CEO -- En busca del perdón

RAFAELA...

Hoy conoceremos al médico que ha aceptado venir a Brasil para examinar a Pedro y, si Dios lo permite, operarlo. Estoy nerviosa, he hecho ya varias oraciones pidiendo que todo salga bien, y especialmente, que el director del hospital lo autorice, ya que vamos a correr con todos los gastos.

—¿Mamá, por qué estás tan nerviosa?

—No es nada, hija. Termina tu desayuno para que mamá te lleve a la escuela.

Acario su carita y ella sonríe desdentada. Terminamos de comer y mientras ella se va a cepillar los dientes, oigo el claxon de un coche.

—¿Quién será? — voy a atender y es Matheus — parece que sí juega a ganar... — se acerca a mí con una gran sonrisa.

—¡Buenos días! ¿Ya están listas? — dice subiendo el último escalón de la escalera.

—Sí, solo estoy esperando que Ana baje, ella fue a buscar su mochila...

Abro la puerta un poco y Ana corre hacia ella al ver al padre.

—¡Papááá!

Él la toma en brazos y no puedo evitar sonreír con esta cercanía; sé que todo lo que hizo fue, para decir lo mínimo, una estupidez, pero estaría siendo un ser humano peor si continuase en el error, si no buscara el perdón como ha hecho desde que le permití ser parte de nuestras vidas.

—¿Cómo está mi princesa?

—Bien, papá, ¿has venido a llevarme a la escuela?

—A ti y a mamá — Ana sonríe aún más grande.

—Voy solo a tomar mi bolso.

Voy hasta el sofá y agarro mi bolso, salgo cerrando la puerta y Matheus ya ha puesto a Ana en su coche, levanto la ceja pero no digo nada, pues él me está esperando con la puerta del pasajero abierta, entro y él la cierra.

Vamos hacia la escuela y después de dejar a Ana, lo que generó mucho murmuro entre las otras madres, que casi se comen a Matheus con los ojos, ¡venga mujeres!, ¿no ven que está conmigo? Bueno, él no está literalmente conmigo, pero... en fin, un poco de sentido común no mata...

Fuimos al hospital, Matheus ya había pasado la dirección al doctor Kilian, así que nos aseguró que estaba en camino. Llegamos al hospital y no vimos a nadie diferente en el estacionamiento, Matheus pensó que sería mejor enviarle un mensaje para avisar que ya habíamos llegado, no respondió, entonces suponemos que estaría en la carretera.

—Será mejor que esperemos adentro.

—Tienes razón, vamos.

Entramos y fuimos a visitar a Pedro. Ya en su habitación, estaba durmiendo, lo cual no es normal teniendo en cuenta que ha tenido días mejores la semana pasada; estuvimos algunos minutos con nuestro hijo y una enfermera vino a avisarnos que había un hombre preguntando por nosotros.

—Es él — dice Matheus levantándose.

Lo sigo y al llegar a la sala de espera, vemos a un hombre alto, rubio, observando todo a su alrededor; por su aspecto, estoy segura de que es el médico.

—¿Doctor Mitchell?

—¿Matheus Jones?

—Sí, y esta es Rafaela Cameron.

—Un placer, doctor — nos damos la mano y noto que usa un audífono, no digo nada, solo le sonrío — ¿cómo ha sido el viaje?

—Cómodo, gracias.

—Nos alegra escuchar eso — interviene Matheus y estoy segura de que es sincero — Podemos ir a otro lugar si prefiere.

—Por favor.

Me sorprende el portugués de él, porque según Matheus, es americano, entonces... debe haber tomado clases de portugués desde niño para hablar tan bien nuestro idioma. Ayer hablamos con Natan y él nos dijo que cuando llegara el doctor Mitchell, lo lleváramos a su oficina para poder analizar juntos el caso de Pedro.

—El doctor Clark ya nos espera, él tiene todo el historial médico de Pedro Henrique.

—De acuerdo.

Llegamos a la oficina de Natan y él nos recibe al momento; les presentamos y rápidamente Natan entrega todos los exámenes al otro médico, mientras explica detalladamente cada una de las pruebas y resultados, muestra, además de los exámenes de Pedro, los de Matheus, que es el donante.

Cuando termina de revisar todo, suspira y nos mira con la misma mirada que Natan nos dio al hablar de los resultados del examen de compatibilidad de Matheus.

—Realmente... todos los exámenes están dentro de la norma, y por lo que pude ver en el último reporte médico de él... La situación se está agravando... Necesitamos operar lo antes posible... Porque su organismo está muy debilitado.

—¿Tiene disponibilidad para realizar la operación en algún día de esta semana?

—He venido a Brasil con el propósito de sanar a este niño. Solo regresaré a Estados Unidos cuando lo vea curado.

Siento cómo se me humedecen los ojos, Matheus me abraza y allí siento una gran ola de esperanza. ¡Mi niño finalmente podrá estar bien!

—Hablemos con el director, él está en el hospital hoy, y no se preocupen, es una buena persona, estoy seguro de que autorizará la cirugía.

Los dos médicos se dirigen a la oficina del director y Matheus y yo nos abrazamos felices, vamos a la habitación de Pedro y pasamos varios minutos jugando con él, pero como está bastante débil, pronto se duerme, Natan entra a la habitación pocos segundos después de que Pedro se queda dormido.

—Traigo noticias...

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DR. KILIAN MITCHELL ☝🏼