La historia de un Alfa que solo ansiaba la tan anhelada libertad
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Capitulo 11
Advertencia:
La siguiente historia no es apta para menores de 21 años puede contener; lenguaje vulgar, soez, momentos explícitos, eróticos, hasta subido de tono y hasta nopor-grafico, violencia física, mental, abuso, inc3sto, se recomienda leer bajo su propio riesgo. ~
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El camino de regreso no hubo mucha diferencia con el de ida, la diferencia estaba en Fernando que se le veia un poco extraño, como si estuviese sumido en sus pensamientos. Aquel tipo habia amargado si día, pero mi reacción lo hizo tranquilizar de cierta forma.
Luego de casi todo un día afuera, estaba hambriento, Isabel nos esperaba con un rico estofado de cordero para cenar y irnos a descansar.
Al parecer a Fernando le gustó mi regalo ya que se lo quitó a diferencia del resto de ropa a la cual la tiraba así sin más, a este la quitó con delicadeza para olerla y doblarla de una forma dulce, se acostó para dejarlo debajo de su almohada, pareciera que jamás tuvo un presente. Lo dudaba, que hombre de su poder adquisitivo no hubiese tenido tales presentes, me dispuse a descansar para oír aquel susurro salir de él, tan fluido que me puso los pelos de puntas "—Ñawpaqtaqki, gracias." Me estaba hablando en Quechua. Acaso el sabía hablar, podía entenderme.
Ya no tenía dudas, él no era un criollo, era un mestizo, no no era un simple mestizo, era más que eso, era un Ch'aska Runa, un hombre de luz, o como lo llamaban los forasteros, un indio de piel clara.
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Toda la noche habia quedado pensando en Fernando. Si era uno, ¿Por qué que odiaba todo? ¿por qué rechazaba su origen, su identidad? Acaso tan malo era ser nativo.
Me gire y me quedé viendo su espalda que ahora me daba cuenta está tenía cicatrices viejas, como si se lo hubiese hecho con un látigo por lo que comencé a acariciarla desde donde nacían hasta donde morían.
—¿Qué haces? —El despertó cuando acariciaba la cicatriz al costado de su pelvis y bajaba por su muslo era grande como de una puñalada..
—Dime ¿aún te duele? Se ve que fue grave. ¿Qué te paso?
—Prefiero no hablar del tema, duerme.
—¿Puedo besarlas?
—¿Besar que?
—Tu cicatrices, veo que está te duele te he visto a veces frotarte varias veces más cuando bajamos al río, la humedad te hace dolor. Déjame besarla.
—¿Por qué?
—No se, simplemente lo necesito, necesito besar tu cicatriz ¿Me dejas o no?
—Esta bien. Vamos besalo. —sonriendome de forma traviesa —Mientras danzaba con mis dedos para empezar por la de la pierna para ir subiendo por la de su espalda para terminar donde yacian la marca de mis entonces percate que en su mejilla hacia su boca estába un cicatriz apenas visible de cuando lo patee en el rostro más como un rasguño, el me miró fijo por lo que bese su mejilla para terminar en su boca, besándolo, aquellos calores de hace unos días habían regresado pero más suave, necesitaba de su cuerpo pero no tan salvaje, como hace unos días. —Andas travi..
—¡Shhhhh! Silencio no hables solo hagámoslo y listo, el iba ponerme debajo, pero antes prefería probar algo, una duda que azotaba mí mente hace días ¿A qué sabría su esencia? La duda era algo que debía sacarme de encima, por lo que fui bajando hasta donde estába su miembro. —Oye ¿Qué haces?.
—Nada, solo sacarme una duda saber que sabe tu esencia, debe saber rico si es algo que en si genera vida.
Su rostro quedó (😦) impresionado ante mí iniciativa, se quedó sin palabras.
Tome a este de forma delicada para comenzar a besarlo desde su base donde estaban sus huevos hasta la cabeza, acariciando ese par mientras mis dedos se metían entre su vello, al llegar a su cabeza empezó lentamente introducirlo en mí boca, para con mí lengua hacer movimientos suaves dentro del orificio que tenía, mientras suavemente movía este haciendo que se endureciera
—Cruz. —Le costaba respirar, estaba extasiado respiraba violento y agitado.
Por lo que yendo a lo que venía comencé a mamarselo. —Detente, ya no continúes.
Podía ver que estaba rojo mordiendo los labios, controlando sus impulsos por pleñir del placer, es como si odiarán que lo vieran vulnerable, me despedí de este con un beso en sus huevos —Otro día será.
No debí hacer eso, el no pudo aguantar y aquello me dio en la cara —¡Te dije que basta! —limpie mí rostro de su esencia y la probé sin dudas estaba equivocado, esa cosa sabía rara.
No sé cómo a muchas mujeres podía gustarle, aunque quizás... probándola de vuelta. ¡Quizás era un gusto adquirido con el tiempo!
Me dispuse a dormir ya que Fernando estaba como sensible ante la situación —No vuelvas hacer eso, deja de hacerlo. Deja de hacerme sentir frágil. Basta, trata de no repetir esto, o tendre que..
—¿Tendré que? Espero que no hables de golpearme. Déjame de levantarme la voz y dormamos de una bendita vez, te parece.
—Sí, mejor durmamos.
Continuara...