Obsesionado Con Tus Curvas
Ꜧe escuchado decir que estudiar te lleva al éxito; quisiera saber, ¿cuándo llegará ese éxito del que tanto hablan? Recientemente me mudé de Puerto Rico a Riverview, junto a mi madre y Erick; un amigo de la infancia. Estudié administración de oficina por dos años. El tiempo ha pasado muy rápido después de mi graduación. He buscado empleo en muchas empresas y oficinas médicas, pero no he tenido suerte de pasar la entrevista inicial; es como una maldición que ha recaído sobre mí. Soy latina y mi inglés no es tan fluido, pero puedo defenderme ante cualquier situación que me encuentre.
—Es la sexta entrevista en la que fracaso. ¿Qué se supone que haga ahora? Ya no sé a dónde más llevar mi currículo — digo desanimada, mientras recuesto mi cabeza del pecho de Erick.
—No te desanimes— corresponde mi abrazo con uno más fuerte—, lo más probable no pueden competir con tu inteligencia, Jas.
—Mi inteligencia no sirve de nada mientras sea así de fea.
—No eres fea— pellizca mi nariz y chillo —. Si no pueden apreciar tu belleza e inteligencia, mejor que no te hagan perder el tiempo.
—Odio tener que darte la razón.
—¿Quién es el chico perfecto?
—Tú.
Erick es mi amigo de la infancia y una de las tantas razones por la cual me mudé a este país. Nos conocemos desde que tengo uso de razón; nos criamos juntos y parecemos más hermanos que cualquier otra cosa. Siempre hemos sido sumamente unidos, ha sido mi apoyo incondicional y sobre todo mi consejero.
—Me iré a casa, no puedo desatender a mi madre o se molesta, ya la conoces.
—¿Por qué no te quedas en mi casa hoy? Podemos jugar y así te olvidas de lo que sucedió.
—Entendido, patrón— me burlo antes de entrar a la casa.
La casa de Erick queda al frente de la nuestra, por lo que en muchas ocasiones me quedo allá. Desde que su padre murió, él decidió vivir aparte de toda su familia y solo.
—Dime que te dieron el trabajo, gordis — mi madre sostiene mis manos tan pronto entro, como si hubiera estado en espera de una buena noticia.
—En realidad no, mamá — bajo la cabeza y, casi automáticamente deja ir mis manos.
—Deberías bajar algo de peso a ver si puedes llamar la atención de esas personas. Estar a cargo de una renta tan alta y sola, no es para nada fácil. Esfuérzate un poco más — sonríe dándome ánimo como siempre hace—. ¿Y Erick?
—Se fue a la casa. Por cierto, esta noche me quedaré allá.
—Bien, de igual manera tengo que trabajar esta noche.
Mi teléfono suena interrumpiendo nuestra conversación, ver que se trata de un numero desconocido no pierdo tiempo y respondo.
—Buenas tardes.
—Buenas tardes. ¿Es usted la Srta. Díaz?
—Sí. ¿Con quién tengo el gusto de hablar?
—Mi nombre es Kyle, le hablo desde la empresa Collman Enterprise. He visto su currículo y nos gustaría entrevistarla mañana a las 9 AM. ¿Será posible contar con su asistencia?
—Por supuesto.
—La esperamos mañana a las 9 AM.
—Gracias — cuelgo la llamada con una emoción que recorre todo mi ser.
No sé qué creer, la felicidad es mucha, pero la preocupación también. Toda esta semana ha estado llena de mala suerte y fracasos.
—¿Alguna buena noticia?
—Tengo una entrevista mañana en la empresa de los Collman.
—Deberás cambiarte ese peinado mañana. Debes ir bien presentable, esperemos que esta vez sí te den el trabajo.
—Espero lo mismo, mamá. Iré a contarle a Erick.
Busco todo lo necesario para quedarme a dormir allá, luego cruzo la calle hacia su casa, toco la puerta, pero logro percatarme de que está abierta.
—¿Erick? — le llamo antes de entrar—. Dejaste la puerta abierta.
—Lo siento— sale al medio del pasillo sin camisa, y pude apreciar sus abdominales bien definidos.
—¿Por qué no tienes camisa? — volteo dándole la espalda sintiendo cómo mis mejillas arden de vergüenza.
—Me estaba bañando. Lo siento.
—No debí entrar.
—No es para tanto. Puedes dar una última ojeada si quieres— ríe con descaro mientras lucho por controlar mi incomodidad.
—No, gracias— mi rostro iba a estallar, pero no precisamente de la gordura.
Cuando se viste logro girarme de vuelta y llevo las cosas al cuarto.
—Me llamaron a una entrevista mañana.
—Eso es una buena noticia. Deja de preocuparte, todo saldrá bien. Yo voy a ti, hermosa.
Gran parte de la noche estuvimos jugando videojuegos y celebrando los logros que obteníamos. Despierto al escuchar la voz de Erick y abro los ojos con dificultad, no debí acostarme tan tarde anoche.
—¿Qué esperas para levantarte?
—¿Qué hora es? — pregunto sentándome en el borde de la cama.
—Estás a tiempo, yo te llevaré.
Regreso a mi casa para bañarme y prepararme para la entrevista, dejo mi cabello suelto, ya que normalmente lo llevo amarrado. Busco todos los documentos que pueden solicitar y Erick me trae a la empresa.
—Suerte— me dice antes de bajarme.
Entro a la empresa examinando cada rincón y centro mi vista en el escritorio de la guardia de seguridad.
—Buenos días. Estoy aquí para una entrevista a las 9.
—Debe subir al noveno piso.
—Gracias.
Dirigiéndome al ascensor tropiezo con alguien que se cruza en mi camino; en otras circunstancias hubiera sacado sapos y culebras a pasear, pero al levantar la mirada y ver a ese hombre tan alto y atractivo delante de mí, me obligó a morder la lengua. Sus ojos color cafés desviaron las ganas de insultarlo. ¿Así que sí existen hombres atractivos como ese?
—Lo siento— incluso su voz varonil es perfecta.
Entramos al ascensor, varias personas también lo hicieron, incluso el hombre que lo acompañaba. Son de esas personas que es difícil apartar la mirada. Según abre la puerta del ascensor busco salir, pero él hace gesto de querer hacerlo primero.
—Lo siento. Adelante — salgo del medio, cediendo el espacio para que pueda pasar, pero su seria expresión casi me derrite.
¿Por qué me mira así? ¿Qué le hice?
—Tenemos que irnos, Joven William —dice el hombre que lo acompaña.
—Sí— deja de mirarme y sale del ascensor.
Casi se cierra la puerta de nuevo y avanzo a salir, él sigue su camino, mientras me acerco a hablar con la recepcionista. Debo preguntar dónde será la entrevista. Luego de obtener la información que necesito, me siento a esperar mi turno, ya que había más mujeres esperando. Al cabo de un rato, una hermosa mujer dice mi nombre en voz alta y la sigo hacia la oficina que me dirige. Jamás había experimentado lo que era el verdadero terror, hasta que veo al mismo hombre de ojos cafés sentado en el escritorio y en compañía del mismo señor. La oportunidad que tanto había estado esperando, creo que acaba de esfumarse.
—Puede tomar asiento — dice la mujer antes de salir.
De vuelta a la mirada seria de ese hombre, la piel erizada y temblores en mi cuerpo, decido mirarle directamente, a pesar de sentirme asustada e insegura.
—Buenos días, Srta. Díaz. Mi nombre es William Cole.
—Un gusto conocerlo, Sr. Cole— los nervios me estaban traicionando.
—Sin más rodeos, demos inicio a la entrevista— dijo el hombre de espejuelos que se encontraba de pie a su lado.
Cada pregunta me volvía mas tensa que la anterior, pero no porque no tuviera respuesta a ellas, sino por la mirada fija del Sr. Cole. No sé si estaba estudiándome o simplemente se había percatado de los movimientos involuntarios que hacía con mis piernas por debajo del escritorio debido a los nervios. Respondí cada pregunta con honestidad, principalmente sobre la falta de experiencia laboral, aunque ese señor de espejuelos no parece ser alguien fácil de impresionar. Sus preguntas parecían ataques, ya que casi no me dejaba terminar de responder, cuando hacía otra.
—Damos por finalizada la entrevista. De ser elegida para el puesto de asistente, nos estaremos comunicando con usted durante los próximos días — el hombre de espejuelos hizo un gesto con la mano hacia la puerta y, a buen entendedor, pocas palabras bastan.
Es evidente que esta entrevista ha sido otro fracaso más, me atrevería a decir que el más bochornoso, porque no supe cómo disfrazar el nerviosismo. Levanto mi trasero de la silla, desmotivada y desilusionada, con unas inmensas ganas de llorar, pero me las arreglé para no demostrarles cómo me sentía por dentro.
—¿A dónde va?
Dejo de caminar en el momento que escucho la pregunta del Sr. Cole, y vuelvo a mirarlo.
—¿Qué tamaño es?
—¿Tamaño? — pregunto desconcertada—. ¿Qué tipo de pregunta es esa, señor?
—Lo siento, no lo preguntaba por nada malo. No quería incomodarla o sonar atrevido, Srta. Díaz.
—Cuando dice tamaño, ¿a qué se refiere, Sr. Cole?
—¿Puede darse una vuelta?
—¿Perdón? Si va a burlarse de mí, prefiero marcharme inmediatamente.
—Despacha las que faltan, Kyle— le ordena al hombre que lo acompaña.
—Sí, Joven William— este sale de la oficina dejándonos completamente solos.
—Srta. Díaz, quiero que trabaje para mí.
—¿Qué? No pensé que tendría el trabajo — no logro asimilar absolutamente nada.
—Sí. Considero que el puesto es el indicado para usted. Quiero que sea mi asistente. Mañana mismo quiero que comience a trabajar.
—¿No está jugando conmigo? — sin creerlo, pestañeo varias veces seguidas.
¿Es esto un sueño? Luego de todos esos fracasos que tuve durante la semana y la forma en que ese hombre de espejuelos arremetió contra mí tan duramente, pienso que este hombre solo ha de estar burlándose de mí.
—No, no estoy jugando con usted. Le haré un uniforme ajustado a su medida. ¿Le parece?
—Sí, me parece bien, Sr. Cole.
—Le explicaré los detalles del contrato y sus beneficios.
Me explica todo con lujo de detalles. Es una persona muy inteligente, puede mencionar todas las cláusulas del contrato, sin necesidad de leerlo del documento.
—Sería un gusto que esté de acuerdo con todo lo antes mencionado.
Jamás creí que le pagarían tanto a una simple asistente. Es favorable, ya que, si me desempeño bien en el puesto, podré ayudar a mi madre con los gastos de la casa.
—Estoy de acuerdo con todo lo que me explicó, pero ¿no se supone que tenga unos meses de prueba?
—Conmigo no los necesita, el trabajo es simple y estoy seguro de que podrá desempeñarse bien.
—Muchas gracias, Sr. William.
—Mañana mismo le haré entrega del contrato y tendrá su uniforme. ¿Puedo tener sus medidas?
—¿Mis medidas? Realmente no las recuerdo — los nervios no me permiten pensar del todo bien, hace mucho tiempo no me mido y he subido bastante de peso.
La pizza, el exceso de coca cola y la comida chatarra no me ayuda en lo absoluto. Madre mía, desde la última vez que estuve encima de una báscula o que me medí, fue hace más de ocho años.
—Yo puedo ayudarle— saca de su escritorio una cinta y se acerca.
—Espere, esto no es correcto.
—Mi madre me enseñó a tomar medidas, así que no tiene de qué preocuparse.
Llevó la cinta a varias partes de mi cuerpo y mi cabeza no daba para más. Es la primera vez que tengo a un hombre tan cerca, aparte de Erick. Si solo está midiéndome, ¿por qué siento mis mejillas tan calientes? Mientras él luce tan calmado y concentrado, todo mi cuerpo tiembla.
—Es muy hermosa, Srta. Díaz— dice en el momento que termina.
Es también la primera vez que me dicen algo así, de alguna forma se siente bien. Aunque sigo pensando que es extraña su actitud.
—La espero mañana a las 6 AM. Será un placer trabajar con usted— el apretón de mano vino acompañado de una sonrisa de parte y parte.
—Lo mismo digo, Sr. Cole. Gracias por la oportunidad. Prometo no fallarle. Permiso— salgo de la oficina con una emoción indescriptible.
Tan pronto subo al auto de Erick, se gira hacia mí esperando que le cuente todo con lujo de detalles.
—Dime que te dieron el trabajo, por favor— cruza los dedos.
—¡Sí! — lo abrazo con todas mis fuerzas y siento sus manos en mi espalda.
—Te dije que podías hacerlo. Tenemos que ir a celebrar ahora.
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Updated 111 Episodes
Comments
rubi salgado
que bien que la contrataron sin importar su fisico
2024-11-14
0
🖤**maca**🖤
de que o que....
2024-10-17
1
Noeruart
Cuando le pregunto cuál era su medida y pidió una vuelta...me lo imagino al muy pervertido mirándole el trasero y con una ereccion.🤭😜
2024-09-02
3