Oscar Cooper, un talentoso luchador de UFC, se encuentra en fuga tras un violento altercado con su ex representante que lo ha dejado marcado como un fugitivo. Con documentos falsos en mano, escapa a una nueva ciudad con su actual representante donde espera encontrar refugio. Sin embargo, su vida da un giro inesperado cuando conoce a una chica que le roba el aliento y rápidamente se enamora de ella. Pero la felicidad se ve amenazada cuando descubre que ella está atrapada en un gran problema. Sin pensarlo dos veces, Oscar se lanzará a la batalla no solo por su amor, sino también por su libertad, dispuesto a arriesgarlo todo para protegerla.
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Cap 4: Golpes de Determinación
Luego de lo que había sucedido en el club, Oscar regresó a su departamento, el eco de la música aún resonando en su mente. Se preparó para descansar, consciente de que mañana le esperaba un día lleno de oportunidades. Pero antes de sumergirse en el sueño, sintió la necesidad de hablar con alguien.
Llamó a su representante.
—Hola, David. Solo quería decirte que ya volví de mi primer día en el trabajo —dijo Oscar, tratando de sonar casual.
—¡Ey! Eso es genial. ¿Y dime, qué tal te fue? —respondió David con entusiasmo.
Oscar suspiró.
—Ya no tengo el trabajo... Fui echado —dijo Oscar, intentando mantener un tono despreocupado.
—¿Qué? ¿Qué fue lo que hiciste para no durar ni un día? —preguntó David, la sorpresa evidente en su voz.
Oscar se quedó en silencio por un momento, buscando las palabras adecuadas. No quería cargar a David con sus problemas.
—Solo tuve algunos inconvenientes. Nada importante. Hablaremos después —dijo finalmente, colgando el teléfono.
Oscar se acostó a dormir, sintiendo que el problema que tenía con Miranda era más complicado de lo que había imaginado. A medida que la noche avanzaba, los pensamientos de cómo abordar la situación giraban en su mente.
—Mañana quizás... pueda hablar tranquilo con ella —se dijo a sí mismo, tratando de encontrar un rayo de esperanza en medio de la confusión.
La noche transcurrió en un profundo sueño, como si el cansancio lo abrazara con suavidad. Cuando finalmente despertó, la mañana le dio la bienvenida con un clima excelente; el aire fresco parecía prometer nuevas oportunidades.
Oscar se levantó y se estiró, sintiendo cómo los músculos se despertaban junto con él. Antes de sumergirse en su día, tomó la Biblia que tenía al costado de su cama. Se arrodilló en su cama, abriendo las páginas amarillentas frente a él, como si cada palabra estuviera esperando ser leída.
Se puso a orar unos momentos, pidiendo a Dios fuerzas para enfrentar los desafíos que le aguardaban y agradeciendo por todo lo que tenía. En ese instante, sintió una calma inexplicable; era como si cada preocupación se desvaneciera un poco más.
Hizo la señal de la cruz, se levantó y tomó su Biblia. La cerró suavemente y le dio un beso, como si fuera un símbolo de gratitud por la guía que le brindaba. Luego, la volvió a dejar en su lugar, sintiendo que llevaba consigo un pedacito de esa fe.
Camino hacia su bolso y sacó un collar con una cruz. Se lo colocó con cuidado; era un recordatorio constante de sus creencias mientras se preparaba para enfrentar el día.
—Bueno... —susurró mientras dejaba escapar un suspiro profundo—. Es hora de enfrentar el día.
Se preparó para entrenar, como normalmente lo hacía. Salió a correr, una actividad que lo llenaba de energía y claridad mental. Cada paso que daba sobre el pavimento era liberador; el viento fresco acariciaba su rostro y le permitía respirar profundamente.
Mientras corría, admiraba la ciudad que despertaba a su alrededor: los sonidos de la vida diaria comenzaban a llenar el aire. Era en esos momentos donde sentía una conexión especial con todo lo que lo rodeaba; cada rincón tenía una historia que contar.
Finalmente, terminó su recorrido, llegando al mismo parque que había visitado la vez pasada. El aire fresco y el canto de los pájaros lo hicieron sentir en paz.
—Debo buscar algún gimnasio —murmuró para sí mismo—. Quiero golpear sacos.
Con un propósito renovado, Oscar se dirigió a un gimnasio cercano. Al entrar, el olor a sudor y el sonido de las pesas resonando le dieron la bienvenida. Se acercó al dueño, le explicó que solo venía a entrenar un rato y, tras pagar una pequeña tarifa, logró ingresar.
Camino hasta el saco de boxeo, sintiendo cómo la energía del lugar lo envolvía. Se sacó la camisa, dejando que sus músculos se hicieran visibles; cada fibra de su ser parecía vibrar con anticipación. Se vendó las manos con precisión, como si estuviera preparándose para una batalla personal.
Al estar listo frente al saco, respiró hondo, sintiendo cómo la adrenalina comenzaba a fluir por sus venas. Con cada golpe que propinaba, liberaba no solo energía física, sino también tensiones acumuladas; era como si cada impacto lo acercara más a una versión más fuerte de sí mismo.
—Debo prepararme mentalmente y físicamente; debo ser el mejor luchador —murmuró en voz baja, como un mantra que lo impulsaba.
Con cada golpe que daba al saco, la cadena que lo sujetaba resonaba con fuerza, creando una sinfonía de determinación. Sus golpes eran precisos, cada movimiento revelando la experiencia que lo respaldaba.
Poco a poco, la gente del gimnasio comenzó a observarlo. Su estilo era único, una mezcla de potencia y técnica que llamaba la atención. El sudor caía por su frente, pero en lugar de agobiarlo, sentía una profunda tranquilidad al entrenar; era su momento de desconexión.
Mientras continuaba fortaleciendo sus golpes y patadas, un chico joven del otro lado lo miraba con admiración. Después de unos momentos de contemplación, decidió acercarse a Oscar. Se colocó a su lado, observando con atención cada golpe que propinaba.
Oscar se percató de su presencia y detuvo el saco con una mano. Miró al chico con curiosidad y una leve sonrisa se dibujó en sus labios.
—¿Te gustaría intentarlo? —preguntó Oscar, invitándolo a compartir ese espacio lleno de energía.
—No creo que lo pueda hacer a tu ritmo, sinceramente, yo no sé cómo hacerlo —dijo el chico, con una sombra de decepción en su rostro—. A veces decido no golpear los sacos porque me da vergüenza; el hecho de no poder golpear bien me detiene. ¿Compites?
Oscar lo observó, notando la inseguridad en sus ojos.
—Lo hacía... —respondió con un tono nostálgico.
—¡Guau! Eso es fantástico. ¿Crees que podrías enseñarme?
Oscar sonrió con amabilidad, pero su expresión se tornó seria por un momento.
—Me encantaría, pero en estos momentos no tengo tiempo. Cada minuto que tengo lo aprovecho para entrenar. —Se acercó al chico, inclinando ligeramente la cabeza hacia él—. No te avergüences de quien eres. Nadie nace sabiendo. Todos comenzamos desde cero. A veces tenemos que enfrentar nuestros problemas solos y ser nuestros propios maestros.
Le dio unas palmaditas en el hombro, transmitiendo un aire de camaradería antes de girarse para irse.
—Recuerda, cada golpe cuenta. No te desanimes —añadió mientras se alejaba del gimnasio.
Salió del gimnasio, sintiendo la brisa fresca acariciar su piel. Abrió su mochila y sacó la botella de agua; tomó un sorbo antes de dejar que el resto del líquido cayera sobre su cara, sintiéndose renovado.
Mientras caminaba por la calle, decidió comer algo liviano en un puesto cercano. Ya era la tarde, y Oscar había pasado casi todo el día al aire libre, disfrutando de cada pequeño momento.
Oscar recordó la dirección que Miranda le había dado. Sin más tareas pendientes, decidió dirigirse hacia allá. Caminó con confianza, cada paso resonando con la esperanza que sentía en su pecho.
Finalmente, llegó al lugar. Era una casa bastante bonita, con un jardín bien cuidado que parecía reflejar la calidez del hogar. —¿Será aquí? —se preguntó Oscar, contemplando la puerta blanca que lo separaba de su posible encuentro con Miranda.
A medida que se acercaba, un torbellino de emociones lo invadió: nerviosismo, alegría y un toque de incertidumbre. La idea de que Miranda podría estar detrás de esa puerta le llenaba de energía. Se detuvo un momento para respirar hondo, tratando de calmar el latido acelerado de su corazón.
Estaba dispuesto a ir y tocar la puerta.
Fácil de entender, felicitaciones autora, recomiendo ésta novela 100%🇨🇱
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Ojalá Oscar y Miranda, encuentren juntos la solución a sus problemas. 🥺🥺🥹😔