NovelToon NovelToon
Las Sombras Del Rey

Las Sombras Del Rey

Status: En proceso
Genre:Romance / Maestro-estudiante / Apoyo mutuo / Batalla por el trono / Grumpyxsunshine
Popularitas:698
Nilai: 5
nombre de autor: IdyHistorias

Uno asesina, otro espía, otro envenena y otro golpea y pregunta después. Son solo sombras. Eliminan lo que estorba, limpian el camino para quien gobierna con trampas y artimañas.

No se involucran. No se quiebran.

Pero esta vez, los cazadores serán cazados.

Porque hay personas que no preguntan, no piden permiso, no se detienen.

Simplemente invaden… y lo cambian todo.

NovelToon tiene autorización de IdyHistorias para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Estúpido anillo, ¿qué parte no entiendes? No vas en mi dedo

No era un joyero, nunca lo fui. Las piezas que hacía eran más herramientas, broches sencillos, o pequeños artefactos grabados con runas. Mi fuerte siempre fueron las runas, no las joyas, y ahora me encontraba en un aprieto mientras miraba a Clover, más calmada después de lo que intuí que eran... ¿celos? Intenté no reírme al recordar lo absurdo de la situación: Clover tenía celos, incluso de sí misma, de esa versión de "Rowen" que había sido para mí. Pero si quería evitar dormir en la calle, no iba a decirle eso.

Mis dedos jugueteaban con la pequeña joya en mi bolsillo, una que llevaba días guardando, esperando el momento adecuado. No tenía runas, ni magia, ni nada que pudiera salvarnos de un desastre. Era solo un anillo sencillo, con una pequeña gema azul en forma de gota. Sabía que esa gema le gustaba; lo había notado en varias ocasiones cuando la veía observando otras piezas parecidas en la tienda.

Rayos, cómo se hace esto. Mi mente no dejaba de correr en círculos. ¿Le preguntaba primero? ¿Me arrodillaba luego? ¿O era al revés? ¿O esperaba otro maldito momento?

Mientras pensaba, Clover me besó suave y sonrió.

—Estás pensando demasiado, Ezran. —dijo, mirándome con esos ojos que parecían ver a través de mí—. ¿Qué pasa?

—Nada... —murmuré, pero mierda, justo en ese momento, el anillo decidió traicionarme. Se quedó atorado en mi maldito dedo.

Clover arqueó una ceja, divertida pero también confundida por mi repentina torpeza.

—¿Estás seguro que no pasa nada? —repitió, su tono juguetón mientras me observaba con atención.

Suspiré, frustrado. El anillo seguía atorado en mi dedo, escondido en el bolsillo, y cada vez que intentaba liberarlo, parecía quedar más atrapado. Ella lo notaba, claro que lo notaba, y ese silencio prolongado antes de hablar me hizo saber que se estaba divirtiendo a mi costa.

—Sé que ocultas algo. —me dijo, mirándome con una sonrisa traviesa—. Dime, ¿es algo importante o realmente es nada?

Oh, mujer malvada. Si decía que no era importante, me presionaría más, porque según su lógica, si no era importante, entonces no había razón para no decirlo. Y si le decía que era importante, me daría alguna respuesta como "deberías ser honesto conmigo." Suspiré de nuevo, sabiendo que me estaba acorralando.

Me sentía como un idiota, completamente avergonzado, mientras ella seguía disfrutando del espectáculo.

Finalmente, y sin más opciones, mostré mi mano con el anillo atorado en mi dedo, con una mezcla de vergüenza y rendición.

Los ojos de Clover brillaron de inmediato. No dijo nada al principio, solo soltó un simple "ah" mientras me agarraba del brazo y me llevaba hacia la silla, haciéndome sentar.

Lo que sucedió después me tomó por completo por sorpresa. Se sentó sobre mi regazo, sus piernas cruzando sobre las mías, completamente cómoda y con una sonrisa que hacía que todo mi cuerpo se tensara. Sin decir una sola palabra, tomó mi mano y, antes de que pudiera siquiera reaccionar, llevó mi dedo a su boca.

Mi mente dejó de funcionar por un segundo. Jadeé, abriendo los ojos sorprendido. Esto no era bueno, esta mujer estaba decidida a matarme de una manera lenta, y al parecer, lo estaba disfrutando.

Antes de darme cuenta, el anillo ya estaba en su mano.

—Muy bonita —dijo, observando el anillo mientras mi mente y mi cuerpo estaban en otro lugar, incapaces de concentrarse en otra cosa que no fuera la proximidad de su cuerpo. Me estaba volviendo loco.

—Creo que es demasiado pequeño para tu mano. —añadió con una risa ligera.

Asentí como un tonto. No podía hablar, mi voz no salía.

—¿Es para alguien? —preguntó ella, sus ojos fijos en los míos, sabiendo perfectamente lo que estaba haciendo.

Asentí de nuevo, incapaz de articular palabras.

—¿Para mí?

El "sí" que salió de mi boca fue ronco, cargado de emociones que no podía controlar. Ella sonrió como si acabara de ganar una batalla y comenzó a probarse el anillo en cada uno de sus dedos.

—Este es demasiado gordito, no creo que vaya aquí... —dijo, observando su dedo—. Este es muy flaquito... Y este... espera... este dedo es para un anillo de compromiso, ¿irá aquí?

Maldita sea, se está burlando de mí. Claro que sí, mujer. Pero aún así, respondí con un "sí" casi desesperado.

Clover hizo una pausa, aparentemente reflexionando.

—Pero antes, —dijo, con esa chispa de maldad en sus ojos—, ¿no debería haber una pregunta primero?

Ah, no molestes, mujer. No podía con esto más. Tomé el anillo de su mano y, sin pensarlo dos veces, se lo coloqué en su dedo.

—Tú ya eres mía, así que no voy a preguntar nada. Solo me casaré contigo.

Ella rió, esa risa genuina y llena de vida que tanto amaba, y por un momento pensé que tal vez debí haber hecho la pregunta de verdad. Pero antes de que pudiera corregir mi torpeza, me abrazó con fuerza, sus labios encontrando los míos en un beso intenso. Sobre el beso, susurró contra mi boca:

—Ya era hora. Si no lo hacías, realmente iba a arrodillarme.

Cuando Clover dijo "ya era hora", algo dentro de mí se liberó. Ya no podía contenerme más. Ella me había provocado durante todo este tiempo, y ahora lo sabía. La cargué, haciéndola chillar sorprendida, mientras nos movíamos hacia la habitación, sin preocuparnos por nada más.

En algún momento, llegamos a la cama, y nos caímos sobre ella, entrelazados en un torbellino de besos y abrazos. Esto éramos nosotros, siendo nosotros mismos, sin máscaras, sin barreras. Cada beso que me daba era tan intenso como el que yo le devolvía, y por primera vez, no había ninguna duda, ninguna confusión. Solo Clover y yo.

Me separé de ella por un breve momento, el tiempo justo para quitarme la camisa, sintiendo sus ojos sobre mí. Ella no dudó en tocarme, sus manos suaves recorriendo mi abdomen, y luego murmuró, en ese tono juguetón que nunca perdía:

—Juro que un día encontraré un rollito.

Reí, incapaz de evitarlo. Esa mujer, incluso en este momento, encontraba la manera de hacerme sonreír. Me acerqué de nuevo, mis labios buscando su cuello, besándolo suavemente mientras mordisqueaba un poco. Sus manos se aferraron a mi espalda, tirando de mí para acercarme aún más.

No podía apartar la vista de su cuerpo. Que alguien me explique ¿cómo carajos pude confundirla con un muchacho? Era delgada, sí, pero sus piernas eran largas, bien torneadas, y su piel tan suave que cada caricia me fascinaba más. Habíamos hecho una pequeña pausa. Sabía que debía tranquilizarme por ella; a pesar de que todo dentro de mí era intenso, quería que esto fuera especial. Nuestros cuerpos juntos, sin barreras. La veía sonrojada, un poco tímida, pero solo un poco. Me devolvía las caricias y los besos, cada toque íntimo hacía que susurrara mi nombre, mientras su cabello desordenado enmarcaba su rostro adorable, su respiración entrecortada.

—Te amo tanto —le decía entre besos.

—Ezran, te amo —me respondía entre gemidos—. Te quiero en mi vida siempre.

Aún no había amanecido cuando desperté, con una sonrisa, y acerqué más el cuerpo de Clover. Ella, dormida, se abrazaba a mí instintivamente. El peso de mi vida me cayó de golpe al verla ahí, tan cerca. Había conocido en mi infancia lo que era tener una familia, lo que era ser amado, pero cuando los perdí, juré no volver a encariñarme con nadie por miedo a sentir de nuevo ese vacío. Conrad, mi mentor, me había intentado enseñar a no aferrarme a nadie. Y cuando murió, decidí que lo mejor era la soledad. Marcel y las otras Sombras los apreciaba, pero incluso con ellos mantenía cierta distancia. Marcel era mi mejor amigo, quizá el único verdadero, pero aún así, siempre me protegía de esa cercanía.

Cuando Rowen desapareció y creí que estaba muerto, el dolor fue insoportable. Ahora que Clover estaba conmigo, no podía imaginar un segundo sin ella. No sabía cómo respirar si algún día llegara a faltarme. Y, sin embargo, ese miedo a que mi amor tan fuerte pudiera agobiarla y hacerla alejarse de mí seguía presente.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por ella, que se había sentado a horcajadas sobre mí.

—¿Qué tanto piensas? —preguntó, curiosa.

—Que no quiero separarme ni un segundo de ti —respondí con sinceridad—. Y temo agobiarte, que te aburras de mí.

Ella me miró en silencio, evaluando mis palabras, luego se movió de repente, hundiéndose en mí, haciéndome gemir con fuerza. Mis manos se aferraron a su cintura, sintiendo cómo si se movía un poco más, perdería el control por completo.

—¿Aún no te has dado cuenta? —me preguntó con esa voz baja, tentadora—. Nunca podría aburrirme de ti, ni agobiarme. Me has vuelto egoísta, no quiero compartirte con nadie, ni perderte de vista un segundo. Por mí, no te dejaría salir de aquí nunca.

Oh, mujer, pensé. No tengo intenciones de salir de aquí.

—Esto no es normal, ¿verdad? —pregunté mientras miraba nuestros cuerpos juntos—. Esta necesidad de estar siempre cerca, siempre juntos.

Ella se echó a reír, una risa contagiosa, y luego respondió, todavía sonriendo:

—¿Y desde cuándo somos normales?

A la mañana siguiente, salí de la cama con cuidado, volteando a ver a Clover aún dormida. Había pensado que tendría que ser suave con ella, que necesitaría tiempo para acostumbrarse a mí, pero me equivoqué. Mi pequeña loca era tan impulsiva y posesiva como yo, algo que nunca hubiera esperado. Verla tan tranquila ahora, dormida con ese aire de paz, contrastaba completamente con su temperamento y la intensidad con la que vivía cada momento.

Sonreí para mí mismo y busqué una toalla, colocándola alrededor de mi cintura. Me acerqué a la bañera y empecé a llenarla con agua tibia de los cubos. Clover seguía profundamente dormida. La observé unos instantes más, esa mezcla de dulzura y fuerza que tanto me fascinaba. Con cuidado, la cargué en mis brazos. Sentí cómo poco a poco empezaba a despertar, murmurando algo que no entendí del todo.

La bajé con suavidad en la bañera y me metí con ella. Su cuerpo se recostó contra el mío, su espalda apoyada en mi pecho. El agua tibia nos rodeaba, relajando nuestros cuerpos después de la noche intensa que habíamos compartido. En ese momento, todo se sintió perfecto. No había necesidad de palabras, ni bromas, ni sarcasmos. Estar así, en silencio, simplemente disfrutando de la tranquilidad, también era agradable, una calma que no sabíamos que necesitábamos.

1
Liliana Barros
Clover es la pareja perfecta para Ezran. Y más vale que el Rey no se olvide de su amigo o Clover va a hacer que lo lamente 😱😂😂😂
IdyHistorias: Siiii Clover es de temer… incluso Ezran le teme …
total 1 replies
Liliana Barros
Así que sus vidas estuvieron cruzándose desde el inicio. Y Clover en lugar de ser Reina, eligió a Ezra 😂😂😂😂😂
Liliana Barros
Amé la personalidad de Cloe y como trató al Rey, que se merece el mote de imbécil jajaja. Y el pobre Ezra viendo como se peleaban los dos por él 😂😂😂😂😂
Liliana Barros
Me encanta la historia. Aquí esperando más capítulos 😍😍😍
Liliana Barros
Me gustó que se decidieran a hablar y aclarar su relación. Son perfectos el uno para el otro
Liliana Barros
Creo que Rowen es mujer, por la descripción de delicadeza. Quizás por eso la quieren los prestamistas
Liliana Barros
Ezran acaba de cambiar su destino. Aunque todavía no lo sabe. Será un chico o una chica, el testigo? 🤔
NovelToon
Step Into A Different WORLD!
Download MangaToon APP on App Store and Google Play