Como toda chica; Jasmin sueña con encontrar un buen trabajo, conocer un hombre que se fije en ella mas allá de su apariencia y poder tener una vida feliz y amada. En busca de un mejor porvenir para si misma y su mamá, para estar más cerca de cumplir su sueño, Jasmin se ha mudado de país y ha encontrado un trabajo en una prestigiosa compañía.
Su nuevo jefe es el Sr. William Cole, es un hombre apuesto con un problema peculiar; debido a su intensidad como hombre de negocios suele parecer cortante y desagradable con sus empleados y compañeros; todo esto sin mencionar la fama que tiene de ser seductor y mujeriego. Debido a estos rumores infundados, William ha vivido gran parte de su vida sin crear confianza con nadie, esto es hasta que Jasmin llega a su vida. Durante su relación profesional, Jasmin y William descubrirán que tienen mucho en común y aprenderán muchas cosas el uno del otro.
Jasmin estará más cerca de cumplir sus sueños, y William quedará obsesionado con sus curvas...
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Me gustas...
Nos acercamos a su auto y me extiende las llaves.
—Va a manejar usted.
—¿Qué?
—Es la mejor manera de aprender.
—Pero yo no puedo. ¿Y si tenemos un accidente? Además, yo no tengo licencia.
—No es difícil, y sé que lo hará muy bien. Confíe en usted misma.
—No sé si pueda así. Nunca he manejado un auto.
—Claro que puede— no quise dejar su mano extendida, así que tomo las llaves.
Subirme a un auto jamás fue tan difícil, a pesar de que me explica las cosas con calma, el auto es distinto al de mi madre y Erick. Encender el auto alborota los nervios, hace que se concentren en mis manos y piernas.
—Debe poner la mano en el cambio— llevo la mano al cambio y él coloca la suya sobre la mía—. No se ponga nerviosa.
—Acabo de empeorar— pienso en voz alta y ríe.
Quiero que me entierren viva en este momento.
—¿Le molesta? ¿Debería quitarla?
—No me molesta.
—Lo hago por precaución.
¿Las manos de todos los hombres son igual de suave y calientes que las de él? Mi rostro va a estallar si continuo pensando en esos detalles.
—Voy a dirigirla a nuestro destino. Casi todo el camino es recto, así que no habrá problema.
Da indicaciones y pongo el auto en marcha, haciendo todo lo que dice. Tuve ligeras fallas como todo el mundo, supongo, pero su calma dura todo el tiempo. Poco a poco los nervios han ido desapareciendo, pero su mano aún continúa sobre la mía.
—¿Vio que no es difícil? Lo ha hecho muy bien.
—Gracias por todo.
Es un logro que me hace sentir bien conmigo misma y todo gracias a él. Para ser la primera vez, creo que lo he hecho muy bien.
—Gire a mano derecha— pide.
Veo el rótulo de Bush Garden. No había caído en cuenta de dónde estaba, hasta que lo veo. No sabía que estamos en Tampa.
—¿Sr. William?
—¿Qué sucede?
—¿Por qué estamos aquí?
—Fue usted quién me trajo— sonríe—. Quería que se divirtiera y saliera un poco de su casa. Resulta que tengo estas entradas, pero no tenía con quién venir. Ya que hoy no somos jefe y asistente, no creo que haya nada de malo. ¿Cierto?
—Supongo que no, aunque nunca había venido a este lugar, solo he escuchado hablar sobre el.
—¿Se ha subido alguna montaña rusa o machina?
—¿Los columpios cuentan? — rio nerviosa.
—No lo creo— ríe.
Estaciono el auto con cuidado, caminamos a la entrada para entregar los boletos y nos permiten pasar. Es complicado sentirse fuera de ambiente y tan nerviosa a la vez, nunca he subido a una montaña rusa.
—¿No tendrá problemas por ser visto aquí?
—No. Tengo el mismo derecho de salir que cualquier otra persona.
—No pensé que alguien como usted le gustaría este tipo de lugares.
—En realidad, nunca había venido. No quería que fueran a expirar estos boletos y no usarlos.
—Pues hay que disfrutarlo al máximo entonces.
—Así es— sonreímos a la vez.
Caminando por el parque, cada persona que pasaba por mi lado hace que me acerque más a él y como se da cuenta de mi nerviosismo se detiene.
—Tome, así no se aleja y se pierde entre tanta gente— sostiene un borde de su camisa.
—¿Qué se supone que haga con eso? — sonríe ante mi pregunta.
—Que sujete este pedazo de mi camisa y así no nos perdemos de vista, a menos que prefiera mi mano.
—Estoy bien así, no se preocupe — agito la cabeza rápidamente.
—No es nada malo, solo es por precaución.
—No es para tanto. Estoy bien así, de verdad, no se preocupe.
—Si lo necesita, lo puede hacer en confianza.
Subimos a la primera montaña rusa, a pesar del susto, la emoción termina ganándome por verlo reír tanto. La experiencia fue inolvidable, se siente genial subirse a ellas. Tal vez por la seguridad que siento estando a su lado. Así fue en cada machina que subimos. Luego de un rato nos detenemos en una de las tiendas de comida y nos sentamos en una mesa al aire libre.
—¿Se está divirtiendo?
—Sí, nunca me había divertido así. Gracias, Sr. William.
—Quiero que tenga más días así y ser partícipe de ello. Realmente me hizo feliz saber que fui el primero en traerla a divertirse, se lo merece.
—Gracias.
—Debemos comer algo y seguirlo, aún faltan más lugares por explorar, como el zoológico.
—Así es.
El día se está nublando, sería una lástima que comience a llover. Luego de terminar de comer, seguimos caminando. Visitamos el teatro y hubo un pequeño documental de dinosaurios, donde nos quedamos hasta el final. Al salir, visitamos el zoológico. Nos divertimos al hablar sobre cada uno. Entramos como a una pequeña cueva, es donde están las serpientes, los lagartos, entre otros animales más. Comienza a llover minutos después de entrar, había pocas personas, la mayoría estaban en la entrada esperando que la lluvia se detuviera para salir. Nosotros nos mantenemos viendo los animales y conversando un poco.
—Es una lástima que se haya dañado el día así— comenta.
—Ya mismo se detiene.
—Eso espero, no quiero que se acabe aquí.
Me acerco a la ventanilla para mirar a las serpientes y sonrío al verlas.
—Me gusta verla sonreír— su repentino comentario hace que voltee a verlo.
—Es muy directo— sonrío para evitar a toda costa demostrarle lo nerviosa que me puse.
—Sí, lo soy— acercándose a la ventanilla cierra los ojos por unos segundos.
—¿Le sucede algo?
—¿Ya no se siente incómoda conmigo?
—No, para nada— bajo la cabeza y sonrío, cuando siento su mano posarse en mi mentón.
Mi risa se pasma en el momento que lo veo tan cerca, es como si hubiera vuelto a dejarme controlar por esa tierna mirada.
—Es muy probable que piense que lo que estoy a punto de decir es una locura, pero le juro que no es así.
—¿De qué habla?
—Me gustas mucho— su confesión viene acompañado de una corriente en mi espina dorsal, no tengo tiempo de reaccionar, cuando estampa sus suaves y dulces labios en los míos.
Todo se detiene en ese momento, todo alrededor pierde importancia. Sin darme cuenta cierro los ojos y busco imitar lo que hace. Nunca había besado a alguien antes, tampoco hubiera podido imaginar que puede sentirse tan bien. Mis piernas pierden la fuerza, mi corazón vuelve a alborotarse dentro de mi pecho, incluso mi cuerpo se estremece. De mi garganta se escapa un suave y extraño quejido involuntario, hace arder mi rostro de vergüenza al no tener control sobre eso. Jamás hubiera imaginado que él robaría mi primer beso. En realidad, me gusta mucho lo que estoy sintiendo ahora.