Alexander Sullivan nunca deja que las emociones nublen su juicio. Todo en su vida es medido y calculado… hasta que llega Valentina Reyes, su nueva asistente, quien, con su torpeza y su encanto natural, pone a prueba su paciencia y despierta en él un deseo que no puede ignorar.
Valentina necesita este trabajo para ayudar a su familia, pero su jefe es el hombre más intimidante y exigente que ha conocido. A pesar de eso, no puede evitar sentirse atraída por él. Lo que comienza como una relación estrictamente profesional se convierte en algo mucho más peligroso cuando la tensión entre ellos se desborda.
¿Podrá Valentina derretir el corazón de Alexander?
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Capítulo 2
El reloj marcaba las 8:00 a. m cuando Valentina Reyes entró al imponente edificio de Sullivan Company por segunda vez. Pero a diferencia del día anterior, donde había llegado corriendo y con el tiempo justo, hoy había tomado precauciones. Se había despertado dos horas antes, había revisado su ruta y hasta había dejado listo su desayuno con anticipación. Sabía que no podía cometer errores si quería conservar ese trabajo, le quedo claro después de un día en la oficina.
Si bien tuvo una amplia variedad de jefes e inclusos clientes dificiles, nunca le toco tratar con un hombre asi. Era un desafio para ella, uno que no puede fracasar debido a que su familia dependia de ello.
Nada podía salir mal. Se había mentalizado y preparado para eso, pero conociendose todo podia ocurrir.
Todo iba según lo planeado o al menos eso pensaba hasta que el tacón de su zapato se enganchó en la alfombra de la recepción y se tambaleó violentamente hacia adelante.
-Maldicion- grito mientras sentia que se iba de cabeza al piso.
Antes de que pudiera reaccionar, sintió unas manos firmes sosteniéndola por la cintura y evitando que se estrellara contra el suelo. Nunca llego al suelo, pero cuando se giro y miro a la persona para agradecer que la haya salvado de un tragico accidente, su corazón se detuvo en seco.
-No puede ser peor mi dia- penso Valentina mentalmente.
Alexander Sullivan era la persona que la habia sujetado con firmeza. Sus fríos ojos grises estaban analizándola con la misma expresión de fastidio con la que se mira un error en un diseño impecable.
-Señorita Reyes, ¿planea caerse todo el día?- Dijo con un tono firme y seco.
Valentina sintió que su cara ardía. Se enderezó rápidamente y se arregló la blusa con torpeza. Porque tenia que ser tan cabrón.
-Lo siento, no fue intencional. -Apretó los labios antes de seguir hablando-. Bueno, obvio que no fue intencional. Quiero decir, nadie se cae a propósito. Bueno, quizá los dobles de acción, pero yo no soy una...- se freno, se dio cuenta que estaba haciendo una escena delante de las personas que pasaban por ahi.
Alexander levantó una ceja .
-Maldita sea, Valentina, ¿por qué hablas tanto cuando estás nerviosa?- penso que se lo dijo dijo mentalmente, como dije lo penso ya que el ogro la miro nuevamente con cara de reproche.
-Catherine la está esperando -dijo Alexander con frialdad, ignorando su torpe intento de explicación-. Espero que no haga perder el tiempo a nadie hoy.
Sin esperar respuesta se giró dejando a Valentina petrificada en su lugar. Respiró hondo e intentó convencerse de que su primer día no podía ir peor que esto.
Pero estaba muy equivocada.
Catherine Carter, la eficiente directora de Recursos Humanos, la recibió en su oficina con una expresión impasible.
-Bien, Reyes. Tu trabajo como asistente ejecutiva del señor Sullivan requiere que seas rápida, discreta y eficiente. Hoy te evaluará personalmente, así que te recomiendo que no cometas errores.
Valentina asintió con energía. Ella podía hacer esto. Era organizada, aprendía rápido y... bueno, quizá no era la más coordinada-eso lo demostro en la entrada cuando su jefe la atrapo- pero eso era un detalle menor. O eso creía ella.
Catherine le entregó una tableta con una lista de tareas. Valentina la miró rápidamente y sintió un leve escalofrío:
- Organizar la agenda de reuniones del día.
- Confirmar la asistencia de los diseñadores para la presentación de la nueva colección.
- Enviar un contrato a un socio en Milán.
- Reservar un restaurante para un almuerzo de negocios.
- Traer un café para el señor Sullivan. (Importante: SIN AZÚCAR, SIN LECHE, SIN ESPUMA. Sólo café negro, caliente y exacto a 70°C).
Valentina parpadeó. ¿Quién demonios mide la temperatura de un café? Y ella tenia experiencia en ese rubro debido a que trabajo en una cafeteria.
Decidió empezar con lo más fácil, traerle el café a su jefe. Camino con seguridad, ya que no iba a meter la pata.
Cinco minutos después, estaba frente a la cafetera en la sala de descanso, sosteniendo el vaso con sumo cuidado. Volvio a repasara los reuisitos, café negro, sin azúcar, sin leche, sin espuma, a 70°C.Todo iba bien hasta que...
—¡Ay, quema! —exclamó cuando una gota caliente le cayó en la mano. En su intento por no derramarlo, se tambaleó y...
—¡No, no, no!
La mitad del café terminó en su blusa blanca. Su primer día y ya iba hecha un desastre.
—Respira, Valentina, respira... —se dijo a sí misma, tratando de no entrar en pánico. Cosa que ocurria con frecuencia entrar en panico cuando la cagaba.
Corrió a la recepción, donde compró otro café en una cafetería cercana. No sabía si estaba a 70°C, pero esperaba que Alexander no tuviera un termómetro a mano. Las esperanzas nunca se pierden, ¿no?.
Tomó aire y llamó a la puerta de su oficina.
-Adelante.- dijo con un tono helante.
Entró con una sonrisa nerviosa y dejó el café sobre el escritorio de su jefe. Rezando para que no notara nada extraño sobre el café.
Alexander no alzó la vista de sus papeles, pero tomó el vaso y bebió un sorbo.
Valentina esperó su reacción. Estaba impaciente haciendo pequeños rebotes en el lugar.
Alexander frunció el ceño.
—Esto no está a 70°C.- Y su tono era de fastidio.
Valentina sintió que la sangre le abandonaba el rostro.
—¡Yo...!- trato de justificarse.
—Y tiene espuma.
—Señor Sullivan, yo... lo siento. Se lo cambio.
Alexander dejó el vaso sobre el escritorio y la miró fijamente.
—No quiero otro. Si no puedes traer un simple café correctamente, ¿qué puedo esperar de ti en tareas importantes?- mierda como odio a este hombre penso mentalmente.
Valentina se sintió humillada. Resiste, Valentina. No puedes perder este trabajo volvio a repetirse para ella misma.
—No volverá a pasar, señor.
—Lo veremos.
Como podia ser tan arrogante el ogro, y como podia desmotivarla con solo dos palabras.
Las siguientes horas fueron un torbellino de tareas, correos, llamadas y confusión. Cometió errores mínimos pero suficientes para irritar a Alexander. Era imposible satisfacerlo y eso la frustraba.
A la hora del almuerzo, se dejó caer sobre su escritorio y suspiró.
—¿Sigues viva? —preguntó una voz divertida. Levantó la cabeza y vio a un hombre alto, de cabello castaño y sonrisa encantadora.
—Más o menos.- respondio con un suspiro de cansancio.
—Soy Nicholas Sullivan. Mi hermano ya te hizo la vida imposible, ¿verdad?- Valentina parpadeó. ¿Este era su hermano?¿ Ya la habia cagado de nuevo? ¿Y si era igual que el ogro?
—Bueno...
Nicholas soltó una carcajada.
—Sigues viva. Eso es un récord. Bienvenida a Sullivan Company, Valentina Reyes.
Y asi se encamino hacia la oficina de su hermano dejandome sola y preguntandome si debia lidiar con dos ogros, parecia que era amable y simpatico y eso me daba esperanzas.