Luisa escapó de un matrimonio arreglado, pero su prometido la encontró, la llevó de regreso a Grecia y la obligó a contraer matrimonio, sobre todo, a darle un hijo, porque de lo contrario, la herencia familiar pasaría a manos de fundaciones, y Francesco Nikolauo, no estaba dispuesto a perderla.
En un país que ya no siente suyo, encerrada en las cuatros paredes de una mansión, mientras su abuela está en el calabozo, Luisa le súplica a su cruel esposo, la dejé en libertad, pero él, firme en su posición le propone.
"Libertad a cambio de que seas mía, y me des un hijo".
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Capítulo 22
El cuerpo de Luisa tembló mientras veía a Francesco desnudarse.
En esta vez pudo verlo completamente desnudo. Cuando lo vio en la piscina estaba cubierto con un bóxer, ahora lo veía totalmente desnudo.
Luisa tenía las piernas cerradas, las manos sobre sus senos. Si bien anoche habían pasado juntos, estaba oscuro, solo una leve luz de los veladores alumbraba la habitación, y eso evitaba que la viera completamente desnuda. Pero ahora la luz del día alumbraba cada rincón de la habitación, brillando en sus cuerpos.
Le daba vergüenza que la viera así. Nadie, ni siquiera ese primer hombre, la vio de esa forma.
—Tu piel, tu cuerpo, toda tu me fascina —dijo mientras colocaba las manos en las piernas de Luisa y las acariciaba provocando que todo su cuerpo se despelucara—. Es excitante ver como reaccionas a mi toque, como tiemblas bajó mi dominio —la miró a los ojos—. Eres mía ,Luisa Makri, mía —acercó sus labios a los muslos, los besó suavemente enviando humedad en la flor de Luisa.
Francesco subió acariciando, se detuvo en el ombligo donde metió su lengua y, tiró sutilmente de la piel. Al llegar a los senos le apartó las manos con las cuales entrelazó las suyas y las colocó sobre la cabeza de ella.
El pecho de Luisa bajaba y subía, el ritmo de su corazón se había exaltado, parecía que en cualquier momento explotaría.
Ella se arqueó al sentir ese roce, cerró los ojos y respiró aceleradamente—. No lo reprimas, acéptalo, demuéstralo, demuestra que te encanta, que te gusto, que me deseas tanto como yo te deseo —Luisa mordió su labio porque no lo iba a aceptar— No me introduciré en ti, hasta que lo pidas —dijo, y bajó a besarle el cuello, rodó hacia los pezones, en cada roce producía agonía en Luisa.
—Lo deseo —Francesco la miró con una sonrisa, presionó sus manos sobre las de ella y pidió.
—Pídeme que entre en ti, hazme saber cuánto me ansías adentro —Luisa abrió la boca, humedeció los labios y en un susurro replicó.
—¡Francesco Nikolauo, te deseo con todas mis fuerzas! —Tras decir eso Francesco estrelló sus labios a los de ella, le devoró la boca, mientras lo hacía direccionaba su zona baja en el núcleo, se empujó y se hundió atravesando a Luisa, arrancándole un grito que se ahogó en la garganta.
Los dientes de Francesco raspaban el cuello de ella, dejando chupones para que al día siguiente no dijera que había sido un sueño.
Cuando salió de dentro de ella, dejándola vacía y extraña, se tiró a su lado, la miró jadeando aun, le apartó el cabello, ella intentó girar el rostro, pero él le detuvo la cabeza, acercó sus labios y mordió de ellos.
—No vas a irte de nuevo sin saber que quiero más encuentros como estos.
—¿Quiere más encuentros con esta vaca? —Francesco sonrió y se disculpó por esas palabras, seguido la arrastró hacia él dejándola de espaldas, le apartó el cabello y empezó a besarla por el cuello.
—¿Quieres más, Luisa? ¿Quieres que te haga mía cada noche? —Ella se mantenía en silencio, respirando gruesamente— ¡Oh, Luisa! —Francesco mordió la oreja mientras rodaba su mano por el vientre— ¡Luisa, eres mía, Luisa! —le susurró— ¡Dilo! ¡Di, que soy tu dueño!
Luisa lo miró, sintiendo ya los espasmos atacándola, abrió la boca y, Francesco se la atrapó con la suya, le invadió con la lengua.
—¡Si, si, soy tuya! —la repitió hondo
Esa tarde, en esa habitación retumbaban los gritos placenteros, los jadeos extasiados de placer, y por la noche continuaron hasta el amanecer cosa que, al otro día, Luisa no podía sentarse y, mientras Francesco se duchaba, el agua producía ardor en su miembro, aun así, al salir de la ducha miró a Luisa dormir desnuda sobre su cama y, su miembro se volvió a levantar.
Quería más, quería desbaratarla, pero recordó que estaba embarazada y podría producir un aborto si seguía cogiéndola de esa forma.
Cuando Luisa despertó, él estaba acostado a su lado, ya vestido y andando en el celular. Ella se cubrió asustada.
—No me digas que nuevamente crees que es un sueño, porque vuelvo a cogerte duro y hacerte gritar como ayer —Ella apartó la mirada avergonzada—. Desde hoy eres mi mujer, solo mía. Dormiremos en la misma habitación y, viviremos como dos esposos ¿Estamos?
—Pero…
—Pero nada —dejó de lado el celular, la agarró del brazo y la obligó a acercarse— Vamos a tener un hijo, nos gustamos, cogemos rico. No tenemos a nadie ¿O sí? ¿tú tienes a alguien? Porque yo no tengo a nadie, todas las que pasaron por mi cama solo fueron aventuras.
—No tengo a nadie.
—Mejor, así no me toca quitarlo del camino —bajó la mirada al cuerpo de Luisa y mordió los labios— Ahora ve a ducharte porque si sigues así volveré a hacerte el amor, aunque tenga la polla irritada.
Luisa salió casi corriendo de esa cama a la habitación de ella porque allá tenía sus pertenencias. Al pasar por el pasillo se encontró con una empleada la cual la miró con intriga. Avergonzada Luisa se metió a la habitación, cerró la puerta con seguro como si así impidiera el ingreso de Francesco, sabiendo que, no era necesario que él viniera a su habitación, ella iría a buscarlo porque ese hombre la había dejado más que cautivada con su forma de amar.
Aunque se negara a aceptarlo, por más que se rehusara a aceptarlo estaba prendada de los besos, el toque y esas vigorosas embestidas de Francesco Nikolauo. Su flor reaccionaba ante sus pensamientos humedeciéndose con cada recuerdo. Joder, como era que había caído en las garras de ese lobo. Pero estaba encantada de ser suya, sí, era suya, la había marcado como suya, sería su mujer, la madre de su hijo, su esposa. ¿Ante la sociedad también?
gran historia .muchas felicidades escritora