La Niñera

Rodrigo podía ser un verdadero gilipollas, pero su voz y sus caricias me volvían completamente loca, sus celos enfermizos me alteraban al punto de querer matarlo.

Su forma de ser tan brusca me enloquece Pero al mismo tiempo me da miedo, de que en algún momento cometa una locura por dejarse llevar.

- ¿Te gusta? - cómo no me va a gustar, si con un solo toque de sus manos mi cuerpo se calienta.

- ¿Por qué tus malditos celos?. - tratar de hablar lo más calmada que pude.

- Porque no quiero que nadie te ponga un dedo encima, es que no te ha quedado claro, no mentí hace años, cuando te dije que nadie podía verte ni tocarte.

Los susurros en mi oído me encendían aún más, sus manos volvían a recorrer mi cuerpo, como si quisiera recordar cada centímetro.

- Siento como tu cuerpo se estremece solo con tocarte, no podré controlarme mi amor así que ahora mismo te voy a tomar.

- Por... Por favor ... Acá no. - ya no aguantaba, mi voz se convirtió en gemidos, sus dedos hacían maravillas en mi sexo.

Eso fue una Clara invitación para qué me arrancará mi braga y el me tomara en ese mismo lugar, el es un hombre bastante rápido porque no me había dado cuenta de que ya tenía pantalón y bóxer abajo.

Su miembro se acercó a mi sexo y en una sola investida le introdujo, sentí un poco de dolor, pero poco a poco el dolor se transformó en puro placer.

Sus movimientos eran fuertes, mientras su boca besaba mi cuello, una de sus manos cogía mi cadera con fuerza y la otra la tenía alrededor de mi cuello. La respiración de ambos es irregular cuando vamos llegando al clímax.

- Esto acaba de empezar.

Y si, como lo había prometido el, todo el fin de semana fue increíblemente, lo hicimos en cualquier parte, cocina, baño, la sala, el comedor.

- ¿Mañana vas a la empresa?. - el trabajo es lo primordial.

- No, Caleb me necesita en la oficina. - solo nombrar a cualquier hombre este se crispa.

- Ok, después de que salgas te voy a recoger los niños te extrañan, nadie los calma como tú lo hacías. - siempre en mi mente, aquellos gemelos que me alegraron mis días y mis noches. Y que por alguna razón quería volver a estar con ellos.

- ¿Cómo han estado?.

- Bien, aunque los abandonaste y no ha sido fácil conseguir a alguien con tus habilidades.

- Me encantaría ir contigo a verlos.

Con un último beso Rodrigo me deja en mi apartamento y como si Javier lo supiera me llama.

- Hola cuñadita cómo estás.

- Bien y tú.

- Dónde estuviste metida con mi hermano, la maldita de tu hermana no ha dejado de llamarme.

- Que le dijiste

- Que querías que le dijera, que estaba con su esposa quien sabe en dónde, no seas ridícula.

- Entonces.

- Le dije que se había ido por negocios.

- Eres un amor.

- Lo sé, pero no te vas a escapar de mi interrogatório.

Cómo era de esperas me tuvo más de dos horas hablando de lo que había hecho yo esos dos días, le conté lo que pasó, pero no con pelos y señales el tampoco debía de enterarse de que clase de cosas habíamos hecho nosotros dos.

Al terminar de hablar me fui a duchar, tenía que descansar, ya que tenía que volver al trabajo al día siguiente, al mirar mi cuerpo veo las marcas que dejó Rodrigo, varios chupones y unos bastante visibles.

- Loco de mierda.

Lista para empezar un nuevo día me dirijo a mi trabajo, pero a penas voy entrando me encuentro con una cara familiar Anahí está en la recepción y no va sola está con los pequeños los cuales no paran de gritar y la pobre recepcionista no sabe que hacer.

- Así que acá está.

- Si acá estoy, que quieres Anahí. Hasta donde sé usted no trabaja acá y tampoco tenemos negocios con usted o su familia. - poco a poco sé va acercando hacia mí, sin prestar atención a los niños.

- Eres una maldita, te revuelcas con los hombres de otras mujeres.

- No sé dé que está hablando, y quiero recordarte algo yo no soy como usted. - ella levanta la mano y me golpea.

- Usted no sabe cómo soy, así que no me compare con nadie, yo soy toda una dama.

- Una dama que se mete con hombres casados, una dama que se revuelva con dizque con su mejor amigo o una dama que se la pasa en los bares buscando hombres con dinero para que le den. - ella levanta ala mano para volver a golpearme, pero está vez no la dejo, está vez soy yo quien la pone en su sitio. Puede que tengamos la misma sangre Pero eso no me impide hacerme respetar. - Si no es más, se puede largar, y dejar de hacer un maldito show, yo si trabajo.

Sin decir una palabra ella sale corriendo del edificio dejando a los pequeños gritando en plena recepción.

Con mucha precaución me acerco a Sasha y a Dante.

- Hola pequeños. - puede que sea mi imaginación, pero ellos se calman casi de inmediato. - Vamos a mi oficina y llamamos a papá. Rocío Caleb ya llegó.

- Si señorita el está es su oficina.

- Gracias.

Tomo a los pequeños y comienzo a centrales la canción de cuna, la que les había cantado el primer día que los conocí.

Al llegar a mi oficina, saco el teléfono de inmediato para llamar a Rodrigo y como si fuera una señal el ya el está marcando.

- ¿Por qué tienes a mis hijos?. - me quedo sin palabras. No sé si tratarlo mal o ponerme a reír. - Que contestes porque te llevaste a mis hijos.

- A mí no me vienes a gritar, y no me he llevado nada, su maldita novia vino a armarme escándalo y los dejo.

Cuelgo el teléfono y lo boto encima de mi escritorio, ahora soy la mala del paseo. Escucho como vuelve a sonar el celular, pero no contesto porque sé quien es.

- Maldita sea.

Me arrodilló al lado de los niños y mis ojos se llenan de agua, sé que estos pequeños son importantes para el, pero yo no hice nada malo. Que mentira le dijo Anahí a ese hombre para que me llamara tan furioso.

Los minutos pasan y tengo que estar preparada en cualquier momento mi puerta se puede abrir y develar al maldito monstruo.

- Aléjate de ellos. - mis ojos se abren al ver a un hombre llevado por el mismísimo putas. Con mucha calma por fuera y destruida por dentro me alejo. - Como fuiste capaz de pegarle a Anahí y tomar a los niños a la fuerza.

Este escándalo no pasa desapercibido por Caleb quien llega en menos de nada, me mira a mi y luego a Rodrigo quien ya está con los niños.

- ¿Qué es lo que está pasando?.

- Nada, el señor ya se va. - respondo mientras camino hacia mi escritorio. Rodrigo no se detiene a pedir ninguna explicación solo salió como si nada, apenas el sale yo me pongo a llorar.

- Dime qué fue lo que pasó, porque te pones así.

No digo nada mis lágrimas inundan mis ojos.