Siempre he creído que contaba con una familia unida y llena de amor. Sin embargo, un día la desgracia se presentó en mi vida. Fue en ese momento cuando todo cambió y la tragedia me llevó lejos del amor de mi vida. Este doloroso acontecimiento me abrió los ojos y me hizo darme cuenta de quienes eran realmente mis verdaderos enemigos, aquellos que siempre habían estado a mi alrededor, ocultos tras una falsa fachada de cariño y apoyo.
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Episodio 19
●Ascanio: señora Inés ya tiene que hacer su entrada, ya que todos están ansiosos por verla aparecer. Don Leonardo le ha enviado un hermoso collar que desea que lleve puesto en esta ocasión tan especial. Cuando finalmente veo salir a Inés, su presencia es deslumbrante; parece una muñeca de porcelana, con su belleza y dulzura que iluminan el lugar. Sin embargo, a pesar de su espléndido exterior, sé que, aunque no esté llorando, por dentro se siente completamente destrozada, ya que no desea que esta boda se lleve a cabo.
SAN CALLETANO
●Manuel: Ha transcurrido un mes desde que perdimos a Inés, y todavía me cuesta asimilar cómo la desgracia se ha cruzado en nuestras vidas. Aún no puedo caminar; ahora dependo de una silla de ruedas para moverme. Agradezco profundamente a mi madre y a mi hermana, quienes me han brindado su apoyo incondicional en este momento tan difícil. Además, está Úrsula, que ha estado constantemente a mi lado, atenta a mis necesidades y preocupaciones. Sé que ella también está sufriendo, quizás incluso más que yo por todo lo que ha sucedido. Sin embargo, no puedo evitar que mis pensamientos giren en torno a Inés. Todos los días, después de finalizar mis ejercicios para recuperarme, me dirijo al río que se encuentra cerca de mi casa. Allí, me siento y lloro, permitiéndome desahogar toda la pena que llevo dentro por la pérdida tan dolorosa, siempre la recuerdo tan hermosa con esa sonrisa que contagiaba a todos,Sé que nunca podré olvidar a Inés, y me duele profundamente no haber estado a su lado para protegerla. Ese maldito de don Alberto me las pagará, lo juro.
●Felipe, hijo, ¿qué estás haciendo aquí? A Inés no le gustaría ver en lo que te has convertido a causa de su pérdida. Ella nos está cuidando desde el cielo. Sé que todo esto ha sido muy difícil para ti, pero nosotros seguimos en este mundo y debemos continuar con nuestras vidas. Así que, vamos, tu madre nos está esperando.
Así transcurrió un año en el que Inés aguardaba con la esperanza de que su esposo finalmente decidiera liberarla, sin embargo, aquel día tan esperado nunca llegó. pero la tranquilidad le llego ya que la promesa que él le hizo de que nunca la tocaría, permaneció firme. En cambio, Inés se transformó en una joven perteneciente a la alta sociedad, participando en bailes y reuniones sociales, asumiendo el papel de la señora de la casa Bruselas, intento muchas veces pedirle a su esposo que ayudaráa su amiga pero el siempre se negó.
Mientras tanto, Marina, en un contraste total, había estado recluida en su hogar durante todo ese tiempo, sin la posibilidad de salir. Su confinamiento la mantenía alejada del mundo exterior, privándola de la libertad y las experiencias que la vida podría ofrecerle, Ascanio se acercó cada vez más a Inés, y juntos forjaron una hermosa relación de hermandad. Todo parecía ir viento en popa, y la armonía reinaba en su vínculo. Sin embargo, esa noche, los eventos tomaron un giro inesperado. Lo que prometía ser una velada tranquila se convertiría en una pesadilla, llevando a un giro trágico que culminaría en una muerte que cambiaría para siempre el ambiente de esa casa.
●Inés: Después de haber pasado un año completo en este maldito lugar, aún me encuentro aquí, intentando adaptarme a esta situación. A pesar de mis esfuerzos por convencerme de que no volveré a ver a mis seres queridos, no puedo evitarlo; sigo aferrándome a la esperanza de que pronto los volveré a encontrar. Es hora de dormir, así que entro en la habitación donde se encuentra el señor Leonardo. Sin pronunciar una palabra, me deslizo en mi cama, que está situada justo al lado de la suya. Le deseo buenas noches con un suave murmullo, apago el farol que ilumina la habitación con la llama de una vela y, al cerrar los ojos, me dejo llevar por el deseo de un descanso que parece cada vez más lejano, Sin pasar mucho tiempo, empiezo a percibir que hay una presencia a mi lado; alguien se ha acomodado junto a mí y comienza a acariciarme. por todos lados Intento incorporarme y ponerme de pie, pero esa persona me lo impide, impidiendo que logre liberarme.
●Leonardo: ¿A dónde crees que vas, Inés? Tú eres mi esposa, y como tal, tienes responsabilidades que debes cumplir. He sido paciente durante mucho tiempo, pero ya he permitido que pasara demasiado. Ahora es el momento de que lleves a cabo tus obligaciones. No voy a tolerar ni un solo desaire más de tu parte, ¿me entendiste? Por lo tanto, aquí te quedas. Sin más, avanzo decididamente hacia ella, la tomo con fuerza y me abalanzo sobre su cuerpo, dejando clara mis intenciones.
●Inés: No, por favor, suélteme. ¿De qué me está hablando? Usted me juró que esto nunca lo haríamos. Le aseguro que nunca dejaré pasar nada entre nosotros. No se atreva a ponerme un dedo encima, porque no respondo por mis acciones. Comienzo a forcejear, ya que el señor Leonardo no tiene intención de soltarme. Intento ponerme de pie, pero él me lo impide. ¿De dónde saca tantas fuerzas este hombre? Por favor, suélteme, no quiero estar en esta situación, Comienzo a gritar desesperadamente y, de repente, un estruendo retumba en el ambiente, seguido de la sensación de que algo pesado se desploma al suelo. Me levanto con rapidez, enciendo una vela y, al iluminar la habitación, veo al señor Leonardo tendido en el suelo. Sus ojos están abiertos, pero reflejan un vacío alarmante, como si estuvieran llenos de despedida hacia mí. En ese instante, la sensación de pánico me invade completamente y grito sin control: “¡Alguien, por favor, ayúdeme! ¡Ascanio! ¡Algo le ha sucedido al señor Leonardo! ¡Vengan rápido!”
●Ascano:Escuché un gran alboroto que me sacó de mi sueño. Me levanté de la cama de golpe al darme cuenta de que las voces que oía pertenecían a Inés. Acelero el paso y entro en la habitación, donde la escena es impactante: Don Leonardo está tendido en el suelo, inmóvil.
Mis ojos se posan en Inés, quien muestra una expresión de terror absoluto en su rostro, me acerco al cuerpo del señor y, tratando de mantener la calma, le toco la muñeca en busca de pulso. Sin embargo, no siento nada; su piel está fría y su respiración parece haberse detenido. Señora, su esposo ha muerto. El peso de mis palabras se cierne en el aire, y el horror en su mirada se acentúa.
más capítulos por favor gracias autora