- ¿Victoria, que piensas hacer?
Una pregunta que le hacen últimamente, y la respuesta no la sabe, ya que tiene un deber como asistente del fiscal y llevar al hombre que ama ante la justicia o decide salvar el amor de su vida y padre de su hermoso hijo.
Su deber será más fuerte que su amor, o dejará todo por amor y se volverá al lado oscuro.
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Capítulo 22
Tanto Zev, como Sergey presentían que Victoria ocultaba algo, mucho más de lo que les dejaba ver. Los días siguientes los dos hermanos se encargaron de entrenar a Victoria, era difícil no darse cuenta en ese momento que ella no era una mujer común y corriente.
Los Novikov, eran muy persuasivos, muchos de los movimientos que le enseñaban ella los repetía sin problemas, como si las conociera.
¿Qué ocultaba esa mujer?, Zev y Sergey se lo preguntaron a diario desde que empezaron a entrenar. Sin mencionar que en cuanto a armas de fuego y cuchillos no se quedaba atrás.
- ¿Cansada?.
Sergey le pregunto a Victoria, habían tenido un pequeño encuentro y resultó con el labio roto.
- Porque la pregunta, tienes algo en mente, no me acabas de romper el labio.
- Quisiera romperte de otra forma, pero si lo hago mi hermanito me mataría.
- Quieres un combate, fuera del entrenamiento.
- Sí.
- ¿Qué apostamos?.
- Si yo gano me vas a decir la verdad de lo que eres en realidad.
- Piensas que escondo algo.
- Es claro, pareces una mujer tímida, recatada, pero al momento de defenderte no es así, como es posible que Mijaíl que dejara vuelta una nada, si te sabes defender muy bien.
- No se pueden dejar ver las cartas en la primera cita. Pero dejando eso de lado que ganaría yo si te gano.
- Pide lo que quieras, te lo concedo.
- Dios mío parecen que estuvieran coqueteando ustedes dos.
- Deja los celos Zev, si quieres también podemos apostar contigo.
Las cosas se estaban volviendo un poco más calientes, los dos hombres se colocaron enfrente de ella, eran un espectáculo para la vista, los tres eran realmente hermosos, pero ahora solo tenía a dos de ellos y solo amaba a uno.
- Ok, no pediré nada a cambio, tengo lo que quiero lo he ganado con mucho esfuerzo, aunque si en dado caso las cosas se salen de control les pido que confíen en mí.
- Porque dices eso.
- Más adelante lo entenderán, por ahora subimos.
El combate iba a iniciar, Victoria contra dos hombres más altos que ella, con más músculos y sin ligar a duda con muchas más experiencia que ella.
Uno a uno la atacaba, y ella se defendía lo mejor que podía, los golpes iban y venían. El cuerpo de Victoria ya no aguantaba más, pero no estaba dispuesta a perder, no podía.
Comenzó a crear una estrategia, con fuerza no les iba a ganar ellos eran grandes, pero con inteligencia sí, debía utilizar la fuerza de ellos en su contra. Cada movimiento se volvió más calculado, más preciso y poco a poco ellos empezaron a cansarse y ella obtuvo la victoria.
Los hombres solo pensaban en atacar y en que ellos por tener mejor cuerpo, experiencia y movimientos únicos le ganarían, dejaron de ver más allá y ella los derrotó.
- Maldita sea.
- Porque maldices, nunca habían Sido derrotados por una mujer.
- Eres una maldita, pero por ahora no haremos preguntas y confiaremos en ti.
- Se los agradezco mucho.
La confianza era lo más importante entre una pareja y dentro de la familia Novikov, como podía Antón confiar en su amada, con lo que acababa de escuchar, sus hermanos nunca se equivocaban con alguien.
La idea de que ella fuera una traidora le rompía el corazón, pero hasta ahora ella lo había defendido, no le había mostrado ningún indicio de que lo fuera a traicionar.
- Veo que se divierten sin mí. - los tres pegaron un brinco, estaban tan distraídos tratando de calmarse de su combate que no se dieron cuenta de la presencia de Antón.
- Claro que sí hermanito, tenemos que divertirnos, se acerca el fin del mundo.
- Una muerte segura, es lo que nos espera así que por favor déjanos ser felices por un momento.
- Y en dónde quedó yo.
- Mi amor, tú trabajas mucho, así que.
Victoria se puso de pie y se acercó a Antón para saludarlo, pero en vez de aceptar su beso se lo rechazó.
La confusión entre los hermanos y ella fue evidente, él solo quería saber que era lo que pasaba, ya lo habían traicionado y no quería volver a sentirse así.
No hubo palabras, solo un silencio y una mirada que confundió a Victoria, por experiencia propia sabía el significado de esa mirada. Pero por ahora no podía decir ni hacer nada, todo a su debido tiempo, y pudiera que ese tiempo la alejara de él para siempre.
Tomo su toalla y salió del gimnasio directo a una habitación, no a la que compartía con Antón, sino a una de los hermanos, ver el rostro de aquel hombre la entristeció más de lo que ella imaginaba.
Pero dejo sus sentimientos a un lado y fue a ducharse, había cerrado la habitación con llave, y cualquiera que encontrará la puerta así, sabía que Victoria estaba dentro.
Mientras tanto, Antón se quedó con sus hermanos en un silencio tan incómodo que la tensión en el aire se podía cortar con cuchillo.
- A qué viene esa cara.
- La misma que tengo desde hace años.
- Escuchaste la conversación y viste el combate ¿Cierto?.
- Tan evidente soy.
- Somos hermanos, te conocemos muy bien.
- Si lo escuché.
- Mira hermano, se que siempre crees en nuestro juicio, no creo que sea una traidora, ella te ama, pero si tiene un secreto.
- La acabaste de herir hermano.
Ellos tenían la razón, una suposición sin fundamentos no podía acabar con la confianza que le tengo hacia ella, mis hermanos tenían la razón y ella me amaba al igual que yo a ella.
Antón decidió ir a buscarla, pero al llegar a la habitación no la encontró. Cómo un loco empezó a buscarla habitación por habitación y fue como si se la hubiera comido la tierra ella no estaba. Y los empleados tampoco sabían de ella, un mal presentimiento comenzó a inundar la mente de Antón.
Y como un loco salio de la casa, sus autos estaban completos, ella no debería de estar muy lejos, fue lo que pensó. Pero la realidad era que Victoria ya no se encontraba en la propiedad.