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CECIL EL FINAL DE LA VILLANA

CECIL EL FINAL DE LA VILLANA

Status: Terminada
Genre:Completas / Traiciones y engaños / Secuestro y encarcelamiento
Popularitas:14.4k
Nilai: 5
nombre de autor: CINTHIA VANESSA BARROS

Cecil Moreau estaba destinada a una vida de privilegios. Criada en una familia acomodada, con una belleza que giraba cabezas y un carácter tan afilado como su inteligencia, siempre obtuvo lo que quería. Pero la perfección era una máscara que ocultaba un corazón vulnerable y sediento de amor. Su vida dio un vuelco la noche en que descubrió que el hombre al que había entregado su alma, no solo la había traicionado, sino que lo había hecho con la mujer que ella consideraba su amiga.

NovelToon tiene autorización de CINTHIA VANESSA BARROS para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

CAPITULO 21

Capítulo 21.

Al día siguiente, Adrien y Cecil estaban en la mansión, revisando detalles para la boda. Cecil notaba a Adrien un poco tenso, pero pensó que se debía al ajetreo de los preparativos. Estaban en la sala principal cuando el sonido de un auto estacionándose en la entrada llamó su atención.

—¿Esperabas a alguien? —preguntó Cecil, extrañada.

Adrien se levantó, mirando por la ventana, y su expresión se oscureció al reconocer el vehículo.

—Mis padres…

Cecil se tensó. Aunque Adrien le había hablado de su familia, nunca mencionó una posible visita.

La puerta se abrió y, sin esperar a ser anunciada, Isabelle D'Orleans entró con su característico porte aristocrático, seguida de su esposo. Ambos se detuvieron en el salón, evaluando a Cecil con una mirada que era todo menos amigable.

—Adrien —dijo Isabelle con una voz gélida—. Necesitamos hablar. Ahora.

Adrien se adelantó, colocando una mano protectora en la espalda de Cecil.

—Si vinieron a hablar sobre mi boda, podemos hacerlo aquí, delante de Cecil. No tengo nada que ocultar.

Isabelle alzó una ceja, mientras Jean-Pierre suspiraba, como si la escena fuera demasiado para él.

—Querido, estamos aquí porque estamos preocupados por ti —dijo Isabelle, con una dulzura forzada que no engañaba a nadie—. Esta decisión… es imprudente.

Adrien frunció el ceño.

—No necesito su aprobación. Estoy seguro de lo que estoy haciendo.

Isabelle dejó escapar una risa amarga.

—¿Seguro? ¿Incluso después de saber que esta mujer tiene un historial criminal?

Cecil sintió como si el suelo se desmoronara bajo sus pies. Su rostro se enrojeció, pero mantuvo la cabeza en alto. Adrien la miró con preocupación y luego clavó los ojos en su madre.

—Sabía que intentarían algo así. Cecil me ha contado todo sobre su pasado. No hay nada que ustedes puedan decir que cambie mi decisión.

Jean-Pierre intervino con calma, aunque su tono era firme.

—Adrien, estamos hablando de proteger nuestra familia, nuestro nombre. No puedes ignorar lo que esto significa para todos nosotros.

—No me importa el "nombre" ni la "reputación". Dejé todo eso atrás porque no quise vivir bajo sus reglas, ¿lo recuerdan? —respondió Adrien, su voz cargada de frustración.

Isabelle miró a Cecil directamente, sus ojos afilados como dagas.

—¿Y tú? ¿Qué tienes que decir? ¿Planeas seguir arrastrando a mi hijo a tu desastre?

Cecil respiró hondo, sintiendo que su corazón latía con fuerza. Por un momento, quiso huir, pero al mirar a Adrien y ver el apoyo incondicional en sus ojos, decidió enfrentar la situación.

—Señora D'Orleans, entiendo que mi pasado no sea fácil de aceptar. Pero no estoy aquí para justificarme ante usted ni ante nadie. Estoy con Adrien porque lo amo, y porque él me ama. Lo que piensen ustedes no cambiará eso.

El silencio que siguió fue helado. Isabelle apretó los labios, claramente furiosa, mientras Jean-Pierre parecía medir sus palabras cuidadosamente.

Adrien rompió el silencio, tomando la mano de Cecil.

—Nos vamos a casar, con o sin su bendición. Si quieren ser parte de mi felicidad, son bienvenidos. Si no, lo entenderé. Pero esta conversación se terminó.

Sin esperar respuesta, Adrien guía a Cecil fuera del salón, dejando a sus padres con su indignación.

Isabelle lo miró irse, sus labios formando una línea delgada.

—Esto no ha terminado —murmuró, más para sí misma que para su esposo.

Jean-Pierre asintió lentamente, sus ojos cargados de preocupación.

—Definitivamente no ha terminado.

Isabelle y Jean-Pierre estaban a punto de retirarse de la mansión con un aire de indignación palpable. Las maletas de su avión privado ya estaban cargadas, y su chofer esperaba en la entrada. Sin embargo, antes de que pudieran dar un paso más, la tía de Cecil, Mathilde, apareció en el umbral del salón, con la cabeza alta y una expresión que mezclaba determinación y desdén.

—Ah, Isabelle  —dijo Mathilde Moreau, cruzando los brazos—. Siempre supe que eras una mujer difícil, pero no esperaba que vinieras hasta aquí para causar un espectáculo.

Isabelle giró hacia ella, sus ojos afilados como cuchillas.

—¿Y tú quién eres para dirigirte a mí de esa manera?

Mathilde soltó una risa seca, avanzando un par de pasos hacia ellos.

—¿No me recuerdas? Soy Mathilde. Tal vez me recuerdes como la mujer que tuviste que humillar públicamente en más de una ocasión porque Jean-Pierre tenía el mal gusto de querer casarse conmigo.

El rostro de Isabelle se endureció al instante, pero fue Jean-Pierre quien se quedó helado. Sus ojos se encontraron con los de Mathilde, y por un momento, el tiempo pareció retroceder décadas.

—Mathilde… —murmuró Jean-Pierre, su tono cargado de incredulidad.

Mathilde lo miró con frialdad, aunque había un destello de nostalgia en su expresión.

—Sí, Jean-Pierre. Soy yo. Parece que el destino tiene un sentido del humor peculiar, ¿no? Nunca imaginé que volvería a verte en estas circunstancias, ni mucho menos defendiendo a mi sobrina de tus prejuicios y los de tu esposa.

Isabelle levantó una mano, irritada.

—¿De qué estás hablando, Mathilde? Jean-Pierre nunca tuvo intenciones serias contigo. Sabes muy bien que nuestra unión estaba destinada desde el principio.

Mathilde soltó una carcajada amarga.

—¿Destinada? No me hagas reír, Isabelle. Tu matrimonio fue un arreglo social, un negocio entre familias. Jean-Pierre y yo nos amábamos, pero tú y tu madre decidieron que una simple chica como yo no era lo suficientemente buena para el apellido de tu familia.

Jean-Pierre bajó la mirada, incapaz de sostener la intensidad de los ojos de Mathilde.

—Mathilde, no fue tan simple…

Ella lo interrumpió, levantando una mano.

—No importa, Jean-Pierre. El pasado quedó atrás. Lo que importa ahora es que no permitiré que ustedes dos interfieran en la felicidad de Cecil. Mi sobrina ha pasado por mucho, y Adrien es lo mejor que le ha sucedido. Si ustedes no pueden ver eso, entonces tal vez deberían mirar más allá de sus prejuicios.

Isabelle, ofendida, se cruzó de brazos.

—¿Y quién eres tú para decidir qué es mejor para nuestro hijo?

Mathilde dio un paso adelante, desafiándola con la mirada.

—Soy la mujer que ha cuidado a Cecil toda su vida, incluso cuando el mundo entero se le vino encima. También soy la mujer que no tiene miedo de enfrentarse a ti, Isabelle. Adrien no es un niño; es un hombre que ha tomado su decisión. Y ustedes no tienen ningún derecho a juzgar a mi sobrina por su pasado, especialmente considerando cómo tratan de ocultar las manchas en el suyo.

Isabelle se quedó boquiabierta, mientras Jean-Pierre miraba a su esposa, como si las palabras de Mathilde le hubieran encendido algo dentro.

—Mathilde tiene razón —dijo finalmente Jean-Pierre, su voz baja pero firme—. No podemos interferir en la vida de Adrien. Es su decisión, no la nuestra.

Isabelle lo miró con incredulidad.

—¿Estás diciendo que apoyas esta locura?

Jean-Pierre asintió, mirando a Mathilde con un atisbo de la admiración que una vez sintió por ella.

—No estoy diciendo que sea fácil de aceptar, pero creo que Adrien sabe lo que está haciendo. Tal vez deberíamos confiar en él, Isabelle.

Mathilde alzó una ceja, sorprendida por las palabras de Jean-Pierre, pero no bajó la guardia.

—Eso sería un buen comienzo —dijo con tono seco—. Pero déjenme ser clara: si intentan hacerle daño a mi sobrina, no dudaré en actuar.

Isabelle apretó los labios, claramente furiosa, pero no dijo nada más. Jean-Pierre asintió levemente, y sin una palabra más, ambos salieron de la mansión, dejando a Mathilde sola en el salón.

Ella los observó desde la ventana mientras subían a su auto y se alejaban. Luego, soltó un suspiro, permitiéndose un momento de debilidad. Aún podía sentir el peso del pasado, pero también estaba orgullosa de haber defendido a Cecil y al amor que compartía con Adrien.

—Que se atrevan a intentarlo de nuevo —murmuró, con una sonrisa decidida—. Aquí estaré para enfrentarlos.

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Martha Patricia Henry Anaya
es cierto que la gente puede cambiar pero se está pasando de confiada
Blanca Ramirez
excelente historia
Teresita Milano
Excelente
Anonymus
Cinismo y egoísmo en su máxima expresión 😡
Evelyn Osorio Ramirez
Excelente
Edy
Felicidades aurora a mi me encantó, estubo muy bonita, excelente trama y más que nada la reflexión... Aprende, vive, respeta y continúa ❤️
Ophelia Palafox
y que pasó después??? 😬😬😬😬😬😬
Edy
🙊
Edy
❤️❤️❤️❤️ gracias autora
Edy
pública lo que falta autora porfa, no nos dejes con la intriga, está súper interesante🥺❤️
Edy
🥺su capacidad de perdón es sorprendente
Elizabeth Yesenia Rojas
Excelente
Andrea G
la trama es interésante y un poco diferentes a como suelen ser las novelas de venganza que empieza contando el pasado de la protagonista
Andrea G
Se ve interesante la historia y el prolongo es un atrapante /Smile/
Juana Paz Cabrera
Excelente
America Guzman
atrapada con esta novela /Drool//Drool//Drool//Drool//Drool/
Booteliel Marian: gracias por leer, 😊
total 1 replies
Ophelia Palafox
me encanta tu historia, /Drool//Drool//Drool//Drool//Drool//Drool//Drool/
Booteliel Marian: gracias por sus comentarios 😊
total 1 replies
Ophelia Palafox
esta capítulo me encantó, sobre todo la frase de la tía matilde, "no se necesita el permiso de nadie para ser feliz "
Ophelia Palafox
ohh!! ¿cual será esa historia de los tres?
Ophelia Palafox
muy buena, me gusta mucho como vas desarrollando la historia
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