Alexander y Sofía. dos enemigos mortales que acaban con sus vidas al mismos tiempo. sin imaginarse que sus destinos se unirá en una época diferente, en un siglo moderno, como el XXI
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Capitulo 22: De viaje.
Sofía e Iván se escondieron en un pequeño refugio alejado de la mansión que ardía en llamas con los perros. Un espectáculo aterrador, pero, irónicamente, les ofrecía un respiro. La mansión, que había sido su hogar se consumía rápidamente. El rugido del fuego y las olas de calor eran una escena que le daba mucha idea a Iván y de como lucía realmente Sofía.
— Sabías que eres tan hermosa como el fuego que quema todo. —dijo Iván, con una sonrisa natural, intentando aliviar la atmósfera que los envolvía.
Sofía, apreciaba el intento de Iván por ser romántico en un momento tan caótico, no pudo evitar sentir que la conexión que compartían estaba cada día más fuerte.
— Príncipe... Qué romántico. Pero... siento que este fuego no fue causado por la pasión que sentimos. Hay responsables implicados en esto. —respondió Sofía, su voz de preocupación.
Iván asintió, sabiendo que su comentario, aunque bien intencionado, le dió el punto a ella.
— Lo sé. ¿Alguna idea? —preguntó Iván.
— Sí, pero... ahora solo quiero descansar. Hacer todo lo que hicimos sin magia, como en nuestra época, es más agotador.
Mientras esperaban la llegada de los bomberos, Sofía no podía dejar de contemplar el lugar en el que habían vivido cuando llegó a esta vida. Los dulce recuerdos con tuvo con Iván se mezclaban con las llamas, y la casa, vista desde la distancia, se convertía poco a poco en ceniza Finalmente, los bomberos llegaron. La escena que se presentaba ante ellos era desoladora y peligrosa, así que empezaron actuar.
Una vez que las llamas fueron finalmente dominadas, los bomberos se dirigieron a Hanst, que había llegado un momento después y no podía ocultar su consternación al ver la devastación.
— Fue una fuga máxima de gas en los ductos de toda la mansión. Creemos que fue intencional, ya que había algunos residuos de material manipulado.—informó uno de los bomberos con un tono grave.
Hanst miró alrededor, tratando de asimilar la magnitud del desastre que habían sufrido Sofía e Iván.
— ¿Qué deberíamos hacer en este caso? —preguntó, con una voz que revelaba su preocupación.
— Lo más seguro es que sin pruebas o algo más sospechoso, no habrá investigación.—respondió el bombero, encogiéndose de hombros como si fuera inevitable.
En ese momento, Giovana llegó corriendo, angustiada al ver tan destruido su hogar.
— ¡¿Oh no, dónde viviremos?! —exclamó, llevándose las manos a la cabeza.
— El seguro cubrirá los gastos, eso tengo entendido, así que... Iván, Sofía, nos iremos mañana de este país. Se adelantó el trabajo —dijo Hanst de forma autoritaria, ignorando a Giovana.
— ¿Y nosotras, cariño? … Tú esposa e hija también necesitan una nueva casa.—Giovana preguntó, con un tono que pretendía sonar inocente.
Iván, en un gesto tajante, le entregó un sobre.
— Toma... ahí están los papeles del divorcio. Clarisa tendrá su mensualidad, más nada. Ustedes verán dónde consiguen dónde estar ahora.
Giovana se paralizó, su rostro llenó de sorpresa y furia. Fue un golpe que esperaba, pero no aún, especialmente en medio del caos. Luego, vio a Hanst acercarse a ella.
— Tú también sabías que la casa tenía un seguro. No soy estúpido para creer que fue un accidente. Mientras no consiga pruebas, estarás libre; de lo contrario, ya estuvieras bajo arresto por daño a propiedad privada, porque esta es la casa de tu hijo y su esposa —declaró Hanst, como una guerra sobre aviso.
Iván no pudo evitar soltar una risa al ver la expresión de Giovana. Sofía, en un acto de osadía, le sacó la lengua, como si fuera una victoria sobre su rival. Giovana estaba furiosa, hirviendo por dentro al darse cuenta de que su plan había fallado. Todo lo que había hecho para intentar deshacerse de ellos, ahora rebotaba de vuelta hacia ella. Si Iván hubiera muerto en el incendio junto con su esposa, ella habría tomado posesión de los bienes, pero no solo estaban vivos, sino que estaban más juntos que nunca.
Un amargo rencor llenó el ambiente cuando Sofía se acercó a Giovana.
— El peor castigo que te puedo dejar es yo estando viva, para hacerte sufrir.
Sofía se marchó, sintiendo el peso del cansancio que había acumulado durante ese día. Más tarde en la noche, Iván, Hanst y Sofía se alojaron en un hotel cercano. El ambiente era menos hostigador que el de la mansión ardiente.
— Hablaré con unos contactos para asegurar que todo esté en orden. Sé que fue imprevisto y que sería un mes, pero necesitamos alejarnos de los problemas lo más pronto posible para vivir en paz. —anunció Hanst.
Mientras tanto, la noticia de la quema de la mansión ocupaba los titulares en la televisión. Había reportes de que se habían encontrado dos cuerpos calcinados en la casa. Los rumores señalaban que podrían ser Elena y Matty, y la noticia encendió una nueva chispa de inquietud en el corazón de los presentes.
— ¿Qué? ¿Quiénes eran ellos? —se preguntó Hanst, procesando la información.
— No lo sé, pero qué bueno que nos vamos de inmediato. Imagínate que la prensa esté detrás de nosotros solo porque la casa se quemó —dijo Sofía, con un toque de picardía en su voz.
Hanst, que quería cambiar de tema, se levantó.
— Ahora nos iremos a las costas, así que tendremos un viaje largo. Mañana encárgate de dejar alguien adecuado en la empresa. Descansen.—dijo, despidiéndose mientras se dirigía a su habitación, dejando a Sofía e Iván en su propia suit.
La noche avanzaba lentamente, los perros durmiendo a un lado en la habitación, el silencio los envolvía, Sofía rompió aquella tranquilidad.
— Llama a Bonet y dile que se ganó sus vacaciones. Aunque necesitas a un asistente competente como él. —sugería con una sonrisa apenas visible.
— Eso mismo estaba pensando.
Esa misma noche, Bonet recibió la noticia que tanto había anhelado; unas merecidas vacaciones. Sin embargo, había mucho más que ocurriría en las vidas de esto, aunque un viaje significa nuevas esperanzas, también puede ser lo contrario cuando el destino le gusta jugar con la paz.