Un Encuentro Accidentado

Conor

Me siento impotente al ver a Mel bailando junto a ese hijo de puta. Sí, sé que se supone que por eso estamos aquí, pero es difícil para mí verla junto a él.

¿Y si está incomoda? ¿Y si esa escoria humana le dice algo incorrecto o la mira de la forma equivocada?

Comienzo a acercarme a ellos cuando la mano de Nowak está demasiado baja sobre espalda de Mel para mi gusto, pero me detengo cuando todos comienzan a murmurar al mismo tiempo.

Me giro y veo a Renji entrando por la puerta. Como siempre sucede todo el mundo se aleja para dejar el espacio suficiente para que mi amigo camine sin tener que saludar a nadie.

Jarek es el primero en salir huyendo del camino de Renji. Todos lo conocen y por supuesto todos le tienen miedo, cosa que mi amigo disfruta demasiado.

Sin saludarme golpea mi pecho con su teléfono.

–Alek –ladra.

Tomo su teléfono y lo llevo a mi oreja sin dejar de vigilar a Mel.

–¿Qué quieres?

–¡Que madures, idiota! –regaña–. Los chicos ya me contaron todo. Eres un imbécil. Lo sabes, ¿verdad?

–¿Por qué soy imbécil ahora?

–Es que no entiendes que esa chica puede estar engañándote para escribir una historia sobre ti y no sobre Adam –sisea–. A lo mejor espera sacarte la verdad mientras te la chupa. ¿Es que acaso no sabes en el peligro que estamos en este momento?

–Ya lo sabe todo –digo. Renji levanta una ceja y niega con su cabeza, como si no pudiera creer lo tonto y confiado que soy–. No va a decir nada.

Alek comienza a maldecir en ruso.

–¡El objetivo de esa periodista eres tú, idiota! –gruñe furioso–. Esta vez dejaré que Mía te corte las bolas, Conor. Lo juro.

Miro la hora en mi teléfono y con la diferencia horaria sé que mi amigo debe estar recién despertando. Creo recordar que ahora está en Vancouver.

–Mejor llámame después de que bebas un litro de cafeína. Siempre estás más feliz después de eso.

–Mi esposa está embarazada. Pasé toda la noche sosteniendo su cabello mientras vomitaba, ya me he tomado un litro de café –devuelve y juro que casi puedo verlo pasando su mano por su rostro, molesto como el infierno–. Sé que probablemente lo estés pasando de maravilla con la chica después de tanto tiempo de abstinencia, pero imagino que un poco de sexo es menos importante que nuestra sociedad.

–Ni siquiera se la ha cogido –masculla Renji, quién está lo suficientemente cerca para escuchar los gritos de mi amigo.

Alek vuelve a maldecir en ruso y antes de que me diga algo más corto la llamada y apago el teléfono de Renji, quién me mira furioso.

–Si vuelves a encenderlo juro que estamparé tu rostro contra la puerta –amenazo.

Renji levanta una ceja y hace una mueca que casi parece una media sonrisa, pero eso no puede ser. Ese hombre no le encuentra gracia a nada.

–Imagino que podrías intentarlo.

–Soy adulto –le recuerdo–. No necesito que mis amigos estén cuidando mis pasos, Renji,

–Una palabra para ti. Turcos.

Pongo los ojos en blanco. –Ya olviden esa mierda. Hice lo que había que hacer, necesitábamos ese territorio –mascullo.

–¿Lo sabe la muñequita? –pregunta curioso.

–No la llames así.

–Ming me lo pegó. No cambies de tema, ¿lo sabe?

–Lo sabe –respondo y me cruzo de brazos–. Anda, dime que soy el idiota más grande del mundo.

–Al menos eres un idiota valiente –dice después de unos segundos.

Sonrío. Es la primera vez que Renji me dice algo amable.

–¿Desde hoy seremos los mejores amigos del mundo? –pregunto divertido.

–No presiones –devuelve antes de quitarle una copa de champaña al mesero que va pasando al lado nuestro.

La canción termina por fin y camino para recuperar a Mel.

–¿Todo bien? –le pregunto sin dejar de mirar a Adam.

–Claro, Adam fue un absoluto caballero, cariño –dice y golpea mi pecho con la palma de su mano–. Deja de ser tan celoso, mi amor –agrega y no puedo evitar que mi corazón se acelere al escucharla llamarme así.

Tomo su barbilla y le doy un beso rápido y posesivo en la boca para marcar mi territorio.

–Siempre protegeré lo que es mío, preciosa, y tú eres mía –digo con firmeza para dejarle en claro a Adam que se mantenga alejado–. Mataría por protegerte sin pensarlo dos veces –agrego mirando al hijo de puta directamente.

Adam levanta las manos en señal de rendición. –Ni siquiera pensaría entrometerme, Sullivan. Los quiero como amigos y lo sabes –dice y luego se gira hacia Mel–. Espero tu respuesta, preciosa –agrega antes de alejarse.

Espero hasta que esté lo suficientemente lejos.

–¿Estás bien?

–Lo estoy.

–¿Segura? –pregunto al ver un poco de miedo en sus ojos,

Me abraza y esconde su rostro en mi pecho. –Lo estoy, es solo que… –calla y niega con su cabeza.

Tomo su rostro entre mis manos y la obligo a hacer contacto visual.

–Puedes decirme lo que sea.

–Es solo que es difícil estar tan cerca de alguien como él –susurra y no puedo evitar sentirme bien. Mel no se siente incomoda a mi lado, aun sabiendo lo que hago para ganarme la vida.

–Me invitó a pasear mañana en su yate.

–¿Qué hizo qué? –pregunto furioso con ganas de ir a cortarle el cuello ahora mismo.

–Contigo –agrega mientras comienza a juguetear con mi pajarita–. Sé que quizá no te parezca buena idea, pero creo que puede haber información importante en ese yate. Necesito que baje la guardia y quizá si tú y él hablan de negocios yo pueda, ya sabes, curiosear por el barco.

–No creo que sea una buena idea.

–Por favor. No sé si podré tener otra oportunidad como esta, Conor.

–Van a ir –dice Renji, materializándose de la nada.

Mel suelta un jadeo.

–Es mi amigo, Renji Yamaguchi –susurro para calmarla–. Renji, ella es…

–Sé quién es –nos corta–. Ya es muy tarde para detenerse ahora. Mañana se subirán a ese yate –masculla–. Y no quiero ningún error –agrega.

Mel se tensa visiblemente ante mi amigo, como todos lo hacen. La abrazo y ella trata de hacerse más pequeña en mis brazos.

Miro furioso a Renji y éste se encoge de brazos, como queriendo decir; no puedo evitar ser aterrador.

–Está bien –claudico–. Aceptaremos la invitación.

Imagino que mañana podremos averiguar más de Adam Nowak.