Luz O Oscuridad

09/03/2019

Pasaron varios días desde aquella noche. Las clases transcurrían con normalidad, aunque los rumores sobre mí seguían creciendo. Miradas furtivas y murmullos me rodeaban constantemente, como si todos esperaran que confirmara lo que susurraban. Así que decidí: si insistían en verme como el villano, actuaría como tal. Era mejor ser temido que regresar al papel de blanco fácil que una vez fui.

El viernes al atardecer, caminaba a casa tras un largo día de escuela. Elizabeth, aún refugiada en casa por el peligro constante que representaba Elena, no podía acompañarme. Había aceptado mi propuesta de vivir juntos, pero aquello solo complicaba más las cosas. Quise ayudarla, así que me ofrecí a llevarle las tareas.

El sol comenzaba a ocultarse, tiñendo las calles de un tono anaranjado que hacía el camino más melancólico. Mientras cruzaba una avenida desierta, una voz familiar rompió el silencio.

—¡Hey, Losert!

Me detuve en seco, el corazón acelerado. Al girarme, la vi. Elena estaba allí, esperándome con esa mezcla de desafío y arrogancia que siempre lograba inquietarme.

Elena llevaba un abrigo oscuro que le daba un aire aún más intimidante. Su cabello caía libre sobre los hombros, movido ligeramente por el viento del atardecer. Había algo en su sonrisa que no podía descifrar: una mezcla de burla y peligro, como si cada palabra que diría a continuación tuviera un propósito calculado.

Elena: Vaya... y yo que pensaba que eras un chico tímido.

Losert: ¿A qué te refieres? —respondí, tratando de mantenerme neutral, aunque la confusión era evidente en mi voz.

Se acercó con pasos seguros, y cuando habló de nuevo, su tono era más serio.

Elena: Los rumores que circulan sobre ti en la escuela son muy oscuros. —Sus ojos se clavaron en los míos—. ¿Lo sabías?

Levanté una ceja, intentando no mostrarme afectado. Le devolví una sonrisa discreta antes de darme la vuelta para seguir caminando.

Losert: Ya veo... me has estado investigando. —Mi voz sonaba despreocupada, pero algo en su presencia me incomodaba—. Sí, he escuchado lo que dicen de mí. —Dejé que mi tono se volviera más frío—. Es mejor que los insultos y el abuso de antes.

Elena caminó detrás de mí, su voz ligeramente burlona.

Elena: Ya veo... pero no te estaba investigando a ti.

Me detuve por un instante y la miré con cierta incredulidad.

Losert: ¿Ah, no?

Ella rió suavemente, como si mi confusión la divirtiera.

Elena: No. Estaba investigando a esa chupa sangre, pero al parecer no ha venido a clases.

Mi semblante se mantuvo neutral, aunque por dentro intentaba procesar sus palabras. Recordé que tenía que ganarme su confianza si quería adelantármele.

Losert: Ahora que lo mencionas, tienes razón. Desde esa noche no sé nada de ella.

Elena me observó con cierta incredulidad, pero fingió creerme.

Elena: Ya veo. Bien, recuerda el favor que me debes.

Losert: Lo recuerdo —contesté, sin dejar de mirar el camino—. Aunque aún no me has dicho qué necesitas.

Ella aceleró el paso hasta quedar frente a mí, obligándome a detenerme. Su mirada era penetrante.

Elena: Pues hoy te lo diré.

La situación me provocó un extraño déjà vu. A pesar de mi incomodidad, me mantuve firme.

Losert: Está bien, te escucho.

Elena extendió su mano hacia mí.

Elena: Quiero que seas carnada para atraer a esa chupa sangre.

Me tomó un segundo procesar lo que acababa de decir.

Losert: ¿Qué? ¿No se supone que me ayudaste para que no me devorara?

Elena se inclinó ligeramente hacia mí, como si intentara convencerme con su expresión.

Elena: Te lo pido. Solo será para atraerla. Te prometo que no te pasará nada.

Su insistencia me dejó pensando. Sabía que esta era mi oportunidad para acercarme a ella y descubrir sus verdaderas intenciones.

Losert: Está bien. —Le estreché la mano con determinación—. ¿Cuál es el plan?

Una sonrisa se formó en su rostro mientras levantaba la mirada.

Elena: Te lo diré el domingo. ¿Dónde podemos vernos?

Losert: En el mismo lugar donde me salvaste. ¿Te parece bien a las dos de la tarde?

Elena: Perfecto. Nos vemos ahí.

Elena se marchó corriendo, su velocidad me recordó a la de Elizabeth, aunque claramente le faltaba mucho para estar a su nivel.

Cuando llegué a casa, encontré a Elizabeth absorta en sus tareas escolares. La mantuve ocupada hasta que terminó y luego le expliqué la situación con cuidado, anticipando su reacción.

Elizabeth: (Enojada, cruzando los brazos) ¿Y cuándo pensabas decirme que querías hacer eso?

Losert: (Algo apenado y asustado) Lo siento mucho… no encontré el momento adecuado.

Elizabeth: (Con un puchero, aparta la mirada) Eres un idiota. No eres el único que se preocupa, Lost.

Losert: (La observa y piensa para sí mismo) Incluso cuando hace pucheros se ve linda… —Se sonrojó internamente, intentando sacarse el pensamiento de la cabeza—. ¿Qué cosas digo?

Elizabeth: (Lo mira, su voz sigue enojada, pero más calmada) Solo ten cuidado, Lost. No sé mucho sobre los lobos ni entiendo esta rivalidad entre especies… solo le seguí el juego esa noche para que pensara que quería chupar tu sangre.

Losert: (Su mirada se centra en ella) Lo supuse. Ya sospechaba que para ti solo fue un juego.

Elizabeth: (Sorprendida) ¿Ah? ¿Cómo lo supiste?

Losert: (Con un tono confiado y seguro) No te importó perder, ni mencionaste nada después. Además, por algo te has mantenido fiel a tu promesa de no salir.

Elizabeth: (Lo observa fascinada, como si él pudiera leer su mente) Tienes razón... pero por eso me has ayudado con tu sangre. Solo falta una semana, y podré subir de rango.

Losert: (Le sonríe suavemente) Lo sé. —Mira el reloj en la pared—. Vaya, ya son las cuatro. Prepararé la cena. Repasa un poco más.

Elizabeth: (Exclama cansada, dejando caer la cabeza sobre la mesa) ¡Ahhh! ¿Por qué? ¡Ya me cansé!

Esa noche comimos, y después de lo habitual, Elizabeth se quedó en la sala mientras yo subía a mi habitación. Allí me quedé pensando en cómo, ganarme la confianza de Elena. No sabía nada de ella, y, para ser sincero, me parecía aún más aterradora que Elizabeth.

Mi mente divagaba sin cesar, dando vueltas a mil pensamientos hasta que, agotado, no pude más. Finalmente, me quedé profundamente dormido.

CONTINUARA...