Renacer Entre Telas

La mañana siguiente amaneció con una calma engañosa. La luz del sol iluminaba la sala de estar donde Camila y Leonardo, ahora unidos por la verdad, revisaban toda la información que cada uno había recopilado sobre Nexus durante los últimos años.

El aroma del café recién hecho llenaba la habitación, pero ninguno de los dos prestaba atención a nada más que a las pantallas y documentos que tenían frente a ellos.

—Montenegro y Víctor han creado una red tan amplia que es casi imposible encontrar un punto débil —comentó Leonardo, deslizando una carpeta hacia Camila—. Pero si miras aquí…

Camila tomó la carpeta y observó los documentos. Eran transacciones financieras, algunas de las cuales coincidían con los datos que ella y Santiago habían extraído de los servidores de Nexus.

—Estas cuentas… —murmuró, señalando una en particular—. Aparecen en el archivo que conseguimos anoche. Son transferencias hacia un paraíso fiscal en el Caribe.

Leonardo asintió.

—Exacto. Si logramos rastrear esas transferencias, podríamos vincularlas directamente a Montenegro. Pero necesitaríamos acceso a un servidor más profundo, uno que no está conectado a la red principal de Nexus.

Camila levantó la mirada, con una mezcla de preocupación y determinación.

—Eso significa que tenemos que entrar a sus oficinas centrales.

Leonardo se apoyó en el respaldo del sofá, cruzando los brazos.

—Es un riesgo enorme, pero es nuestra mejor oportunidad.

—No podemos hacerlo solos —dijo Camila después de un momento de reflexión—. Santiago y Daniel nos ayudarán. Han estado conmigo desde el principio, y confío en ellos.

Leonardo pareció meditar por un instante antes de asentir.

—De acuerdo. Pero si vamos a involucrarlos, necesitamos asegurarnos de que cada uno tenga una tarea específica. No podemos permitir errores.

Camila sacó su teléfono y llamó a Santiago.

—Santiago, necesitamos reunirnos. Hoy.

—¿Todo bien? —preguntó él, notando el tono serio en la voz de Camila.

—Sí, pero tenemos un nuevo plan, y necesito que vengas con Daniel.

—Entendido. Nos vemos en tu casa en una hora.

Una hora después, Santiago y Daniel llegaron al apartamento. Ambos estaban visiblemente alertas, conscientes de que cada paso que daban los acercaba más al peligro.

—¿Cuál es el plan? —preguntó Santiago, sentándose en el sillón frente a Leonardo.

Camila se levantó y comenzó a explicar.

—Hemos encontrado una pista que podría vincular a Montenegro directamente con las actividades ilegales de Nexus. Pero para obtener las pruebas definitivas, necesitamos acceder a un servidor que está en las oficinas centrales.

Daniel arqueó una ceja.

—¿Quieres que nos infiltremos en Nexus otra vez?

—No solo eso —intervino Leonardo—. Necesitamos infiltrarnos en la sala de servidores de máxima seguridad. Es un área restringida, con acceso limitado solo a los directivos.

Santiago dejó escapar un silbido.

—Eso suena a misión suicida.

—Lo sé —dijo Camila—. Pero no tenemos otra opción.

Daniel se pasó una mano por el cabello, pensativo.

—Podría haber una forma. Conozco a alguien que trabajaba en seguridad informática para Nexus. Tal vez pueda ayudarnos a obtener acceso remoto.

Leonardo negó con la cabeza.

—No será suficiente. La sala de servidores está aislada de cualquier conexión externa. La única forma de entrar es físicamente.

Un silencio tenso llenó la habitación mientras cada uno procesaba la magnitud del desafío que tenían por delante.

—Entonces, lo haremos juntos —dijo finalmente Santiago—. Nos infiltraremos, obtendremos las pruebas y saldremos antes de que se den cuenta.

Camila sonrió levemente, agradecida por la lealtad de su amigo.

—Gracias, Santiago. Sabía que podía contar contigo.

—¿Y cuál es el plan específico? —preguntó Daniel, siempre pragmático.

Leonardo tomó la palabra.

—Nos infiltraremos durante la gala benéfica que Nexus organiza en tres días. La seguridad estará enfocada en el evento, lo que nos dará una ventana de tiempo para entrar. Camila y yo asistiremos como invitados. Santiago y Daniel estarán en el exterior, listos para apoyarnos en caso de emergencia.

Camila asintió.

—Y necesitaremos un equipo de comunicaciones para mantenernos en contacto en todo momento. No podemos quedarnos incomunicados como la última vez.

Santiago tomó nota en su libreta.

—Me encargaré de eso.

Daniel miró a Leonardo.

—¿Y si algo sale mal?

Leonardo sostuvo su mirada con firmeza.

—No saldrá mal. Pero si lo hace, tenemos un plan de escape. Camila y yo conocemos los pasillos internos de Nexus. Nos moveremos rápido y saldremos antes de que puedan reaccionar.

Daniel suspiró.

—Bien. Entonces, que comience la cuenta regresiva.

Esa noche, mientras todos se retiraban a preparar sus partes del plan, Camila y Leonardo permanecieron en el salón, observando la ciudad a través de las ventanas.

—¿Estás lista para esto? —preguntó él, tomando su mano.

Camila lo miró con determinación.

—He estado lista desde el día en que desperté en este cuerpo. Pero ahora, estoy más lista que nunca… porque estamos juntos en esto.

Leonardo la abrazó, dejando que el peso de la responsabilidad compartida los uniera aún más.

La cuenta regresiva había comenzado. En tres días, todo cambiaría. Para bien o para mal.