno y no volvió —dice Fimbulvetr tomando asiento en su escritorio mientras aún se soba la cabeza.
—Aileen seguramente está ayudando a cualquier persona que se encuentra en el camino; hoy es el día libre de Gensei; Bearly está con el jefe en su oficina, y Petya, por lo que entiendo, su vuelo se atrasó y volverá más tarde —explica el pelirrojo, aún con la cara en el escritorio.
—Qué mala suerte ¿Y Ale tampoco ha llegado? —pregunta el peliblanco.
—Aún no, es probable que ni sé presente, seguramente está en peor condición que nosotros —responde Donnaiolo.
—Pero fue el que más disfruto de la noche, eso no hay duda alguna.
De repente, fuertes punzadas de dolor atacan la cabeza del albino
—¡Ay ay ay ay! Mi cabeza, como me duele...
—Ese maldito, no pasaron ni una hora y ya tenía a una chica en la palma de su mano. Que egoísta de su parte no presentarme una de esas bellezas, cuando lo vea lo voy a patear —exclama sentándose erguido, estrujando su puño y mirando al techo en señal de envidia.
—Por mi parte no había ninguna de mi tipo, además, fui a divertirme y no a buscar mujeres ¿sabes? No todo se trata de mujeres, Donna —responde Fimbulvetr mirando a su compañero con una sonrisa adolorida.
—Es que esas chicas eran hermosas, si tan solo una me habría hecho caso... ahora mismo estuviera frente al altar para contraer matrimonio, oh sí —dice el pelirrojo, plasmando el escenario en su mente con una expresión de felicidad y frustración al mismo tiempo.
—No creo que haya pasado algo así, al contrario, te molieron a bolsazos por intentar ligar con ellas —contesta Fimbulvetr recordando la paliza que le habían dado la noche pasada con una sonrisa incómoda.
—¿Eh? ¿Enserio... pasó eso?
—Sí... ayer hiciste bastantes estupideces, como siempre que vamos a beber.
—B-bueno, seguramente no sabían de lo que se estaban perdiendo, si tan solo me conocieran, no podrían haberse resistido a mis encantos —contesta el pelirrojo inflando su pecho de orgullo, pero sudando por la vergüenza.
En eso, el Agente Bearly llega tranquilamente del pasillo al despacho del comandante. Su mirada da miedo como de costumbre, pero todos en el Departamento ya están acostumbrados a ello.
—Hola Bearly, ¿Cómo estuvo tú descanso? —pregunta Fimbulvetr con un tono ligeramente alegre.
—Bien, nada fuera de lo normal, al fin y al cabo, no ha habido mucho movimiento en la Agencia últimamente —responde el hombre bestia.
—Pues, como verás, ya hay un caso interesante en proceso, por lo que ya hay algo divertido por hacer —dice el peliblanco con entusiasmo.
—Cierto ¿Entonces a ese criminal no se le puede matar, aunque lo aplaste? —pregunta el hombre bestia.
—Después de ver que cayó desde el techo de un hotel de poco más de 60 pisos, y después de eso salir de la escena como si nada hubiera pasado, dejando un gran charco de sangre detrás suyo, dudo que pueda morir, o al menos no sabemos cómo hacerlo —responde Chrono, levantándose de su silla a prepararse un café.
—Ya veo, entonces no quedará otra opción más que encerrarlo.
Bearly se dirige a su escritorio, que está al lado del de Gensei.
—Me pregunto si sentirá dolor con cada herida que se provoca —cuestiona Fimbulvetr, mirando al techo.
—Quizás podrías preguntarle cuando tengamos tiempo —responde Donnaiolo con una ligera sonrisa.
—Claro, pregúntale tranquilamente a un criminal si sufre cada vez que lo lastiman, idiota —exclama Janneth desde su escritorio.
—Ya empiezas a aguar la fiesta, deberías tranquilizarte a veces, así nunca conseguirás novio —contesta Donnaiolo mirando con desinterés a Janneth.
—Cuando hablas de esa manera me recuerdas a aquel idiota, me hierve la sangre de solo pensarlo... —dice Janneth con una mirada molesta y un tono violento.
La puerta del departamento se abre y entra una persona. Es Alex, que tiene una expresión de cansancio, pero se ve en mejores condiciones que Donnaiolo y Fimbulvetr juntos.
—Hablando del rey de Roma... —susurra el albino.
—Que tal, su hombre favorito ha llegado, no es necesario que aplaudan, pero si quieren hacerlo, no me opongo —dice Alex con un tono sarcástico y cara de aburrimiento.
—A ti la única manera en la que la gente te quiere es 80 metros bajo tierra —exclama la Agente.
—Sí, sí, buenos días para tí también, Juanete —contesta Alex con un tono y expresión de desinterés.
Janneth lo mira con enojo, pero decide ignorarlo y seguir con su trabajo.
—Llega 27 minutos tarde, Agente Mefhisto, espero y pueda ponerse rápido al corriente, hoy será un día muy ajetreado —dice Chrono mirando por un momento de reojo a Alex, para luego volver a ver sus documentos.
—No te preocupes Chrono, no hay manera en que me tarde en revisar una pila de papelitos, estarán incluso listos antes de mi hora de descanso —contesta Alex
El ex-criminal se acerca al escritorio de Chrono para que le diera su parte del trabajo.
—Es increíble, a pesar de lo que pasó anoche, llegas con energías de trabajar como un esclavo, ¿Fuiste un explotado laboral en tu vida pasada? —pregunta Donnaiolo con una expresión de disgusto.
—Los últimos dos años de mi otra vida me la pasé confinado sin hacer nada más que mantenerme en forma y perder el tiempo. No es que me guste trabajar, solo que ustedes dos son bastantes holgazanes —contesta Alex tomando su parte del papeleo y dirigiéndose a su escritorio para empezar a trabajar.
—Eso no importa, lo que importa es cómo pasaste la noche, ¿Qué pasó con aquella chica que te llevaste? —pregunta Donnaiolo con un tono travieso y una expresión pícara en su rostro.
Alex recuerda todo los "juegos" que hizo con aquella chica la noche de anterior en su apartamento.
—No querrás saberlo, tu virgen mente no está preparada para tal información —contesta Alex con una sonrisa maliciosa y vacilante mientras deja los papeles encima de su escritorio.
—Anda hombre, no seas aguafiestas y cuéntame tan solo un poco —insiste el pelirrojo poniendo su mano en el hombro de Alex.
A pesar de su insistencia, el ex-criminal ignora sus insistentes peticiones y cambia de tema.
—Dejando de lado a este mocoso hormonal, díganme ¿Cómo vamos con el caso, hay algo interesante de información?
—¡Oh vamos, no me ignores!
—En unas horas ya debería de estar el reporte forense, cuando lo tengamos, sabremos quién era el hombre, y en base a eso buscaremos cualquier conexión con ese criminal —responde Chrono, que seguía con su trabajo sin apartar su mirada en ningún momento.
—Aunque también habríamos podido preguntar al hotel, deberían tener un registro de sus huéspedes —dice Alex.
—Tambien lo hicimos, pero por alguna razón se tardará en llegar la información.
El pequeño hombre da un salto para levantarse de su silla.
—Además, este reporte es una buena excusa para que conozcas a nuestro compañero forense —agrega con entusiasmo.
—¿Más compañeros? Y pensaba que ya eran bastantes, hasta parece casa comunitaria.
—Oh vamos, nadie de aquí tiene pinta de un vago —exclama el pelirrojo con una ligera sonrisa y un tono bromista.
—¿Alguna vez le has puesto atención a tu vestimenta? —pregunta Chrono con un tono claramente sarcástico.
—Vaya, el señor Londres hizo un comentario sarcástico, nada mal —dice Alex con una pequeña risa.
—Tampoco es que lo seamos tanto, ¿Verdad, Ale?
El albino mira a su compañero en busca de su aprobación, pero este queda en silencio y mirando hacia otro lado, silbando.
—¡Por lo menos no hagas que no existo!, por dios... —exclama el pequeño Agente.
—El caso, me pongo a acabar con esta mierda.
Alex se da media vuelta, no sin antes mirar una vez más a sus perezosos compañeros.
—Deberían hacer lo mismo, si no quieren problemas con el patrón.
—Estamos descansando un poco, un poco de paciencia —contesta Fimbulvetr, recargando su mejilla en su escritorio.
—Descansando nada, van a trabajar ahora mismo, ¿Acaso no escucharon que hoy será algo ajetreado? —exclama Chrono con una mirada oscura y una voz grave y peligrosa.
El recto y responsable Agente se levanta de su asiento y comienza a atar a sus sillas a Fimbulvetr y Donnaiolo mientras les reclama su holgazanería. Alex pasa de largo todo el ruido y se dispone a trabajar. Al cabo de 3 horas, termina con todo su trabajo y se levanta para entregarle los papeles a Chrono, que aún estaba trabajando. A pesar de haber tomado una buena parte, Chrono tiene casi tres veces más de lo que el ex-criminal tomó.
—Vaya que te gusta esclavizarte a ti mismo, podrías darle todo esto a los demás y no se quejarían —dice Alex dejando su parte del trabajo a un lado del escritorio de Chrono.
—Muchos de estos documentos contienen asuntos de los que solo yo puedo hacerme cargo, por lo que es imposible dejarlo en otras manos que no sean las mías, o las del jefe —contesta el Agente sin despegar su mirada de su trabajo.
—Ah... si, el viejo, ¿Alguna vez sale de esa habitación?
—Normalmente, el comandante es el que se encarga de la última revisión de todo esto, aunque no se tarda mucho en ello.
—¿Acaso no come? A su edad comer es casi vital...
—Su nie... Ejem, La Agente Janneth le lleva comida a la oficina.
«Iba a decir su nieta, veo que no es misterio ese hecho» piensa Alex con una expresión sarcástica en su rostro.
—Fuera de eso, solo sale por asuntos de alta importancia.
—Ya veo... bueno, dime ¿Qué haces en tus días de descanso? —pregunta el ex-criminal para cambiar de tema y generar una conversación.
—Me llevo el trabajo de ese día a casa, así evito que se acumule y termino en tiempo y forma.
—Oye, oye, oye, ¿Enserio haces eso en tu descanso? No me jodas —exclama Alex con una muy clara expresión de asombro.
—Si permito que el trabajo se acumule, aunque sea un día, puede provocar muchos problemas para la Agencia y el Departamento.
—Ya, pero ¿No tienes ninguna otra cosa que hacer, además de trabajar? No sé, pasear perros, acariciar cactus, ¿Algo que no sea revisar una petición ciudadana?
—¿Se refiere a que si tengo algún hobby?
—No me hables con tanto respeto, hombre.
—¿Con tanto respeto?
—Eres muy formal, Chrono, quiero que me trates con más normalidad, sin hablarme de usted.
—Entiendo...
—Bien, entonces ¿Tienes algún hobby?
—... Ayudo al Agente Gensei cuando le surge alguna duda.
—Eso es prácticamente trabajar...
Alex toma una silla que estaba cerca y sienta cerca del Agente para seguir hablando más cómodamente.
—Veamos, supongamos que un día no hay una pizca trabajo...
—Siempre hay trabajo por hacer, eso nunca acabará.
—Cómo dije, supongamos, su-pon-ga-mos, *Suspiro* el caso, un día cualquiera hay absolutamente nada de trabajo por hacer ¿Qué harás para pasar el tiempo? Algo que no tenga nada que ver con trabajar.
El Agente detiene sus manos un momento para pensar su respuesta.
—...Tomaría una taza de té —responde el hombre, que por fin apartaba su mirada de sus papeles y prestaba un poco más de atención a la persona que hablaba con él, aunque este no se le veía satisfecho con su respuesta.
—... Por alguna razón, no esperaba menos de un Londinense, ¿Algo además de costumbres natales? —pregunta nuevamente con la esperanza de obtener otra respuesta.
Chrono se queda nuevamente quieto y en silencio por unos segundos, pensando en una respuesta un poco más mundana.
—Y escribir, escribiría algo —contesta el Agente con tono neutro.
Ante su respuesta, Alex lo mira como si había anticipado en su mente la respuesta que le daría.
—El caso es que a fuerzas tienes que escribir.
—No como lo piensas... escribiría un cuento.
—¿Un cuento? ¿De esos para niños? —pregunta Alex con asombro al no esperar esa justificación.
—Sí, hace ya tiempo que he deseado escribir algo, pero escribir una historia relacionada con mi vida diaria no me interesaba, así que opté por el reto de escribir para niños.
—Oh, vaya... Ya veo, entonces... ¿Has escrito algo?
Chrono dirige su mirada a la pila de papeles que tenía sobre su escritorio, observándolos con una mirada entre tristeza y desagrado.
—Aún no empiezo, no he tenido la oportunidad de escribir una palabra, aunque hace apenas 3 semanas que la idea surgió en mi cabeza.
Al no tener nada más que decir, devuelve sus manos a su antigua posición, para seguir con su trabajo.
—Y aún con eso sigues trabajando, en fin, si llega alguna información sobre la ubicación de nuestra lagartija o de nuestro señor apuñalado, me avisas, estaré tomando "prestado" el internet de la Agencia desde mi escritorio y descargando música, obviamente, en páginas piratas —dice Alex mientras se da media vuelta para dirigirse a su cómodo escritorio.
—Tienes agallas para decir eso dentro de la Agencia de policía —exclama Chrono.
—Nosotros no somos ciber-policías, así que me retiro triunfante.
Alex llega a su escritorio y empieza a buscar artistas de su agrado. Al cabo de 30 minutos, el aburrimiento comienza a recorrer sus venas.
—Mierda, no hay nada que hacer, y todavía falta un rato para poder irme a comer...
—Podrías salir a ayudar a los oficiales de tránsito —sugiere el albino, que seguía amarrado a su escritorio.
—¿Me ves cara de ser un alma bondadosa? Claro que no, las viejas pueden cruzar las calles solitas —contesta Alex acomodándose en su silla y subiendo sus pies al escritorio.
—Supuse que dirías eso, entonces... Ah, ya sé, ¿Por qué no vas a la cámara de entrenamiento? Allí podrás sudar un poco —sugiere Fimbulvetr.
—¿Hay una cámara de entrenamiento en la agencia? Casi parece que nunca estuve en este lugar... —dice Alex con cierto asombro.
—La verdad es que este campo es exclusivo para los Agentes Especiales, puesto que hay algunos... bueno, tenemos otro tipo de entrenamiento, por así decirlo —contesta Fimbulvetr con una voz ligeramente nerviosa.
—Bueno, supongo que le daré un vistazo, necesito quitarme el óxido de encima, aquel maldito zombie tuvo más condición que yo, la próxima me sobrará energía como para pisotearlo —dice Alex recordando su encuentro y persecución con aquel hombre con una mirada un poco irritada.
—En la cámara encontraras dispositivos de ejercicios básicos, pesas, y un... maniquí... para que practiques tus golpes, está al fondo de este mismo pasillo a mano derecha, a dos habitaciones a la izquierda de la sala de autopsias.
Sin decir nada, el Agente sale del Departamento y se dirige a la cámara de entrenamiento.
Espero la segunda parte💗
Vivió una vida horrible... y a pesar de eso... decidió quedarse por y para sus hijos...
Me acabo de dar cuenta de algo
¡¿Ella no se llama igual que-?!
¡¡No me digas esooo!!
Es horrible la cruedad de ese hombre para agredir a su familia de esa manera... y sin remordimiento alguno...