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Astillas De Alma

Astillas De Alma

Status: En proceso
Genre:Escuela / Acción / Romance / Posesivo
Popularitas:626
Nilai: 5
nombre de autor: Mary Dalia Lilith Kruger Lanchestter

Laebe siempre supo que el mundo no estaba hecho para alguien como ella. Pequeña, frágil y silenciada, aprendió a soportar el dolor en la oscuridad, entre susurros de burlas y manos que la empujaban al abismo. En un prestigioso Instituto Académico, su existencia solo servía como entretenimiento cruel para aquellos que se creían intocables.

Pero el silencio no dura para siempre. Cuando la verdad sale a la luz, el equilibrio de poder se rompe y los monstruos que antes gobernaban con impunidad se enfrentan a sus propios demonios. Entre el caos y la redención, Laebe encuentra en una promesa inquebrantable, un faro de protección y en su propia alma una fuerza que nunca supo que tenía para enfrentar los obstáculos que le impuso la vida.

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Esta historia contiene temáticas sensibles como abuso sexual, violencia, acoso, drogas y trauma psicológico. No es apta para todos los lectores, ya que aborda situaciones crudas y perturbadoras. Se recomienda discreción.

NovelToon tiene autorización de Mary Dalia Lilith Kruger Lanchestter para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 3

—¿Quién te hizo eso? — Repitió su pregunta. Él la miraba con una seriedad cortante, señalando los moretones en su cuerpo.

Su cuerpo se tensó de inmediato, abrió los labios para decir algo, pero no salió nada. Con un ligero temblor, se puso el suéter apresuradamente, cubriendo su piel.

—No es nada… — Susurró con una sonrisa nerviosa, evitando su mirada. Él entrecerró los ojos, enojado, se levantó y camino hasta darle la espalda. Laebe se levantó apresuradamente.—D-de todas formas, gracias por traerme… Si quieres, puedo pagarte por la molestia…— Metió la mano en su bolso para sacar su billetera, pero en cuanto la levantó, él se movió.

Antes de que pudiera reaccionar, él la sujetó firmemente por las muñecas y la empujó de espaldas contra el sillón.

Laebe ahogó un grito de sorpresa. Él la miraba desde arriba, sus ojos oscuros brillando con una mezcla de ira y frustración.

—¿Quién. Te. Lastimó? — Preguntó con la voz baja, pero fue amenazante. Laebe tembló bajo su agarre.

—Y-yo… n-no…—

—No me vengas con excusas.— Gruñó.— ¿Quién fue?— Repitió sin soltarla.

Ella cerró los ojos con fuerza, sintiendo las lágrimas arder en sus párpados.

—P-por favor… suéltame…— Suplicó, su voz temblorosa y llena de miedo.

Él apretó la mandíbula, su furia contenida chocando contra su propia impotencia. Odiaba esa expresión de miedo en su rostro. Odiaba que ella se encogiera como un animal herido.

Soltó un resoplido y la liberó abruptamente.

—Tch… qué jodido fastidio.— Sin decir más, se dio la vuelta y salió de la casa, cerrando la puerta con un golpe fuerte.

Laebe se quedó paralizada, aún temblando.

Cuando sus piernas finalmente respondieron, se apresuró a cerrar la puerta con seguro, asegurándose de que estuviera bien cerrada antes de retroceder con el corazón desbocado.

Se dirigió a su habitación y se dejó caer en la cama, abrazándose a sí misma... No pudo si quiera dormir...

...

El sonido de pasos firmes resonó en el callejón oscuro. Bajo la tenue luz de un farol parpadeante, un grupo de hombres esperaba con expresiones relajadas, algunos fumando cigarrillos, otros charlando en voz baja.

Sin embargo, en cuanto vieron lo vieron aparecer, todos guardaron silencio.

Su líder había llegado.

Él avanzó sin mirar a ninguno en particular, sus manos en los bolsillos de su sudadera negra y su ceño levemente fruncido. Algo en su semblante indicaba que no estaba de humor.

Uno de los tipos, un hombre robusto de cabello rapado y cicatriz en la mejilla; Nathan, dio un paso al frente con una sonrisa ladeada.

—Tarde como siempre, Kael —comentó con burla.

Kael no respondió. Simplemente se apoyó contra la pared del callejón y sacó un cigarrillo, encendiéndolo con movimientos mecánicos.

Los demás intercambiaron miradas. Era inusual que su líder no respondiera con su usual sarcasmo o algún comentario mordaz.

El hombre de cabello azul neon, llamado Castian, entrecerró los ojos con curiosidad.

—¿Qué pasa? Pareces distraído.— Le dijo él con una pícara sonrisa.

Kael exhaló el humo lentamente, su mirada fija en un punto indefinido.

Castian cruzó los brazos, evaluándolo con interés.

—Déjame adivinar… — Sonrió con diversión.— ¿Una mujer?— Preguntó. Un leve tic apareció en la mandíbula de Kael. Ese pequeño detalle fue suficiente para que todos en el grupo reaccionaran con sorpresa.

—No jodas, ¿en serio? — Soltó uno de los más jóvenes, entre risas.

—Tsk… No me hagan perder el tiempo con estupideces —Gruñó Kael, pasándose una mano por el cabello desordenado.

Pero Castian ya lo estaba estudiando con perspicacia.

—No es cualquier mujer, ¿verdad?— Preguntó con más curiosidad.—¿Es bonita?— Insistió. Kael chasqueó la lengua, irritado.

—Cállate. — Le ordenó. Castian se rio con burla.

—Mierda, esto es oro puro. El jefe, el tipo más cabrón de esta ciudad, está jodido por una chica.— Se burlo dando varios aplausos.

Kael le lanzó una mirada fulminante, pero eso solo pareció divertir más a los demás. Sin embargo, la molestia de Kael no venía de las bromas.

Lo que realmente lo tenía inquieto era la imagen de Laebe en su mente: su fragilidad, su voz temblorosa, la forma en que intentaba ocultar esos moretones…

Por más que quisiera ignorarlo, algo dentro de él se removía cada vez que recordaba su expresión asustada. Y eso lo estaba volviendo loco.

Mientras sus compañeros seguían riéndose, pensó en lo que por ahora debía de ser más importante.

— Cierren ya la boca. — Ordenó al terminar su cigarrillo y dejarlo caer al suelo. — Más de esos idiotas han estado entrando a la ciudad, encontré a varios en el sector norte. Creí haberles pedido que todo debía de estar vigilado.— Dijo Kael.

— Más de esos idiotas... ¿No aprendieron con lo de la otra vez?— Dijo Nathan con una sonrisa.

— Lo de "la otra vez", casi nos lleva con los federales... Debes de tener más cuidado con eso.— Dijo Kael, molesto.

— Bueno, la gente solo así entiende.— Suspiro Nathan.

— Como sea... Quiero que ordenen mas vigilancia en el sector norte, si esos idiotas hacen algo, atraerán a los federales. Debes evitar que hagan algo que nos perjudique.— Ordenó antes de seguir de largo por el callejón...

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Dira Alina
¡Necesito saber qué pasa después! Por favor, no tardes en actualizar. 🙏
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