Valentina Román es alegre, entusiasta, divertida, alguien llena de luz, enamorada por muchos años de Rafael Alcázar uno de sus mejores amigos, el problema el es un Playboy consagrado, por lo que su amor por el es solo un sueño, imposible de cumplirse ¿o no?
¿Que pasa cuando lo imposible sucede?, pero de pronto todo se desploma convirtiendo el sueño en pesadilla.
Acompáñame a averiguarlo.
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Abuelo
- Abuelo, mira quien vino a verte. – Expreso Lidia emocionada entrando a la habitación de su abuelo en compañía de Sonia.
- ¡Oh! Pero, mira nada más, mi niña, ¿Cuánto tiempo? – Saludo cariñosamente Aníbal, quien había visto crecer a Sonia junto a sus nietos y la quería mucho, razón por la que había propuesto un compromiso entre los chicos, aunque lamente mucho que las cosas no se hayan dado.
Aunque el desconoce las razones exactas por las que al final Rafael cambio de opinión, él pensó que se trataba de una mujer, pero en los últimos años lo ha visto solo, únicamente dedicado a la empresa lo que claro que le alegra, sin embargo, no deja de sorprenderle pues el conocía muy bien a su nieto y sus mañas.
- Abuelo Aníbal, lamento mucho venir hasta ahora, la verdad es que me encontraba en el sur por temas de trabajo, pero apenas pude regrese para verlo. – Sonrió con dulzura Sonia. – Y me alegra demasiado encontrarlo de tan buen semblante. – Añadió acercándose para dejar un beso en la mejilla de Aníbal.
- Mi niña muchas gracias, llevo varios días diciéndoles que ya estoy bien, que ya puedo levantarme y retomar mis actividades, pero nadie me hace caso. – Se queja, mientras Lidia niega recordando toda la cantaleta que ha dado su abuelo para que lo dejen ir a la empresa.
- Abuelo, el medico dijo reposo total por lo menos por 3 meses más. – Le recordó Lidia.
- Lo vez mi niña, no me hacen caso. – Replica Aníbal frustrado. – Ya estoy bien, además me aburro demasiado aquí. – Añadió molesto.
- Papá Aníbal, pero si estamos aquí con usted. – Interviene Helena que está ingresando con té y galletas para todos.
- Lo se. – Responde Aníbal. – Pero también sé que están ocupados, no pueden estar todo el tiempo. – Expone sabiendo que tiene razón.
- Bueno. – Dice Sonia. – Si al abuelo no le molesta yo también puedo venir a pasar tiempo con usted cuando todos estén ocupados. – Propuso con timidez.
- Ay mi niña, no, no quiero que descuides tus asuntos, por mi causa. – Dice el abuelo.
- Para nada, después de terminar mi trabajo en el sur, la verdad es que voy a estar un tiempo sin muchos compromisos, como le contaba a Lidia estamos haciendo algunos arreglos así que estaré libre hasta que mi taller no esté listo después de las renovaciones, además mis padres están fuera del país, así que seré yo quien se aburra en casa, no me gusta estar sola. – Expuso con una pequeña queja.
- Yo propongo que Sonia se quede en casa este tiempo. – Dice Lidia emocionada.
- Eso. – Menciona Helena, pensando en que puede que no sea conveniente, pero Lidia no la deja terminar.
- Claro mamá, mira Sonia va a estar sola y aburrida encasa, el abuelo se siente solo y aburrido aquí, así que mientras los padres de Sonia regresan, el abuelo se recuperara y no habrán estado solos. – Propone feliz.
- Me parece una idea perfecta. – Secunda el abuelo. – Muchas gracias mi niña. – Dice tomando las manos de Sonia, la idea de tener compañía le encanta, pues en verdad se sentía muy solo.
- Sera todo un honor. – Sonrió Sonia con dulzura, pero un brillo lleno de maldad cruzo sus ojos, pues ahora estaba dentro, dar los siguientes pasos de su plan sería mucho más fácil.
*********
- En verdad quiero regresar para verte. – Sonreía Rafael al teléfono, pues ya había llegado al punto en el que Valentina respondía sus llamadas.
- A mi me da igual. – Respondió Valentina indiferente, pero eso ya no se lo creía ni ella, la verdad es que también estaba ansiosa porque regresara, además de que quería hablar con él, también lo extrañaba, ya había pasado casi un año desde la última vez que se habían visto.
Esto porque Rafael no había podido viajar por el estado de salud de su abuelo y todo el trabajo que se había acumulado a causa de ello y por su parte Valentina, aunque para ella sería más fácil viajar su orgullo no se lo permitía.
- Claro, claro lo que tu digas. – Murmuro Rafael. – Cambiando de tema, espero que el desayuno de hoy fuera de tu agrado. – Dijo feliz, pues como todos los días le había enviado su desayuno a la oficina.
- Fue pasable. – Dijo ella, manteniendo su actitud, pero todos esos detalles por parte de Rafael habían logrado romper un poco la brecha entre ellos, la muralla que Valentina había levantado con esfuerzo y lágrimas empezada a tener grietas, mismas que Rafael no iba a desaprovechar. – Pero no es necesario que lo envíes diario, es una tarea demasiado tediosa. – Comento con sinceridad.
- No lo es para mí, mientras seas feliz. – Respondió Rafael haciendo que Valentina pusiera los ojos en banco.
- Por favor, no seas cursi. – Dijo y ambos rieron, la verdad es que hasta a Rafael le pareció demasiado.
La llamada se alargó durante mucho tiempo tanto que Rafael salió de la oficina y se dirigió hasta su casa mientras aún estaba al teléfono, el chofer de la familia lo recogió y se preguntaba quién era la causante de la alegría de su jefe, pues después de años de verlo apagado y solo concentrado en el trabajo, ahora llevaba un tiempo viéndolo demasiado feliz, sonreía al teléfono hablando con alguien y cuando era en llamada se le notaba la felicidad en sus ojos, además del tono tan suave y tonto que usaba con esa persona.
- Gracias Javier. – Agradeció Rafael el bajar del auto en su casa.
- ¿Llegaste a casa? – Pregunto Valentina al escucharlo despedirse de Javier.
- Así es, acabo de llegar. – Confirmo, mientras abría la puerta de la casa para entrar.
- Entonces deberías ir a descansar, ya es un poco tarde. – Le dijo Valentina y era cierto, ese día había estado especialmente ocupado así que ya era casi media noche, de hecho, ella ya estaba en cama.
- Eso hare. – Respondió Rafael. – Mas si tu tan amablemente me lo pides. – La molesto.
Valentina negó divertida estaba a punto de contradecirlo cuando escucho una voz que reconoció de inmediato al otro lado del teléfono.
- Rafa, bienvenido a casa.