María no pudo proteger a su hijo en su mundo original, ahora espera poder protegerlo en este otro mundo.
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23
Era de tarde, Joaquín miraba hacía el jardín, sus pensamientos eran inciertos, fumaba con tranquilidad, o eso parecía, ya que en realidad lo que quería era calmar sus nervios que últimamente no estaban del todo bien, aún no podía superar lo que había sucedido con Lucas, sentía tanto miedo al mandarlo a la escuela y que pasara lo mismo otra vez, tampoco podía olvidar aquel hombre, ese hombre que no podía olvidar y que se había presentado frente a él, todo lo que habían hecho, no sabía que pensar, no sabía que hacer, además que aún no había lidiado con Nadia, por su puesto que no se había olvidado de ella, pero aún no era el momento, en eso sus pensamientos fueron interrumpidos.
Karla quedó fascinada con la vista, el hombre le daba una calada llena de encanto a su cigarrillo, dejaba salir el humo con elegancia, Karla no podía evitar sentir una fuerte emoción al ver al hombre con una bella apariencia ruda, en eso el hombre la miró fijamente, se puso nerviosa, pero se recuperó rápidamente. - Señor, me voy, regresaré el domingo por la noche. - le sonrió.
Joaquín le devolvió la sonrisa y asintió.
Karla salió de la casa con su corazón acelerado y su rostro completamente sonrojado.
Cuando llegó a casa, encontró a su madre y hermano en el comedor, ambos reían con ánimo, eso la hizo sentir un poco de celos. - ¿Qué haces aquí? - le preguntó a su hermano con una cara de pocos amigos.
- Vine a visitar a mi madre ¿No puedo? - la miró desafiante
Karla quitó la mala cara y fue a abrazar a su hermano. - Por fin te dignas a venir, ¿Dónde está Dariela? - preguntó con imprudencia.
- Supongo que con sus padres o novio, yo que se. - dijo con indiferencia.
- ¿De qué estás hablando? ¿Así es cómo tratas a la futura madre de tu hijo? - lo regañó.
- Ese niño no es mío y además deja de meterte en los asuntos de los demás, algún día de estos vas a fastidiar a alguien. - la miró con cierta frialdad escondida en lo más profundo de su mirada.
- ¡Niños, ya, tranquilos! - dijo la madre de ambos. - Mejor ayúdenme a servir la mesa.
Ambos obedecieron de inmediato, a su madre nadie le daba la contraria.
La familia de tres comieron cálidamente, los dos hermanos aman mucho a su madre, por ella pueden hacer sus diferencias a un lado solo por ella.
Aron lavó los platos, cuando terminó fue a su habitación para acomodar, el poco equipaje que traía, después de todo no estaba seguro si quedarse mucho en casa, debido a la presencia de ese hombre, su padre, no esta muy de acuerdo con él debido a sus ciertos gustos "degenerados" como lo llama él.
Karla llegó casi al mismo tiempo que él, cerró la puerta y lo miró fijamente, supo que esta hermana suya no se iba a rendir tan fácil.
- Ahora si, cuéntame ¿Qué pasó? ¿Qué hizo Dariela? - lejos de estar preocupada, lo que ella realmente sentía, era intriga.
- Ya te lo dije, ese niño no puede ser mío. - la miró con cierto disgusto.
- ¿Por qué piensas eso? Tal vez sea algo bueno, así podrás curar tu enfermedad. - dijo con tono inocente.
- Deberías callarte, te escuchas igual a padre. - la miró con enojo.
- Perdón no quise ofenderte. - dijo con sinceridad.
Ella realmente no quería ofenderlo, pero aún así ella creía firmemente que los gustos de su hermano no eran los correctos.
Aron la ignoró y siguió sacando su equipaje.
Karla al verlo, quiso contentarlo. - ¡Te ayudo! . - sin esperar respuesta, se puso a sacar cosas.
En eso se encontró con un libro, Karla se sintió extrañada, que ella supiera, a su hermano no le gusta leer, es más sabe que le parece bastante aburrido, puso su atención en la portada, era sosa y sin chiste, lo ojeó un poco y le pareció aburrido y sin sentido, pero entonces se encontró con una fotografía en el, era su hermano cuando era más joven, a un lado de él estaba un chico, guapo y radiante, su sonrisa era cautivante, Karla se sorprendió, ¿Qué hacía su hermano con Joaquín? Entonces ya se conocían ¿Desde cuando?
- ¿Conoces a mi jefe? - era un susurro.
Pero lo suficientemente alto para que Aron lo escuchará.
Aron arrebató su mayor tesoro de la mano de Karla, la fotografía que lo a acompañado por años, sabía que no podía tener a Joaquín por lo que se conformaba con ser su amigo, sentía tanto dolor al verlo con diferentes novias cada vez que podía, creyó en ese momento que él no correspondía a sus sentimientos en absoluto, pero entonces una noche cuando ambos se embriagaron, Joaquín le confesó su amor, Aron se sintió emocionado, quería comérselo a besos, pero entonces el chico le dio una puñalada directo en su corazón, resulta que iba a ser papá e iba a proponerle matrimonio a la chica, Aron se sintió amargo, no dijo, ni hizo nada, y así dejó de ver al chico, eso hasta que lo encontró caminando en la calle, parecía distraído y de buen humor.
Aron comenzó a seguirlo, Joaquín se había dado cuenta, pero Aron no estaba dispuesto dejarlo ir, así que lo atrapó y lo arrinconó en aquel callejón, se sintió feliz al no ser rechazado, pero después sintió su corazón herido una vez más con la fría despedida de Joaquín, creyó que ya no lo volvería a ver, no sabía donde vivía, donde trabajaba, caminó por el mismo lugar, pero él ya no volvió a pasar por ahí.
- Fue mi compañero de clase ¿Dices que es tu jefe? - dijo como si no fuera de mucha importancia.
Karla se sonrojó un poco. - Si, es mi jefe.
Aron parecía avergonzado. - ¿Puedo pedirte un favor?
Karla no lo había visto nunca así. - ¿Qué pasa?
- Hubo un recorte de personal y pues, me tocó a mi la mala suerte, por eso estoy en casa. - dijo apenado.
Karla sintió una extraña sutileza en su corazón. - ¿Quieres que le pregunté a mi jefe si puede contrarte? - frunció el ceño.
- ¿No se puede? - la miró con amargura.
- Esta bien, preguntaré. - lo miró con cierto fastidio.
Karla llamó a Joaquín frente a su hermano.
- Diga. - contestó Joaquín.
- Señor ¿Puedo preguntarle algo? - preguntó apenada.
- Si, claro. - dijo sin importancia.
- ¿Necesita algún trabajador masculino en casa? - preguntó precavida.
Joaquín que se encontraba al lado de su hijo, lo miró determinadamente. - ¿Para que trabajo quiere aplicar?
- Puede hacer trabajo manual y pesado.
- ¿De quién estamos hablando?
- Se trata de mi hermano. mide uno, noventa, y es fuerte. - dijo la chica inconscientemente, realmente no quería halagar a su hermano.
- Muy bien que venga contigo, ahí le explicaré de que trabajo se trata, claro que puede negarse si así quiere. - con esto último colgó.
- Ahí lo tienes. - dijo con fastidio.
Esta vez Aron no se molestó y le sonrió.