Nicolle Harrington es una chica recatada y conservadora, sumisa y dócil, o al menos para los hombres de su familia, quienes la tienen en una burbuja, pero fuera de casa es la espía más joven, despiadada y preparada de su organización. Es novia de un coronel llamado Massimo Moretti hace dos años y su amor no puede ser más bonito y perfecto; claro, él solo conoce su parte dulce y tierna.
Una enemiga de su madre regresará para cobrarse con ella mediante una traición que la aleja de su familia tras su supuesta muerte en frente de todos ellos.
Nicolle queda sin memoria durante dos años, sintiéndose perdida, y es encerrada como un animal en un infierno con recuerdos falsos, hasta que conoce a su nuevo amor, un mafioso, Aaron Rizzoli, que la ama como realmente ella es y no ese personaje que supo interpretar.
Su dilema será cuando recupere la memoria y deba elegir a uno de ellos; qué hará la pequeña Nicolle: se quedará con el amor bonito de Alessandro o elegirá la adrenalina de Aaron.
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Una mentira que descubre o verdad
Nicolle fue revisada, la bala fue extraída de su cuerpo y luego de eso le vendaron el hombro. Estaba molesta ahora porque cómo llegaría a casa con el brazo herido, y para su cumpleaños, ella sabía que su amado esperaba esta fecha para consumar su amor.
No sería el mismo día o tal vez si no lo sabía; lo único que tenía claro era que vería el balazo en su hombro.
No pudo dormir en toda la noche: giraba de un lado a otro, se movía sin parar; el dolor no era tan fuerte como sus pensamientos.
La joven suspiró y se calmó; debía llamar a sus comodines. Tomó el teléfono ya casi siendo las nueve de la noche y llamó. El teléfono sonó dos veces y fue contestado.
—Mami, te necesito —dijo Nicolle y su madre de inmediato se levantó de la cama.
—¿Qué ocurrió? —Contestó neutral para poder mentir si hacía falta.
—Me dispararon En el hombro, madre, estoy bien, no te preocupes, sí, pero mañana regreso y sabes que se darán cuenta. —Nicolle no tenía secretos para su madre y abuela; ellas sabían del noviazgo con Massimo y esa era la única razón por la cual no la habían descubierto.
Lía era la encargada de la seguridad de su hija y cuando su esposo le preguntaba, solo le contestaba que no había novedad.
Ella y Gia se habían encargado de cubrirla con lo de la academia, con que apareciera su nombre en el listado del campamento de baile, tomaban fotografías de recitales dónde Nicolle era la principal y, como no, eran expertas en computadoras y maestras de la manipulación.
Nicolle sacó esas habilidades de su madre y abuela, aparte de la belleza. Pero Gia, a pesar de tener sus años, seguía esbelta y, como no hacerlo, comía sano, hacía ejercicio y vivía en un spa relajándose, aparte de que su amado Andrew la seguía tratando como su jovencita, a la que debía domar.
Lía seguía tan hermosa como siempre, al igual que su madre, tanto que Nicholas vivía mandándole inquilinos a San Pedro y a Lucifer.
Lía levantó su cabeza y escuchó atentamente mientras caminaba hacia el armario y sacaba la ropa que se colocaría.
—De acuerdo, princesa de hielo, dile al rey oscuro que tenga todo preparado, salgo para allá —dijo y colgó. Luego de comenzar a vestirse, Nicholas se preocupó y le preguntó.
—Amor, ¿qué sucede, vas a salir? Lía, sin dejar de vestirse, lo mira.
—Hubo un problema y debo ir; cuando pueda me regreso, te amo —se colocó su chaqueta y le plantó un beso a su amado esposo.
—Sabes que te amo, cierto —dijo él y ella asintió.
—A diario me lo recuerdas mi vida como olvidarlo —Le sonrió y salió en su Lamborghini color negro.
Lía, como siempre, dio varias vueltas para despistar y cambió de auto y el de ella se fue al escuadrón imperial. La mujer llegó rápidamente y abrazó a su hija con cuidado.
Revisó su herida a pesar de que Nicolle insistió en que estaba perfectamente.
—Bebé, estoy aquí, qué ocurrió —preguntó su madre y ella bufó.
—Un idiota me disparó a traición y no sé quién fue, pero eso no es importante. Lo importante ahora es salir de este embrollo —Nicolle volvió a suspirar con pesadez.
—Tranquila, nos vamos ahora, querías llegar de sorpresa y te atracaron; es todo, vamos a la clínica de Javier, sí, no pasa nada —Lía la calmó y ella la abrazó.
—No tienes una idea de lo mucho que te amo; tú eres mi ídolo, no sé qué haría sin ti, mamita —lloró en sus brazos como una nena y luego salieron rumbo al hospital con el disfraz de la dulce Nicolle.
A las once de la noche el teléfono de Nicholas sonó para recibir una noticia que lo dejaría helado; a la clínica llegó Lia con la dulce Nicolle herida.
Ella le comentó que la llamaron al ver que habían atacado y herido a Nicolle para robarla; no le dijeron que era ella por teléfono para que la viera en persona.
Lía se escuchaba molesta con su equipo por no decirle la verdad por teléfono. Le dijo que estaba tan preocupada por Nicolle que no pudo llamar hasta ahora.
Nicholas salió como un loco y comenzó a avisarles a todos. En menos de una hora la clínica estaba llena de sus familiares. Lía habló personalmente con el director de la clínica, la cual era de su familia y le dijo qué decir, así que todo cuadraba.
Nicholas estaba preocupado por su hija. Llegó con gritos de desesperación. Al igual que los demás, tenían miles de preguntas y ninguna respuesta.
—¿Qué ocurrió, mi amor, quién fue, donde está ese maldito?—estaba fuera de sí; sus lágrimas caían en cascada a pesar de que ya sabía que solo había sido un simple balazo en el hombro, pero para su delicada hija esto sería traumático.
—Calma, mi amor, nuestra bebé está bien; fue un disparo en el hombro, se puso nerviosa y no entregó sus cosas —explica Lia y él se altera.
—Maldición, nada vale su vida, lo hubiese entregado todo, no importa, se lo repongo el triple —grita, pero se calma al acordarse de que su bebé es un ser tan inocente que todo le asusta.
—¿Cómo está mi nieta, mi niña?— Habla Andrew y así tomas, los abuelos, tíos y hermanos de la princesa Windsor…
—Está fuera de peligro, solo fue un balazo en el hombro —Andrew enloquece con lo que escucha y comienza a llamar.
—Aló, necesito a varios psicólogos, sí, es para mi nieta que vivió algo traumático; rápido estamos en la clínica principal de mi familia —explica y su esposa lo abraza.
—Hey, mírame, está perfecta, no ocurre nada —por fin Andrew se calma, pero todos están igual. Sus hermanos están preocupados; era un balazo y ya todos lo sabían y sí, todos eran todos. Massimo se apareció pálido, sus labios muy blancos y estaba nervioso.
—Massimo Gracias por venir a apoyarnos; mi sobrina está siendo revisada; no sé si podremos verla —explica Enzo, y Massimo se delata por la preocupación.
—Pero cómo está, qué le ocurrió, debe estar asustada, por qué no dejan entrar a nadie. —La preocupación de Massimo alerta a los demás.
—Por qué tanta preocupación, creo que este es un momento íntimo y familiar —dice Enzo con molestia en su voz.
Enzo ahora es un oficial de dos estrellas y Massimo subió a coronel.
—No me pienso ir —dice y Nicholas se le acerca junto con los demás.
—¿Qué ocurre aquí y por qué no te vas a mover de aquí, que te sucede con mi hija? —pregunta Nicholas con molestia.
—No es el momento para esto, señores —dice Gia, pero no le hacen caso.
—Qué te traes con mi hija… Habla o te largas —preguntó Nicholas visiblemente molesto.
—Yo amo a su hija y somos novios, así que no me voy a mover de aquí, no la voy a dejar sola —Los ojos de Nicholas se encienden y este lo toma del cuello.
—Es un bebé desgraciado, acaba de cumplir dieciocho años hace una hora, que te sucede —le grita, pero Massimo sigue firme.
—Lo sé y la amo, ella es mi vida —la mano de André cae en el pecho de Massimo y este no se inmuta.
—Aléjate de mi sobrina, bastardo, no vas a jugar con mi niña —espeta molesto.