Por Amarte Asi

...IRENE...

Vuelvo a casa después de ir a la prisión, un poco decepcionada de no haber encontrado a Ömer. Estamos en la sala con las niñas quienes están un poco extrañas.

Entonces se escucha un golpazo en la puerta. Ezequiel aparece por la entrada de la sala, mira a las niñas enojado.

– ¿La pasaron bien con su padre? –pregunta sarcástico.

– ¿De que estás hablando? –pregunto mirándolo y luego a las chicas–. ¿Que estás diciendo?.

– Las chicas se "encontraron" con Ömer –las mira–. ¿No es así?.

– ¿Nos estás siguiendo? –pregunta Maddie enojada–. ¿Nos estabas siguiendo?.

– Yo no, pero tengo gente que si –confiesa enojado.

– ¡Nos estás mandando a seguir! –dice Maddie–. ¡ESTÁS ENFERMO!

– ¡PAREN! –les gritó–. ¿A qué te refieres con que se vieron con Ömer?

– Adivina... Tus hijas se vieron con ese maldito... –dice Ezequiel.

– ¡NO HABLES ASI DE MI PADRE! –grita Noe–. No tienes derecho.

– Pues... ¿Les dijo que está casado y que tiene hijos? –se acerca a ellas.

– Si, nos dijo –dice Maddie–. Está casado y con dos hijos mellizos y una bebé en camino.

– ¡BASTA! –grita Noe–. Me cansé de esto, de ti y de ti mamá.

– Más respeto, Noelia –digo enojada–. Somos tus padres

– Era una niña feliz con una infancia feliz –dice con ojos húmedos–. ¡Hasta que decidiste aparecer queriendo aparentar ser un buen padre! ¡YO TENIA UN PADRE Y USTEDES ME LO QUITARON!

Así corre hacia su habitación seguida de Maddie. No puedo creerlo, Ömer las encontró y no solo eso, sino que está casado y con dos hijos sumándole uno en camino.

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...ÖMER...

Cenamos los cuatro en la mesa, estoy feliz por haberme encontrado con mis hijas, les cuento a Liam y Austin sobre sus hermanas, lo cual les emociona.

– ¿Cuando podremos conocerlas? –pregunta Liam.

– No se, cuando podamos arreglar una cena –les digo–. ¿Están emocionados?

– Si, papá –dice Austin–. Además de la hermanita que viene tenemos otras dos.

– Así es, mí amor –les dice Gabriella–. Pronto, si Dios quiere, pronto las conocerán..

– ¡SII! –dice Austin–. Papá... ¿nos puedes leer un cuento antes de dormir?

– Claro que sí, mis amores –digo levantándome–. Vamos.

Subimos con los niños a la habitación que ambos comparten, son muy unidos. Una vez que estamos ahí les cuento la historia de como nos conocimos Gabriella y yo. Así quedan dormidos, voy a nuestra habitación, entro y me quito los zapatos. Entonces la veo mirándose al espejo, se está peinando distraídamente. Me acerco a ella y la abrazo por la espalda.

– ¿En que piensas amor? –le pregunto dejando un beso en su hombro.

– Bueno, en cómo pasa el tiempo –me dice.

– Así es... paso tan rápido –apoyo mí mentón en su hombro–. Y tu... estás igual de hermosa.

– ¿Tu crees? –pregunta.

– Lo creo, mí vida –beso su mejilla–. Igual de preciosa, con esa sonrisa...

– ¿Y esa Irene? –pregunta girandose hacia mí–. ¿Cómo era ella?

– Mí amor... –le digo–. ¿Que estás preguntando ahora?

– ¿Que? –exclama–. Solo quiero saber cómo es, ¿está mal?.

– Ay Dios... pues si tanto quieres saber –le digo–. Era bella, si. Pero tu... Ufff... tu me arrebataste el corazón desde el primer día que te vi.

– ¿No sigues sintiendo nada por ella? –evita mí mirada.

– ¿Que estás diciendo? –le pregunto molesto–. ¿Me estás preguntado si sigo enamorado de Irene?

– Bueno... si –responde con la voz quebrada–. Es eso.

– ¿Cómo puedes desconfiar así de mí amor por ti? –me alejo–. Después de estos años.

– Si lo sé, perdón –baja la mirada–. Es que... me veo gorda y fea. Vi fotos de esa mujer y es...

– ¿Estás así de sensible por el embarazo, mí amor? –le digo–. Estás hermosa, mí vida, siempre lo estás.

– Perdona... –seca sus lágrimas–. Tengo miedo de que aparezca de nuevo y te seduzca.

– Ey... mírame –levanto su mentón–. Ante mis ojos, no hay mujer más hermosa que tu, que mí esposa, la madre de mis hijos y la dueña de mí corazón, eres mí vida entera, Gabriella.

– Te amo, Ömer –me abraza–. Lamento haberte hecho enojar.

– No, no es eso... –le digo–. No quiero que dudes de mí, ni de mí amor por ti. ¿Si?

– Está bien... –dice–. Perdoname, amor

– Bueno, ahora... –me acerco a su cuello y lo beso–. ¿Que tal si arreglamos un poco esto?.

– Mmmhh... –dice dudando–. Bueno... me convenciste.

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...IRENE...

Investigue un poco sobre Ömer y descubrí dónde tiene su empresa, me arreglo bastante para ir hacia allá. Me tiró perfume y me visto elegante y sensualmente.

Subo a mí auto y voy hasta su empresa, pido para que me dejen verlo. Una vez que me indican su oficina voy hasta allá, tocó la puerta.

– Adelante –escucho la voz de Ömer.

– Vaya, vaya... Ömer, cuánto tiempo –entro y cierro la puerta–. Hasta que te encontré.

– ¿Irene? –se levanta–. ¿Que rayos haces aquí?

– Me enteré que buscaste a mis hijas –le digo acercándome–. Y no solo eso, sino que las encontraste y hablaste con ellas.

– ¿Algún problema con eso? –me dice–. Después de casi siete años, las puedo ver.

Me acerco a su escritorio, entonces veo una foto de el junto a quien seguro es su esposa.

Además de esa foto también hay varias con sus hijos seguramente y una ecografía con fecha reciente, su bebé imagino.

– Solo quería saber, ¿Que piensas hacer? –le pregunto–. Ahora que tienes a tus hijas de regreso, ¿que harás?

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...ÖMER...

Tengo a Irene delante de mí. ¿Que hace aquí?. No tengo la menor idea, solo me mira y se acerca.

– ¿Que piensas que haré? –le pregunto–. Obviamente las veré lo más que pueda.

– ¿Podrás lidiar con dos familias? –pregunta.

– ¿Dos familia? –me río–. Creo que te equivocas, yo no tengo dos familias, tengo una sola y dos hijas aparte.

– ¿Acaso no son tu familia las niñas? –me pregunta sentándose.

– Lo son, claro que sí. Pero hablas como si tuviera una familia aparte de la que tengo, Irene –le digo enojado–. La cual no tengo, tengo una esposa, dos hijos, dos hijas que son Maddie y Noe, y una bebé en camino, fin

– Mmhh... –se ríe–. No dejaré que las veas sin que yo esté presente. Puede que Maddie sea mayor de edad y si pueda hacer pero Noe...

– ¿No me dejarás ver a la niña que crié como mí hija por cinco años? –me cruzo de brazos.

– Así es, adivinaste –dice sonriendo–. Tiene que ser bajo mí presencia.

– Ya veremos qué hacer –le digo–. Cuando estemos Ezequiel, tu, mí esposa y yo reunidos.

– ¿Por qué tienen que estar ellos? –dice–. Podemos arreglarlo los dos, somos quienes tienen que solucionar esto...

– Prefiero que así sea, Irene –niego ante su idea–. No tengo rencores sobre que me hayas metido a prisión, pero a mis hijas las quiero ver.

– Eso lo arreglaremos a su tiempo, todos juntos –sonrie–. Hasta entonces, adiós.

Así se levanta, obviamente molesta por lo que dije. Una vez que sale de la oficina yo me siento soltando un suspiro, ahora voy a tener que lidiar con ella también.

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...GABRIELLA...

Cuando terminó con los planos del proyecto A12, salgo de mí oficina para ir a la de Ömer, tiene que verlos y decir si los aprueba o no.

Entonces cuando estoy apunto de llegar veo salir a una mujer que reconozco debido a sus largas y esculturales piernas... Irene Arduç, la ex esposa de Ömer. Nuestras miradas se encuentran mientras caminamos.

Llega el punto en donde nuestros caminos se cruzan y pasamos una junto a la otra, entonces recordando todo lo que le hizo a mí Ömer, tengo que hacerlo. Paso a su lado entonces, estornudo.

Se gira hacia mí un poco confundida.

– ¿Por qué no se fija dónde estornuda? –dice enojada.

– Perdone señora Arduç –le digo–. Es que soy alérgica al pelo de zorra...

– ¿Q...que? –pregunta confundida.

Ella se queda helada y yo sigo mí camino victoriosa.