— Melisa espera. — La llamé pero me ignoró. — Melisa por favor. — Tomé su brazo. — Tú sabías que ésto podía pasar. — Ella me observo y negó con la cabeza. Luego jalo su brazo.
— ¿Qué sabía? ¿Qué sólo me veías cómo la opción de repuesto? ¿eso debo saber?
— Eres mi amiga, mi socia.
— Yo quería más. Y tú, me has cambiado por una colegiala. — Dijo con rabia.
— No te cambie, entré tu y yo nunca ha habido nada.
— ¡Por qué tú no has querido! — Gritó con desesperación. — Pero siempre has sabido de mis sentimientos por ti. — Sus ojos se pusieron llorosos. — Te has comprometido con una niña de 21 años, la pregunta es por qué. ¿La amas? ¿o es que te casas con ella para que te dé su virginidad?
— No sé de qué hablas.
— Te escuché hablando con Ramiro. Dijiste que es la primera vez que conoces a alguien virgen con esa edad y belleza.
— No es lo que piensas. ¿Creés que me casaría con ella por una razón tan tonta?
— No lo creó. Si esa fuera la razón te habrías casado conmigo hace mucho tiempo
NovelToon tiene autorización de Regina Cruz C. para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
¿Se siente mejor?
Melisa y Rodrigo se van a cenar. Todo tiene un buen sabor, ella no entiende por qué los clientes ya no van. Tal vez han salido de vacaciones, o sus agendas no les permiten salir a cenar.
Antes de irse a casa ella habla con Ariana, le pregunta los detalles del problema. Está le explica y Melisa le da algunos consejos.
— ¿No has pensado en hacer entregas a domicilio?
— Eso implicaría más gastos.
— Si, pero también mayores ganancias. Hay muchas personas que no tienen tiempo de salir a comer, los empresarios por ejemplo, a veces están tan ocupados que no tienen tiempo de salir a comer. Mandan a sus secretarias o choferes por comida. Tú podrías ahorrarles ese trabajo a ellos. Que pidan directamente a tu restaurante.
— Me gusta tu idea.
— Para la fiesta te recomiendo invitar atletas, actrices, modelos, youtubers y tik tokers. Así tu restaurante tendrá promoción gratuita.
— No creó que la gente famosa quiera venir sólo por comida gratis.
— No es lo único que obtendrán. La gente ambiciosa siempre busca relacionarse con otras de más alto rango. Algunos youtubers están buscando iniciar su propio negocio, necesitan socios, los atletas necesitan patrocinadores y siempre habrá mujeres que buscan hombres ricos para casarse. — Ariana sonríe maliciosa.
— Tienes una mente brillante.
— No fuí la mejor solo por tener una cara bonita. La vida es un juego de estrategias, y yo sé hacerlas muy bien.
— Eres igual a tu padre. — Melisa se queda paralizada al escuchar eso.
— No. Yo no soy como el. — Se pone a la defensiva.
— Claro que eres. Físicamente tienes sus ojos, y heredaste su inteligencia. El debe estar orgulloso de ti.
— Me tengo que ir. — Melisa camina con prisa. En el auto ella se empieza a sentir asfixiada. Parecerse a su padre es lo que menos quiere. Lo que más odia.
Rodrigo nota su rostro tenso y sus ganas de llorar. El no pregunta si está bien, ya que es obvio que no lo está. Continúa conduciendo hasta llegar a un parque tranquilo y se detiene ahí. Melisa está tan absorta en sus pensamientos que no se da cuenta de nada, hasta que el abre la puerta y le da su mano.
— Venga.
— ¿Qué?
— Vamos. — Melisa toma su mano y baja del auto.
— ¿Por qué me trajiste aquí?
— Para que vea el cielo.
— ¿Qué?
— Mire las estrellas. ¿No son hermosas? — Melisa ve hacia arriba, la vista es mejor que en una película de ciencia ficción.
— Lo son.
— ¿Qué sucedió? ¿Por qué cambió su humor tan de repente?
— No te incumbe.
— Señorita. Los libros con candado no se pueden leer.
— Nunca he dicho que quiero contar mi historia.
— ¿Tan triste es? — Melisa tiene flashbacks de los peores momentos que ha vívido. Le afecta tanto recordar que una lágrima rueda por su mejilla. Rodrigo alcanza a verla, y la limpia. Eso provoca que Melisa y el queden frente a frente.— Los libros tienen momentos tristes para los protagonistas, son muchos, pero siempre logran superarlos, y siempre es con el mismo contenido.
— ¿Cuál sería ese contenido?
— Los momentos felices.
— A veces los momentos tristes superan los felices.
— No creo eso.
— Dime cuantos momentos tristes has tenido en tu vida.
— ¿Por qué debería?
— Por qué eres un libro sin candado.
— No para todo el mundo.
— ¿Puedes serlo para mí?
— Sólo si promete contarme un momento triste también.
— ¿Quieres un intercambio?
— Es lo justo.
— Bien. Empieza tú. — Rodrigo busca en su memoria uno de los momentos más devastadores que vivió. El piensa que contarle eso, hará que ella sienta confianza para contarle algo también.
— Perdí a mi hermana menor. — Melisa se sorprende con esa confesión. — Tenía 12 años y yo 17. Ella era lo que más puro que había en mi vida. Lo más hermoso que tenía. No ame tanto a alguien hasta ahora. — El sonríe ligeramente. — Claro que este es un amor diferente. — Melisa lo observa y siente tristeza. Ella también hubiera sido una hermana mayor de no ser por qué su padre siempre golpeaba a su madre. Lo que le provocó más de un aborto. — Le toca a usted. Melisa quiere contarle que vivió algo similar. Pero no se atreve.
— No estoy lista para hablar sobre mi vida.
— ¿Lo estará algún día?
— Espero que sí. Guardar tantos secretos es asfixiante.
— Si no confía en mí, debería ir al psicólogo. Ellos guardan muy bien los secretos.
— ¿Has ido a uno?
— Me obligaron a ir.
— ¿Quién?
— Mi padre.
— ¿Por qué?
— No le contaré. Quizás otro día.
— Bien. — Melisa se resigna.
— ¿Se siente mejor?
— Si. Llévame a mi casa.