Crucigrama

El día amaneció y Guillermo debe levantarse, él tiene que bajar primero, se despierta y se estira, pero el dolor lo obliga a volver. Se sienta y a su lado encuentra a Elisa, durmiendo como una niña, la contempla por un instante y le besa la sien y siente un agudo dolor en el pecho, en su vida nunca había sentido una cosa así, volvió a sentarse y masajear su corazón.

Una vez aliviado su corazón, se pone de pie y se va al baño a tomar una ducha, el baño en si es una ducha con inodoro y al frente un lavabo, el espacio es bien reducido, la toalla debería estar colgada, pero hay riesgo de que se moje, tendría que dejarla afuera, el papel higiénico igual, todo debe quedar fuera, no hay nada más una jabonera y vacía ¿Qué ducha va a tomar? El agua está fría pero suficiente para quitar el sueño.

Guillermo entra a trabajar, va al almacén para buscar las verduras y encuentra al dueño con unos hombres descargando la mercadería, es así como inicia todas sus mañanas en el trabajo; buscar las verduras, tubérculos para lavar y los granos a remojar.

Como extraña su época de director, tenía dinero, poder, mujeres, libertad, lo tenía todo y todo lo ha perdido, de no haber sido por su conducta de mujeriego esto no hubiera ocurrido. Ahora tiene que ser obediente a un jefe que habla otro idioma, está lejos de casa, tiene que lavar, es un simple obrero de la categoría más baja y todo por un plato de comida.

Guillermo maldice en su corazón todo su pasado, maldice a sus padres por no haber aplicado disciplina, que todo lo resolvían con dinero, maldijo a su debilidad por las mujeres que empezó los catorce años, maldijo a cada chica que tuvo en sus manos, menos a Elisa, esas palabras duras no salen para ella.

Sus mañanas son así, lamenta y maldice en su corazón, pero al ver como Elisa trabaja con alegría se propuso a dar lo mejor para no fallarle, ver a Elisa que entraba en la cocina y recogía los platos, ver su entusiasmo era su motor para permanecer en pie y empezar de cero.

Con el pasar de los días, Guillermo va entendiendo con claridad muchas cosas, su universidad lo está haciendo en China y el aula es en una cocina. Está cambiando su manera de pensar, está cambiando su enfoque de la vida, del negocio, de ser obrero y migrante ilegal le están dando lecciones. La vida le está dando una nueva oportunidad para moldear su antigua educación de director exigente a un hombre más sencillo y entendido de las cosas.

La perseverancia está dando frutos, Guillermo y Elisa están recibiendo buena paga en el trabajo, están disfrutando de la prosperidad la segunda influencia del color rojo, la suerte aún no los deja, ahora está la prosperidad.

Elisa tiene la certeza de que el dueño del restaurante les dará hospedaje prolongado por el buen desempeño de ambos, ese pequeño ahorro en alquiler lo pueden invertir en boletos para viajar al sur y llegar al puerto más cercano, trabajar allí podría ser una excelente opción para ir conociendo un nuevo rubro y hasta poder entablar un grado de confianza con los marinos mercantes para zarpar con la tripulación apenas se presente la oportunidad.

Por la diferencia de horarios de trabajo Guillermo y Elisa casi ni se ven, ni se hablan, duermen juntos, pero por pocas horas, tanto cansancio que ni las buenas noches se dicen. Son como dos extraños obligados a compartir habitación. Guillermo se levanta temprano y solo puede mirar a Elisa dormida, sumida en su profundo sueño. A la noche, él termina primero y se deja vencer por eso cansancio, es inútil esperar a Elisa, ella termina su jornada tarde por la noche.

El temor de Guillermo es que entre los dos todo quede en el pasado y sus sentimientos por Elisa también quedase en el pasado, sería el pago más alto por su error, a menos que se presente la oportunidad de volver de cero una relación con Elisa. Lo que lo “mantiene vivo” es ver a Elisa entrar y salir de la cocina, llevando y trayendo platos, le gustaría poder pasar al rango de ayudante de cocina para verla de cerca y seguir grabando en su memoria todo lo que ella tiene, todo lo que ella transmite, sentir su voz para reconocerla de en medio de la multitud.

Los trajes rojos están haciendo efecto, la prosperidad está de lado de ellos, Elisa es la mesera más destacada y con mejor paga gracias a las propinas, Guillermo asciende a ayudante de cocina, aprende a usar los múltiples cuchillos de cocina, va dominando los cortes y técnicas de cocción, le van enseñando a condimentar los platos. Lo que nunca hacía en su vida de director, lo hace en su labor de obrero en China, hasta está aprendiendo el arte de decorar el plato.

Se viene el año nuevo chino y todos visten de rojo, los trajes son de seda, pero Guillermo y Elisa los tienen de algodón, ellos desencajan, pero es lo único que tienen. Un cliente se incomodó al ver como la mesera lo atiende con un atuendo de algodón, hace una llamada y en una hora se le acerca a Elisa, le entrega el regalo y se va.

Elisa va al baño para abrir su paquete y era un hermoso quipao de seda rojo, y lo más curioso es que está su medida. Y no duda en ponérselo lo más rápido que puede y guarda el de algodón con cuidado para que no se maltrate. Pide en cocina que le cuiden su paquete y todos se quedaron boquiabiertos, Elisa se veía mucho mejor, pero ¿De dónde salió ese vestido? Guillermo está en shock, Elisa está muy bonita, pero los celos lo invaden ¿Quién le regaló ese vestido a Elisa? Su actitud se nota al momento de preparar los platos y el chef lo nota.

-No hacer eso. Ser celoso malograr comida ¿Mesera tu mujer? – le hace la seña de Elisa y el dedo anular para hacerse entender.

Guillermo asienta con la cabeza, es mentira, pero son los celos que lo dominan y no se da cuenta.

-Elisa, ser bonita con vestido rojo. Tu saber escoger mujer, pero celos matar todo hasta sabor de la comida.

Guillermo suspira con pesadez e intenta relajarse para cocinar sin malograr la comida.