Sombras De Venganza.

La luz del día se hace presente y Elliott ya se encuentra de pie y listo; se ha bañado y cambiado y ya no se ve demacrado por la noche anterior. El solo hecho de saber que Megan está a salvo lo llena de paz.

Los ojos de Megan se abren lentamente y lo primero que ve son el par de ojos azul marino que la vuelven loca.

"Mi amor..." Susurra y Elliott sonríe.

"Me encanta cómo has descansado", dice y él la carga cuando ella se sienta para luego levantarse e ir al baño.

"Elliott", exclama con sorpresa.

"Dígame, señora McGarrett". Levanta levemente una de las comisuras de sus labios, provocando que ella se muerda los suyos.

"No veo anillos en mi mano". Sonríe con descaro mientras levanta una de sus cejas.

"Puedo comprarte una joyería si quieres, eso no es problema". Ella niega achicando los ojos.

"Eres tan poco romántico". Una de las espesas cejas de Elliott se levanta.

"¿De qué hablas si soy un Romeo?" Se mofa y le roba un beso para caminar con ella hasta el baño.

"Sí lo eres". Sonríe; Elliott la ayuda a bañarse. Ella trata de mirarlo. Una vez lista, la ayuda a secarse y vestirse. Con delicadeza absorbe el agua de su cuerpo; ella solo se ríe por cómo es tan delicado.

"Si me sigues dando así de suave, no me vas a secar jamás". Él saca su lengua y la lame como si fuese un perro y ella no aguanta las carcajadas que abandonan su boca.

"¿Qué te pasa?", exclama y él se encoge de hombros, busca unas bragas de la ropa que le trajeron y también un conjunto de mono y camiseta.

"Ven, ahora te voy a vestir". Ella, sentada en la cama, se abre de piernas y brazos, sus cejas se levantan y se muerde los labios para provocarlo.

"Tendré que comprarte hielo", se burla y la viste.

"Elliott, necesito a mi caliente Elliott". Él niega y una de las esquinas de sus labios se inclina.

"Basta, deja de reírte así, si no me vas a comer". Él voltea los ojos.

"Pervertida". Ella se cruza de brazos y hace un puchero.

"Esta noche quiero que Xander te releve, eres aburrido". Le saca la lengua y sus padres entran junto a Xander y al doctor.

"No será necesario, preciosa, tengo buenas noticias: te vas hoy", Xander anuncia sonriendo. Una camiseta azul y unos jeans de color negro, unas botas negras y su cabello bien peinado lo hacen ver muy guapo.

"Es en serio, doctor, me voy de aquí", pregunta con la emoción de una niña pequeña.

"Tan mal la tratamos, señora McGarrett", ella niega riendo.

"Solo quiero irme, estar en mi cama; el olor a desinfectante me tiene mareada", de queja y todos se ríen.

"Pronto estarás en casa, preciosa", le dices con dulzura a su madre.

"Bueno, estas son las indicaciones, usted se podrá ir, pero debe cuidarse y seguir todo al pie de la letra". Elliott recibe el papel y asiente.

"Yo me encargo de eso", dijo Elliott y la observó levantando una de sus cejas.

"Bueno, ahora podemos irnos, princesa; ordenar un banquete para ti". Ella asiente feliz y su padre la abraza.

El papeleo ocurre y ellos sacan a Megan en silla de ruedas; luego Elliott la carga y la sube al auto, donde minutos después se ponen en marcha hasta la mansión.

"Elza, ¿te sientes bien?" Le pregunta Elliott, seriamente preocupado.

"Sí, amor... "Me siento bien aunque incómoda en tus piernas". Él le besa la nariz.

"Reposo absoluto, ¿recuerdas?" Enarca las cejas y la besa.

Minutos más tarde, Megan entraba en brazos de Elliott; la sonrisa de todos era enorme, hasta los empleados estaban felices.

"Bienvenida a casa, niña Elza". El ama de llaves llamada Aria le sonríe; ella la llegó a cuidar cuando pequeña y, desde que regresó, no ha hecho más que estar feliz.

"Gracias, nana". Elliott la lleva a su habitación y ella niega riendo.

"Este no es mi cuarto". Sonríe.

"Es nuestra habitación, hasta que estés mejor, y nos mudamos a un lugar solo de los dos". Sus ojos chocan y sus labios se unen, mientras él la acuesta en la cama como si fuese el cristal más frágil.

"Me molesta que pienses que me puedo partir". Él la observa y acerca sus labios a los de ella.

"Por ahora eres como una hoja fina de cristal y debo cuidarte". Se aleja de ella y sale de la habitación, va directo a la cocina y observa la comida de Megan ya servida.

"Niño Elliott, ¿qué se le ofrece?" La Nana le pregunta dulcemente.

"Vengo por la comida de mi mujer". La nana frunce el ceño sin entender.

"Hijo, por Dios, la nana no sabe nada aún". Elizabeth lo abraza por los hombros.

"Aria, dale la comida de Elza para que él se la suba y mientras te cuento qué tan travieso es el destino". Sonríe y Elliott recibe la comida.

"No tiene mucha sal, cierto". La nana niega con su respuesta.

"Está bien, nana, gracias". Elizabeth lo ve alejarse y comienza a contarle a Aria todo lo de sus hijos y esta tiene varios cambios que van de la negación, la ternura, la confusión y, por fin, la aceptación.

Elliott es así y todas las noches se queda con ella. En las mañanas, Xander trata de pasar tiempo con ella, aunque Elliott últimamente está más insoportable y posesivo. Sus padres no pierden el tiempo para consentirla y, mientras ella trata de recuperarse y cuidarse, una mujer está frente a Alphonso y le entrega una información que él anhela mucho.

"Solo eso trajiste aquí". La voz de Alphonso es fría cuando le habla.

"También tengo información de tu amada Megan, Valeria o como le digas". La mujer de cabello castaño habla captando la atención del rubio.

"Habla", su voz es impactante.

"Está herida en cada uno de los McGarrett; aún no sé qué tanto hace con ellos, pero lo está. "Hubo un secuestro y está de reposo". Alphonso se preocupa, pero indaga más; algo no cuadra.

"¿Qué tan graves son las heridas?" La castaña lo observa.

"Fueron dos disparos en un brazo y una pierna". Las cejas del rubio se juntan.

"Ella no es de descansar por eso; hay algo que no me dices". Su cabeza empieza a tratar de unir cabos.

"Es todo lo que sé", contesta ella.

"Ve y me avisas para ir por mi reina". Le hace una seña con la mano a la mujer para que salga mientras él echa su cabeza hacia atrás y susurra.

"Mía Regina"...