¿EL PECADO ES EL ÚNICO CAMINO? UN AMOR PROHIBIDO NACIDO DE UNA MALDICIÓN...
Aiden, un hombre al borde de los cuarenta, huye con su sobrina y se convierte en el "conserje" de la mafia, limpiando escenas del crimen. Ambos esconden un oscuro secreto: son Shadowborn, seres mitad vivos y mitad muertos, destinados a procrear con sus propios sobrinos-tíos y así perpetuar una ancestral maldición. Aiden lucha contra el amor prohibido que su sobrina, de manera enfermiza, le profesa. Sin embargo, una amenaza los arrastra al "otro lado," un lugar donde un macabro juego podría otorgarles la libertad, pero a un precio que desafiará todos sus límites. ¿Será capaz Aiden acabar con la maldición? ¿Podrá liberar a su sobrina de aquel amor maldito entre ambos? ¿O vagarán en la oscuridad por toda la eternidad?
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CAPÍTULO 22
Las tres criadas, quienes estaban vigilándola en su baño, corrieron horrorizadas a ayudarlas, mientras seguía tosiendo sangre. Una de ellas observó como algunas pastillas sin digerir estaban flotando en el agua; sin embargo, tuvieron que sacarla enseguida, ya que había perdido la consciencia.
Después de sacarla del baño, la acostaron de lado en la cama, por si seguía tosiendo no se ahogara y la arroparon con la manta, en lo que venía el médico a revisarla. Solomon, quien se encontraba en su despacho con su madre, corrió apresurado al enterarse de lo que estaba pasando.
"¿Los vomitó apenas entró al baño?"
"Sí, doctor. Encontramos tres pastillas en el agua"
Aunque seguía dormida, estaba en un estado semilúcido, en el que podía escuchar a lo lejos las voces de sus criadas y quien creía era el doctor. Lo único que entendía era la confusión del doctor, y como este encontraba anormal que hubiera tosido sangre.
"Doctor, ¿cómo están mis hijos?"
Le sorprendió escuchar la voz de Solomon, pero también estaba ansiosa por saber como estaba su embarazo. Tenía miedo que sus bebés hubieran sufrido algo debido a su recaída. El doctor lo calmó diciendo que estaba bien, pero que debían volver a llevarla a la clínica para ver si tenía algún daño interno que provocara su sangrado.
"Está bien, doctor. La llevaré hoy mismo"
Parecía ser que al lado de quien decía ser su esposo y padre de sus hijos, se encontraba su suegra. Aunque no reconoció muy bien su voz, se enteró un poco que esta iría a avisar a su suegra. No fue sino hasta que la puerta de su habitación se escuchó abrirse, que poco a poco comenzó a abrir sus ojos.
—¡La señora despertó!—exclamó Marie.
Notando que tenía su velo puesto, aunque estuviera mal físicamente, intentó en vano quitárselo de la cabeza. Sin embargo, su suegra, quien aún no había salido de su cuarto, y Marie no se lo permitieron. Ambas tomaron con fuerza sus muñecas, antes de soltárselas un poco incómoda.
—Cariño—dijo la señora Lizzie—debes tener el velo puesto y solo quitártelo cuando te lo digamos, ¿entiendes?
—Sí—respondió en un susurro.
Con su vista un poco nublada, observó como el doctor y Solomon la miraban emocionados, aunque un poco sorprendidos. Mientras el doctor la examinaba, él se acercó y tomó su mano, depositando un casto beso en sus nudillos.
—¿Cómo estás, mi amor?—susurró con aparente dulzura.
—Me siento mal—respondió débil.
—Tenemos que llevarla a la clínica—le dijo—la presión está en 160/110.
Sin entender qué significaba eso, solo podía ver el ceño fruncido de Solomon, por lo que presentía que era algo malo, sintiendo el malestar que tenía. Una vez les avisaron que el carro estaba, Solomon tomó en brazos a Rosalyn y salió acompañado tanto del doctor como de su madre.
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Glorym, quien había estado observando todo lo ocurrido, gracias al dron que le había dado Aiden, se apresuró a sacarlo de la mansión para regresarlo a su automóvil.
Teniendo que tomar una ruta alterna, un sendero al costado de la única carretera que comunicaba a la gran granja de los Valentine, Glorym se camufló entre los árboles que había.
Un poco ansiosa, haciendo maniobras para no pinchar su auto en lo que intentaba seguirles el ritmo, finalmente salieron a la autopista.
Confirmando sus sospechas de que la esposa de Solomon sería llevada de nuevo a la clínica, esperó a que el auto de Solomon ingresara al parqueadero subterráneo.
—Sí, su auto sigue parqueado—le dijo Aiden.
Su aliado, quien la había llamado después de ver las grabaciones, estaba también sorprendido de la esposa de uno de sus medios hermanos.
No sabía que Solomon estaba casado, en ninguna de sus regresiones en el tiempo. En aquel infierno plagado de asesinos, monstruos y sangre, él era uno de sus verdugos. No solo recordaba como los había secuestrado, sino también como había usado el embarazo de Rosemary como sacrificio para hacer un nuevo juramento al demonio.
El alma y la sangre derramada de su sobrina, sirvieron como pago para afianzar el pacto entre el cabecilla de los Valentine y el infierno. Aquello hizo que Solomon se volviera casi en un dios en el "Otro lado" y que pudiera seguir trayendo a más almas inocentes a dicho mundo para entregárselas al rey de las tinieblas.
Aunque no había visto bien el rostro de la chica, ya que fue una odisea para Glorym infiltrar en pleno día el dron y dar con la habitación de esta, supo enseguida que era un miembro de los Valentine. La mujer tenía el característico rubio platinado que tenían todos.
—¿Hace cuánto llegaron?—preguntó en frente de su laptop.
—Menos de diez minutos—respondió Glorym—apenas se la llevaron en camilla.
—Bien—dijo Aiden guardando la grabación en su disco duro—creo que esta es la oportunidad para que entres a la familia Valentine.
—¿A qué te refieres?—preguntó un poco confusa.
—A la segunda parte del plan—explicó Aiden—no me gusta repetir las cosas, así que escúchame bien lo que voy a decirte.
Después de un rato bastante largo y tenso, Glorym colgó su llamada con Aiden. Aunque estaba preparada para tener que volver cara a cara con la familia que una vez menospreciaron y humillaron su existencia, era algo distinto estar a punto de hacerlo.
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Luego de acabar con su llamada, Aiden se dispuso a meter su lapto y celular en su bolso, para luego terminar de arreglarse. Observando que Anna se había quedado, aprovechó para volver a su apartamento. No quería que ni ella se enterara de lo que estaba haciendo en contra de su familia paterna.
Cuando bajó al primer piso del Penthouse de su prometida, se topó con la sirvienta de esta, quien estaba terminando de cocinar el almuerzo para ese día. No obstante, al momento de verlo, esta no lo saludó habitualmente y solo inclinó un poco su cabeza.
Extrañado al ver como la señora, que era atenta con él, le daba la espalda un poco pálida, no tuvo de otra más que ignorar aquella interacción. No tenía tiempo para lidiar con eso, ahora su único objetivo en mente era la venganza contra los Valentine.