Shophie simplemente desapareció. No hubo explicaciones y dejó a Aiden con el corazón en mil pedazos. El destino siempre tiene la última palabra y después de cinco años vuelven a verse. ¿Tendrá Sophie una buena explicación para su ausencia?
NovelToon tiene autorización de Beamav para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capítulo 22
Cae la tarde y Sophie ha hecho de todo un poco para matar el tiempo. Evita llamar a Aiden, comprende que él y su hija se encuentran disfrutando del tiempo con la familia y lo que menos desea es interrumpir la convivencia.
Al no recibir ninguna llamada ni mensaje, da por hecho que tardarán en llegar y decide tomar un relajante baño. Olvida que no tiene sales aromáticas o gel de ducha, más ese no será un impedimento.
Abre las llaves del agua y deja que la tina se llene, mientras tanto recuerda haber visto una vela en la cocina y va por ella. Coloca un poco de champú en el agua que cumple con hacer algo de espuma.
Busca sus airpods y elige su playlist favorita, cierra la puerta del baño y se quita la ropa. El agua está a la temperatura perfecta, enciende la vela, antes de sumergirse coloca los airpods en sus oídos y se dispone a disfrutar de la música y de este tiempo que tiene para sí misma.
En algún momento la espuma desapareció, pero le resta importancia. Cierra los ojos nuevamente y se deja llevar por el ritmo de la música, no recuerda la última vez que tuvo más de cinco minutos para ella misma. Con una hija es prácticamente imposible un momento así.
Al cerrar los ojos se desconecta por completo del mundo, deja de estar pendiente del reloj y disfruta del momento. Desconoce cuanto tiempo lleva así, el agua aún conserva una temperatura agradable.
La extraña sensación de ser observada la invade de repente y abre lentamente sus ojos. Una figura masculina está de pie frente a ella, frota sus ojos para acostumbrarse a la luz y lanza un grito al confirmar que no está sola.
- ¡Largo! ¿Qué diablos haces aquí?- pregunta mientras intenta cubrirse.
- Lo lamento, no sabía que estabas en el apartamento- responde Aiden sin moverse, no deja de observarla y tampoco tiene la más mínima intención de marcharse.
- ¡Vete! No me mires- exige ella mientras intenta salir de la tina y al mismo tiempo cubrir su cuerpo con las manos.
Aiden está a punto de darse la vuelta y salir, cuando ella resbala y él se apresura a sostenerla. Rodea su cintura con ambos brazos y la presiona contra su cuerpo para evitar la inminente caída. Una corriente eléctrica los recorre a ambos, sus miradas se encuentran, el corazón les late a mil por hora.
Los segundos se sienten como una eternidad, sin darse cuenta, Sopbie se aferra a los hombros de Aiden. El calor que el cuerpo masculino le transfiere amenaza con quemarla.
La voz de Aitana al otro lado del pasillo los devuelve a la realidad.
- Lo siento- se disculpa él y le ofrece una toalla- Toma, cúbrete.
Sale de ahí rápidamente y va en busca de su hija. Sophie tiene que apoyarse contra la pared más cercana, sus piernas tiemblan sin control y su corazón late tan acelerado que duele.
Seca su cuerpo lo más rápido que posible, antes de salir se asoma por la puerta para verificar que no hay nadie en su habitación. Decide poner el seguro y comienza a vestirse.
Escucha a Aiden hablar con Aitana, parece que le está leyendo un cuento. ¿Cómo demonios entró aquí? ¿Por qué no le aviso que venían?
Se recrimina por ser tan descuidada, escucha a su hija llamarla y se arma de valor antes de ir a su encuentro.
- Aquí estoy pequeña.
- Mami, mira lo que me regalo la novia de papá.
- Está hermoso mi niña. ¿Le agradeciste por el regalo?
- Claro, mami.
- Descansa, mi niña hermosa. Yo debo irme, es tarde.
- Buenas noches, papi. ¿Vendrás mañana para llevarme a la escuela?
- No puedo, te llevará mamá. Yo te llamo más tarde.
Besa la frente de su hija y se encamina hasta la entrada, Sophie camina detrás de él.
- ¿Me puedes decir cómo entraste aquí?
- Acaso no es obvio, tengo una llave.
- ¡No puedes tener una llave de mi casa y entrar cuando te dé la gana!
- Olvidas que este apartamento es mío y puedo entrar aquí cuando quiera, porque también tú eres mía.
No le da tiempo para reaccionar, la acorrala contra la pared, la besa con frenesí robándole el aliento. La imagen de su cuerpo desnudo se fija en su mente y se deja llevar por el deseo que ha despertado en él.
Se presiona más contra ella, sus manos viajan de la espalda femenina hasta sus nalgas, las cuales no puede evitar apretar con sensualidad.
Ella se siente incapaz de detenerlo. Podía jurar que después de tantos años sería inmune a sus besos y sus caricias, pero resultó lo opuesto. El deseo que siente es inmenso, no desea otra cosa más que estar entre sus brazos y que le haga el amor como antes de que todo esto sucediera.
Súbitamente, la frase que él dijo unos minutos antes, hace eco en su cabeza: "eres mía". Haciendo uso de las pocas fuerzas que le quedan, lo aparta con un empujón.
- ¡No soy tuya! Tú y yo no somos nada. No vuelvas a tocarme.
- Tienes razón, si lo fueras, jamás te habrías marchado- responde recuperando de inmediato la compostura- Y despreocúpate, esto jamás volverá a pasar.
Se marcha sin más ni más dando un portazo y dejando a Sophie muy alterada.
- ¿Por qué demonios eres tan débil?- se recrimina en voz baja- Y tan tonta.
Contiene las lágrimas, convencida de que llorar no resuelve nada. Observa a su hija dormir plácidamente desde la puerta de su habitación.
De nada sirvió el baño relajante, está más estresada que nunca. Busca su laptop para adelantar la planeación de algunas clases para el mes próximo.
÷÷÷÷÷÷÷÷÷÷÷÷÷÷÷÷÷÷÷÷÷÷÷÷÷÷÷÷÷
Aiden conduce directo al apartamento de su novia, siente la sangre hervir por sus venas. No piensa con claridad, únicamente quiere deshacerse de la furia que lo quema por dentro.
El ascensor parece tardar años en llegar al piso donde vive Ximena. Llama a la puerta con insistencia, sabe que ella está despierta.
- ¿Estás bien?- pregunta la chica desconcertada al encontrarse a su novio frente a ella con una expresión extraña que no había visto antes.
Él no responde a la pregunta, se abalanza sobre ella de manera salvaje. Sus besos no son apasionados, son desesperados. Cierra la puerta detrás de él sin dejar de besarla. La acaricia descaradamente.
Una de sus manos viaja por debajo de la fina bata color azul que la cubre. La otra se encarga de descubrir uno de sus senos provocando un sutil jadeo que deja entrever las sensaciones que está provocando.
Sorprendida, pero también emocionada por la actitud de su novio, está dispuesta a dejarse llevar. No es común que Aiden sea tan apasionado y la realidad es que ella anhela esa pasión en su vida de pareja.
Hace apenas unos días tuvieron una noche llena de pasión y quiere creer que se volverá algo común entre ellos. Quizá las cosas comienzan a mejorar.
- Te deseo, quiero hacerte mía aquí mismo- murmura contra sus labios.
No la deja responder, se apodera una vez más de su boca y la levanta en un movimiento ágil. Ella enreda sus piernas y siente la prueba fehaciente de la excitación masculina.
La apoya sobre la mesa del comedor y desliza la bata por sus hombros. Ella lo despoja de su camisa con rapidez y lo deja hacer lo mismo con el diminuto camisón que la cubre.
Sus bocas se enredan en una danza sensual, los labios masculinos bajan por su cuello; lamen, muerden y succionan. El cuerpo de Ximena se estremece por completo.
Ha olvidado lo molesta que estaba antes, no puede pensar en nada que no sea lo que la está haciendo sentir.
Aiden quiere culminar el acto y lucha por deshacerse de las pequeñas bragas que le impiden llegar a su objetivo. Ella desea, necesita prolongar el momento y le complica las cosas.
Lo besa, araña su espalda; quiere llevarlo al límite, hacerlo perder el control y que la tome en un acto salvaje lleno de lujuria.
- Te necesito. ¡Me vuelves loco, Sophie!
Ximena se paraliza, él razona lo que acaba de decir y antes de que pueda buscar una explicación ella lo empuja con fuerza y corre a su habitación.
- ¡Lárgate! ¡Maldito seas, Aiden!- grita antes de cerrar la puerta.
- Ximena, escúchame. Lo siento.
No recibe respuesta, escucha los sollozos al otro lado y se siente el hombre más estúpido sobre la faz de la tierra.
¿Qué pretendías con esto? Se pregunta una y otra vez. El llanto de Ximena se intensifica. Actuó cómo un verdadero patán.
- Abre, por favor
- No pienso repetirlo una vez más, ¡lárgate!
- Me preocupas, no voy a dejarte así.
- ¡Qué cínico de mi***a eres! Yo no te importo.
Se merece eso y más, en lugar de venir aquí debió irse a casa y manejar sus emociones. Ahora ha causado un daño irreparable a una mujer que no le ha dado más que su amor y su apoyo.